POLITICA: SOBRESEIDO POR LA JUEZA SERVINI DE CUBRIA

Horacio Verbitsky, el Señor de la Impunidad

En la Argentina, no es misterio que la Justicia siempre opera en beneficio de los amigos del poder. Y la jueza María Romilda Servini de Cubría mucho conoce de esto. La magistrada, cuestionada por su colaboracionismo con lo peor del menemismo, ahora sobreseyó al ex guerrillero -devenido en periodista de profesión- Horacio Verbitsky en una causa donde fueron acusados de hacer volar el casino de la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal en 1976.

21 de Julio de 2010
Horacio Verbitsky es uno de los personajes más siniestros de la historia de la Argentina, no tanto por su ideología sino porque tuvo participación como ideólogo y ejecutor en la guerrilla que asoló al país en la década de 1970 y que intentó derribar al gobierno democrático de Estela Martínez de Perón. En la semana, se conoció la noticia de que la ex jueza menemista sobreseyó inexplicablemente a Verbitsky en la causa del atentado contra el casino de la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal. El hecho ocurrió el 2 de julio de 1976 y produjo la muerte de 21 personas, todas integrantes de esa fuerza de seguridad. Ese fue el atentado que más víctimas produjo, porque los explosivos estallaron cuando los policías se concentraban en el salón comedor para el almuerzo. El fallo de Servini de Cubría estuvo guiado por un dictamen del fiscal Jorge Alvarez Berlanda, quien tiene experiencia en este tipo de casos porque en octubre de 1999 postuló la declaración de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad en el caso del asesinato del general del ejército chileno Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, por ese crimen fue condenado a perpetua el ex agente de la DINA Arancibia Clavel. Ese fallo fue ratificado en 2004 por la Corte Suprema. Pero, en el estallido del edificio de la Policía Federal, Berlanda adoptó un criterio contrario a la teoría que antes firmó con su puño. Consideró que el artero ataque a la dependencia policial no podía catalogarse como delito de lesa humanidad, pues no cumplía con dos requisitos -a su entender-esenciales para esa identificación: 1) participación del Estado y 2) el Estado actuando fuera de los límites del control. Además, esgrimió que el «terrorismo nacional» difería del «terrorismo internacional», por lo menos en lo que sucedió en la década del 70 en la Argentina, ya que «fue consecuencia de una realidad diferente»: gobierno de facto, discontinuidad constitucional, violación sistemática de los derechos humanos. En cambio, interpretó que el concepto de terrorismo internacional refiere «a la idea de llevar la acción más allá de las fronteras y puede obedecer a muchas causas diferentes». Por lo tanto, juzgó que «no existe un presupuesto lógico que permita establecer la correspondencia entre ?actos de terrorismo? y delitos de lesa humanidad». El criterio de Berlanda-Servini de Cubría es un anticipo de la línea que adoptarán los jueces, fiscales y hasta la Corte Suprema cuando les toque fallar sobre expedientes que tengan como imputados a ex integrantes de las organizaciones guerrilleras como Montoneros, algunos de cuyos ex militantes integran el staff del gobierno de Néstor Kirchner. No es casual, entonces, que este fallo haya beneficiado no sólo a Verbitsky sino también a Mario Eduardo Firmenich, Marcelo Kurlat, Laura Sofovich, Miguel Lauletta, Norbeto Habegger y Lila Victoria Pastoriza, en una docena de acusados en la que figuran además, Rodolfo y Patricia Walsh. Pero Verbitsky también tomó parte en otros atentados, como el que tuviera lugar contra el edificio del Comando General del Ejército Argentino en marzo de 1976. En aquella oportunidad, Verbitsky -cuyo mote de guerra en Montoneros era "el Perro"- accionó el detonador a distancia de un explosivo de alto poder colocado convenientemente en el ingreso del edificio, a los efectos de provocar el mayor daño posible. Los resultados del operativo terrorista fueron los esperados : el conteo arrojó cuatro coroneles del Estado Mayor heridos, junto a otros 18 miembros del Ejército, entre suboficiales, soldados y agentes de civil. E incluso falleció el conductor de un camión que transitaba por la avenida Paseo Colón, de nombre Blas García. Su familia -seguramente por no tener relación con grupos de defensa de los "derechos humanos"- jamás recibió indemnización ni compensación alguna. El dispositivo fue detonado a control remoto por el propio Verbitsky, quien se encontraba situado detrás de una columna sobre la avenida mencionada, punto estratégico desde el cual podía observar con detalle el escenario antes de la explosión. El currículum de Horacio Verbitsky es ciertamente impresionante. El ahora periodista era una de las cabezas de la célula de Inteligencia de Montoneros y en 1975 participó en el copamiento del Regimiento de Monte No. 29, ataque en el cual terroristas pusieron fin a la vida de numerosos conscriptos que se encontraban duchándose o en sus camastros. Verbitsky también está acusado de haber intentado asesinar al General Juan Domingo Perón en dos ocasiones -junio de 1973 y febrero de 1974-. En la última fecha mencionada, su intención era terminar con la vida del ex presidente argentino y también con la del ex dictador uruguayo Bordaberry. Pero el temible personaje también ha sido sindicado por sus compañeros de Montoneros como uno de los principales responsables del secuestro de los hermanos Born, y tuvo a su cargo -junto con otros operativos- el envío de los US$ 60 millones obtenidos por el rescate a la isla de Cuba. Dinero que el ahora desahuciado dictador cubano, Fidel Castro, siempre se negó a retornar. En la última visita de la Primera Dama, Cristina Fernández de Kirchner, a Cuba, este dinero fue tema de conversación en la agenda. La reticencia de Castro frente al pedido de devolución de los fondos que se le hiciera, terminó por humillar a Fernández, quien en pocas palabras, había ido para tratar la cuestión de la deuda cubana con la Argentina, y en particular para reclamar el retorno de los "fondos Born". Volviendo sobre Verbistky, lo descripto hasta aquí sería más que suficiente, pero sus andanzas se prolongan incluso hasta el copamiento del cuartel del Ejército de La Tablada. En el ataque se sindica su participación en operaciones de inteligencia sobre la base, en fechas previas al accionar de los terroristas comandados por Enrique Gorriarán Merlo. Cabe recordar que los terroristas participantes -que en el operativo ejecutaron a conscriptos sin piedad- fueron indultados por el ex presidente Eduardo Duhalde, en una de las medidas más impopulares que se recuerdan de un primer mandatario argentino en los últimos años. El ex presidente Fernando de la Rúa también recibió numerosas presiones para liberar a los terroristas homicidas, pero por las razones ya conocidas no llegó a concretar la medida. Verbitsky tiene también un lado oscuro, no conocido : personajes relacionados con el doble juego que enfrentó a marxistas contra militares en tiempos pasados, también se ocuparon de revelar ciertos nexos del ex guerrillero con la Central de Inteligencia americana. Solo en esta sospecha podría explicarse tamaña impunidad. Es, a este respecto, observable la doble moral del supuesto periodista, quien no se cansa de despotricar contra el imperialismo y Estados Unidos, pero que a la vez no tiene empacho en visitar la embajada americana en Colombia al 4300 cada 4 de julio, para participar del cóctel celebratorio clásico que tradicionalmente se lleva a cabo en ocasión de los aniversarios de la independencia de la Unión. El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que él mismo dirige, recibe fondos provenientes de la Fundación Ford -Ford Foundation-, creada en honor al ex presidente estadounidense recientemente fallecido. Verbitsky jamás lo ha negado. La Fundación Ford fue investigada en forma independiente en Estados Unidos por supuesta triangulación de dineros negros manejados por la inteligencia americana. Finalmente, lo interesante acerca de Verbitsky tiene que ver con los relatos que provienen de sus propios camaradas, muchos de los cuales afirmaron oportunamente que "el Perro" nunca fue capturado por las Fuerzas Armadas pues había llegado a un acuerdo con aquellas para salvar su vida, a cambio de entregar a figuras encumbradas del terrorismo local. En el caso puntual del atentado que perpetrara contra el edificio del Ejército, sus ex camaradas tildaron su accionar de "cobarde", pues luego de la ejecución puso pies en polvorosa, cuando otra de sus responsabilidades era la de coordinar una salida ordenada del resto de los operativos que participaron del ataque. Ambito Financiero fue el único medio que refirió al sobreseimiento de Verbitsky por parte de la polémica jueza Servini de Cubría, y este detalle no es menor, pues ilustra el estado de la libertad de prensa en la República Argentina. Ahora bien, la Justicia siempre aporta lo peor de sus vicios para solidificar su lamentable relación con la política. En la espinosa cuestión de sobreseimiento, expertos juristas oportunamente concluyeron que en nuestro país, la vara con que se miden los delitos de lesa humanidad ciertamente no es la misma. Al respecto del prontuario de Horacio Verbitsky -que también es periodista del impopular Página 12-, sería interesante conocer la opinión de los más encumbrados referentes de los "derechos humanos" en la Argentina. Pero sería gritar palabras al viento, pues ni Hebe de Bonafini, ni Estela Barnes de Carloto, Claudio Lozano, Emilio Pérsico -comprometido en el secuestro de Luis Gerez- y otros elementos del quehacer extremista del país jamás emitirán juicio sobre estos temas, abandonados a su suerte por la "libre expresión" que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir. La noticia también deberá servir a los efectos de aleccionar a la narcotizada ciudadanía argentina, que pocas veces realiza un esfuerzo auténtico a la hora de comprender la calaña de que componen la dirigencia nacional y sus allegados. En este sentido, el rol de la Justicia también peca de gravedad y Servini de Cubría es uno de los íconos del estado actual de falta absoluta de credibilidad que caracteriza a la administración de justicia en la nación.
Ambito Financiero y El Ojo Digital Política