ESTADOS UNIDOS: DR. JAMES JAY CARAFANO

Definiendo a Edward Snowden

Edward Snowden robó cientos de documentos con secretos estadounidenses y los difundió a través del Internet. ¿Debería ser considerado un traidor?

18 de Enero de 2014
Edward Snowden robó cientos de documentos con secretos estadounidenses y los difundió a través del Internet. ¿Debería ser considerado un traidor?
 
El gobierno australiano cree que sí. La revelación por parte de Snowden de operaciones extremadamente sensibles de inteligencia en el "down under" ha llevado al Fiscal General australiano George Brandis a etiquetar al ex contratista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de "traidor estadounidense".
 
No sorprende que los australianos se enojaran: durante años, ellos han cooperado clandestinamente con los servicios de inteligencia de Indonesia. Las operaciones abiertas no eran una opción viable, debido a la guerra de larga duración sostenida entre Yakarta y Canberra y que ha remitido a los conceptos "Bali", "botes" y "carnes". Contenidos relacionados con el destrato hacia turistas australianos, los inmigrantes ilegales que se dirigen al sur en embarcaciones improvisadas y las exportaciones de productos cárnicos.
 
Pero, tras bambalinas, ambas democracias han trabajado sobre un acuerdo práctico y de beneficio mutuo, tendiente a compartir información. Convenio que ayudó a las dos naciones a lidiar con asuntos delicados tales como el de los refugiados y el tráfico de personas. Las revelaciones de Snowden han puesto en peligro este valioso esfuerzo de cooperación.
 
Desde una óptica estricamente legal, y bajo las leyes de los Estados Unidos de América, Snowden podría no calificar bajo el apelativo de "traidor". Pero la comprensión generalmente aceptada sobre el término podría, claramente, ser aplicable a su caso.
 
Al revelar secretos que versan sobre la seguridad nacional, Snowden siguió los pasos de Julian Assange, el ciudadano australiano que fundara la red Wikileaks. Ambos declamaron obrar conforme a una causa noble: el uso del poder del Internet para exponer la corrupción y el comportamiento inapropiado de regímenes totalitarios. Pero, en la práctica, Snowden y Assange no nos contaron nada sobre países como Corea del Norte, Irán, China, Cuba o Venezuela.
 
En lugar de ello, ambos protagonistas desparramaron secretos de naciones rankeadas en los primeros puestos del escalafón "Indice de Libertad Mundial", elaborados por el think tank The Freedom House. Estos son los países que organizan misiones humanitarias y de mantenimiento de paz, combaten la proliferación nuclear, que son pioneras en el terreno de los derechos humanos, que se enfrentan al terrorismo internacional y al tráfico de personas, mientras que llevan a cabo elecciones libres regularmente. Más allá de las expresiones declamadas por ellos, las acciones de Snowden y Assange han logrado recortar el empeño de carácter pionero de las naciones más libres del globo, proporcionando ayuda y confort a los regímenes totalitarios del planeta.
 
Más aún, ambos han traicionado el ideario de la libertad: la Doctrina Assange/Snowden afirma que un esfuerzo completo de transparencia equivale a mayor libertad. Pero esta conceptuación no solo es ingenua: es una descripción pornográfica del cartel de Auschwitz que rezaba: "El Trabajo nos Hará Libres".
 
El respeto por la privacidad individual es un componente intrínseco de la libertad. El gobierno de las sociedades libres es una extensión de esas sociedades, ejerciendo soberanía en representación de los ciudadanos. Las sociedades libres reconocen que el resguardo de secretos legítimos es una función legítima de un gobierno.
 
Las democracias operan bajo el concepto de "libertad ordenada". Aquellas establecen reglas para proteger tanto al individuo como a la comunidad en su conjunto, protegiendo la libertad individual y la seguridad pública. Nadie puede arrogarse el derecho de descartar esas reglas y sustituirlas por sus propias concepciones. Las violaciones acometidas en perjuicio de esa "libertad ordenada" no garantizan un avance en la libertad: solo conducen al caos. Y el caos brinda espacio a la maldad, en tanto que aniquila a las democracias.
 
Snowden no es un "luchador en pos de la libertad" ni un "soplón arrepentido": sus revelaciones exhiben un carácter indiscriminado. La amplia mayoría de ellas no exponen fechorías.
 
Y, ¿qué hay de aquellos ejemplos en los que Snowden podría argüir que ha revelado prácticas que pudieren cruzar alguna línea? Sus acciones son, en el mejor de los casos, irresponsables.
 
El sistema estadounidense de libertad ordenada ofrece múltiples modos de elevar reclamos concernientes a malversación o abuso de poder, sin comprometer la seguridad nacional. Las agencias federales cuentan con Inspectores Generales. El congreso, de manera rutinaria, investiga tales denuncias. Y, en efecto, tenemos leyes que protegen a los arrepentidos. La noción de que Snowden no tuvo otra opción que revelar documentos es indefendible.
 
Finalmente, Snowden ha traicionado la confianza otorgada a su persona por el gobierno de los Estados Unidos de América, a la hora de salvaguardar los secretos de la nación.
 
Las sociedades libres reposan en un ciudadanos responsables. Si los empleados bancarios, los abogados, los doctores, los oficiales de policía y otros en posiciones de responsabilidad y confianza decidieran que pueden convertirse individualmente en árbitros respecto de qué información deberían arrojar a la esfera pública y cuál no, entonces no viviríamos en el paraíso de Julian Assange. Estaríamos viviendo en Corea del Norte, en donde nadie sería confiable... jamás.
 
Edward Snowden ha traicionado a la libertad. Al cierre, esa falta es bastante más grave que la que le cabe a quien actúe intencionalmente como un agente enemigo.


* Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://blog.heritage.org/2014/01/17/defining-edward-snowden/
 
 
Sobre Dr. James Jay Carafano

Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.