INTERNACIONALES: MACARIO SCHETTINO

México: autonomía del Estado

La quiebra del viejo régimen tuvo lugar bajo una relativa calma...

22 de May de 2015
La quiebra del viejo régimen tuvo lugar bajo una relativa calma. Para quienes la hemos vivido, esta frase no suena cierta pero, si comparamos con los derrumbes de otros regímenes, ya sea en otros momentos de México, o en otros países, creo que sí podríamos calificar este caso como relativamente calmado. Experimentamos un momento muy complicado a partir de 1994, que volvió a repetirse desde 2008. En ambos casos, existe crimen organizado, subversión y corrupción, pero nada de eso es nuevo. Lo diferente es que el Estado que controlaba estaba desapareciendo.
 
En 1994, vivimos un año terrible, que finalizó con una crisis económica que se extendió durante todo el año siguiente. Si desde 1986 el sistema político se encaminaba al fin de régimen, en 1995 era claro que había llegado el momento, y había que elegir cómo darle sepultura. El camino fue la creación de instituciones autónomas, algo que había iniciado muy a medias en el gobierno anterior, con la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), la Comisión de Competencia y la autonomía del Banco de México, todo ello como resultado del TLCAN. Justo antes de la crisis económica, por fin la Suprema Corte de Justicia se hizo independiente.
 
En 1996, se acuerda un organismo autónomo para vigilar el fin de régimen, el Instituto Federal Electoral (IFE). Hacia 1999, la CNDH se convierte en realmente autónoma, y aparece lo que hoy es la Auditoría Superior de la Federación. Ya en este siglo, la comisión de Competencia mejora su estatus, y son autónomos el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el Instituto Federal de Telecomunicaciones, Coneval, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), y el ahora Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai). No dudo que pueda olvidarme de alguno.
 
Es decir que, lo que hicimos desde 1997, fue tratar de reducir el poder del Estado, no solo sometiendo al presidente a control por parte del Congreso y la Suprema Corte de Justicia Nacional (SCJN), sino quitándole control de temas económicos y de información. La caída de la piedra angular del viejo régimen, el presidente, provocó el ascenso de los demás: dos o tres líderes sindicales, un puñado de muy grandes empresarios, alguna universidad pública, pero, por sobre todo, de los gobernadores.
 
Y es que lo que faltó durante todo este proceso fue la sociedad, y fue así porque no existía como tal. Las décadas corporativas no transcurrieron sin dejar huella. Una corporación, para funcionar, requiere que las bases deleguen su capacidad de decisión en los líderes, para que éstos negocien en su nombre, obtengan y repartan. Los mexicanos aprendieron en el siglo XX que su papel era 'callar y obedecer', y que siempre había un líder que resolvía las cosas. En su propio beneficio, pero también salpicaba.
 
Por eso, aún hoy, existe quien busca respuestas en el presidente, que ya no tiene poder alguno. Por ello, existen quienes creen que todo cambiaría si ese puesto fue ocupado por alguien diferente. Razón por la cual andan buscando un padre que les resuelva la vida, y hay candidatos que ofrecen precisamente eso.
 
Los destellos iniciales de sociedad organizada fuera del corporativismo, estimo que pueden fecharse en los años noventa. Pero me parece que tenían nexos demasiado cercanos con partidos políticos y, por ello, muchas organizaciones fueron cooptadas por aquéllos, o bien perdieron ímpetu. Entiendo que es ya en este nuevo régimen, especialmente en lo que va de este siglo, que empezamos a tener, propiamente hablando, organizaciones de la sociedad civil. La demora de éstas ha permitido que una parte no menor de los organismos autónomos sea capturada por los partidos políticos. Y ésa, creo, es la batalla que seguirá a continuación.

 
Publicado originalmente en El Financiero (México)
Sobre Macario Schettino

Se desempeña como Profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en Ciudad de México. Es colaborador editorial y financiero del matutino El Universal. Publica periódicamente en el sitio web del think tank estadounidense The Cato Institute, en español.