Carrió, Lorenzetti y Fausto
Podría decirse que los titulares políticos se resisten a obsequiarle respiro alguno a la opinión pública. La vertiginosa dinámica comenzó a hilvanarse...
Podría decirse que los titulares políticos se resisten a obsequiarle respiro alguno a la opinión pública. La vertiginosa dinámica comenzó a hilvanarse con la humillante derrota padecida a nivel nacional por el Frente Para la Victoria en las elecciones legislativas del próximo-pasado domingo 27. Con el país entrampado en esa perturbadora cadencia, el atomizado festejo opositor se vio rápidamente cercenado por la declaración de constitucionalidad de la Ley de Medios oficialista por parte de la Corte Suprema de Justicia, acaso para desgracia del presidente de ese cuerpo, el Dr. Ricardo Lorenzetti.
El máximo tribunal dio a conocer su sentencia con una premura que fogoneó una miríada de sospechas: incluso en la mente del ciudadano de a pie -naturalmente profano en cuestiones relativas a la administración de justicia- se multiplicaron los cuestionamientos de cara al timing de la Corte: por estas horas, parece indiscutible que los altos magistrados no se esforzaron en disimular su necesidad de compensar al Gobierno Nacional, para morigerar los efectos colaterales de su cadalso en las urnas.
Cuando la resurrección de la Ley de Medios comenzaba a desparramarse en títulos y zócalos, Elisa Carrió volvió a acomodarse frente a las cámaras de la señal TN (Todo Noticias, ciclo "A Dos Voces"). Conforme ya es habitual en ella, echó mano de una retórica impiadosa para convertir en picadillo al rafaelino Lorenzetti. Al titular de la CSJN, le adjudicó abiertamente el rol protagónico en un pacto con la Administración Fernández Wilhelm de Kirchner que no portaba otra meta que consensuar la aprobación del proyecto oficialista que persigue, poco disimuladamente, el desmembramiento definitivo del Grupo Clarín. Luego de tildar a Lorenzetti de "corrupto", reveló que el interlocutor del hombre de la Corte no fue otro que el advocatus diaboli Carlos Zannini -a la sazón, Secretario Legal y Técnico de la Presidencia de la Nación-. La legisladora fue incluso más allá, ventilando sin tapujos que la moneda de cambio en las tratativas coincidió con la manipulación de la "caja chica" del órgano (en grotesco conflicto con el mandato constitucional), y que el juez oriundo de Rafaela acaricia un potencialmente suculento negociado en la publicación del Nuevo Código Civil, apenas este obtenga rango de aprobación en el parlamento. En la óptica de la machina analytica de Elisa Carrió, el bueno de Don Ricardo es poseedor de una fortuna "dudosa", e idéntico adjetivo puede endosarse a su declaración jurada. En el quebranto, la Diputada Nacional compartió su propia sentencia: procederá a fundamentar el pedido de juicio político del Supremo, en tanto que también adelantó que le denunciará penalmente.
Son tiempos aciagos para el conductor del máximo tribunal. Más allá de las denuncias de la chaqueña (el citado ha quedado expuesto ante la opinión pública como un recalcitrante juez corporativo, carente del menor escrúpulo y que negocia pactos políticos por dinero con una Administración que porta el fin confeso de demoler a la República), Lorenzetti ha oficiado inconscientemente de co-sponsor en su propio derrumbe, mordisqueando su propia reputación y la de sus pares en el apuro por sacar una Ley de Medios cuando menos viciada en sus objetivos.
Elisa Carrió, mientras tanto, parece haberse entrenado en ciertas artes negras de la mercadotecnia, reposicionando a la competencia (política, claro está), y alternando entre el amor y el odio del telespectador. Toda vez que se propone hacer a un lado ese ímpetu lindante con el edulcorado mesianismo y la mesurada iluminación, se corporiza en un obstáculo flagrante de cara a un esquema cimentado a base de la confluencia entre jueces adscriptos, servicios de inteligencia, cajeros de ocasión, periodistas angurrientos y una dirigencia demasiado emparentada con el narcotráfico y el crimen organizado. De ahí al shock al sistema, solo hay un tris. Y, acaso para certificarlo, ella coquetea -en su rol de juguete rabioso- con la reedición del 8N. Aunque, como es atendible -más no tolerable-, a los argentinos no les caiga en gracia que se les notifique de su cáncer seguido de metástasis y consiguiente desahucio.
Pacta sunt servanda, arrojó Kunkel al aire. Para Carrió, la réplica de Lorenzetti a Balcarce 50 no pudo ser más reveladora: Fiat Voluntas Tua.
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