El depredador de su propia miseria
Imposible exigirle a este gobierno que entregue la cabeza de ninguno de los delincuentes que integran su elenco. Pues jamás lo haría. Pero ni siquiera se trata de la cabeza de los delincuentes ocultos. Parece absolutamente elemental que, por lo menos, entregue la cabeza de los imbéciles. Los cuales, además de ser ladrones de gallinas, han perpetrado su felonía a cielo abierto... y a la vista y paciencia de toda la sociedad.