Estados Unidos: desastres causados por hombres
Con terremotos, huracanes e inundaciones, Paul Krugman debe estar extasiado. No por el sufrimiento y la pérdida de vidas, obviamente, sino por la limpieza y la reconstrucción que deberían proveer exactamente el tipo de estímulo keynesiano que Krugman cree que esta economía necesita. Ahora hay una demanda mayor de construcción de viviendas, de remediación de inundaciones y de reparación de autos.
Recuerden que este es el mismo Paul Krugman que dijo, hace pocas semanas, que lo que este país en realidad necesita es una invasión de extraterrestres. Él sugirió que las preparaciones para una guerra intergaláctica significarían que “esta recesión se acabaría en 18 meses”.
Esto es porque Krugman y otros keynesianos creen que el problema de la economía es la falta de demanda. Cualquier cosa, por lo tanto, que provoque la gente —o los gobiernos— compren más cosas es buena, ya sea esto un desastre, una invasión del espacio o un programa de empleos del estado. El mismo Keynes indicó que el estado podía crear empleo durante una recesión simplemente pagándole a algunas personas para que caven hoyos y pagándole a otras para que rellenen esos hoyos. Es simplemente lógico, por lo tanto, que deberíamos darle la bienvenida por lo menos a los efectos económicos de la destrucción, para que podamos crear empleos con la reconstrucción.
De acuerdo a Krugman, entonces, “deberíamos tener mucho gasto creador de empleos por parte del gobierno federal, en gran medida este gasto vendría en la forma de un muy necesitado gasto en reparar y actualizar la infraestructura de la nación. Por cierto, necesitamos más ayuda para los gobiernos de los estados y locales, para que ellos puedan dejar de despedir a los profesores de las escuelas”. Krugman también quiere una extensión más de los beneficios de desempleo y otros aumentos en el gasto social para colocar dinero en bolsillos de la gente y aumentar la demanda. Esos individuos que reciben pagos del estado pueden comprar bienes y servicios que de otra forma no podrían comprar. Los vendedores de esos bienes y servicios reciben un ingreso que de otra manera no recibirían y, por lo tanto, son capaces de comprar, a su vez, bienes y servicios adicionales. Este ciclo se multiplica a través de la economía, generando el crecimiento. Krugman, por ejemplo, estima que “un dólar de gasto público aumenta el PIB en alrededor de $1,50”.
Y era de esperarse que el presidente Obama le de un espaldarazo a viva voz a “la economía según Krugman”.
Los detalles del programa de empleo del presidente se hab[ian mantenido en secreto pero sus lineamientos amplios eran bien conocidos, incluso antes de su discurso. El presidente quiere más gasto federal en infraestructura, incluyendo un “banco para la infraestructura”. Él quiere darle a los estados y gobiernos locales más dinero para reparar y reconstruir escuelas, con la condición de que estos dejen de despedir a sus empleados. Quiere extender los beneficios de desempleo nuevamente. Y como un gesto para aquellos que quieren que se reduzcan los impuestos, pedirá la extensión de los recortes de impuestos aprobados en diciembre de 2010, exactamente el tipo de recorte de impuestos keynesiano que está diseñado no para alentar las inversiones sino para colocar más dinero para gastar en el bolsillo de la gente.
Pero los desastres naturales no generan crecimiento económico. Los huracanes, los terremotos y las invasiones espaciales destruyen riqueza. El dinero que la gente tiene que gastar reconstruyendo sus casas, secando sus sótanos o comprando carros nuevos es dinero que ya no pueden utilizar para irse de vacaciones, enviar a sus hijos a la universidad o gastar en algo que ellos quieren o necesitan. El dinero que las empresas de seguros deben pagar para compensar a las víctimas es dinero que ya no es invertido de otra manera en la economía.
Y por las mismas razones, más gasto público no creará más empleos. El gobierno no tiene dinero propio. De manera que cualquier dinero que utiliza para financiar sus programas y operaciones debe, necesariamente, ser extraído de otros, ya sea mediante impuestos o endeudamiento. Esto significa que habrá menos dinero para que la gente gaste como ellos quisieran gastarlo —particularmente preocupante en un momento de crecimiento económico bajo y desempleo alto— menos dinero disponible para que el sector privado invierta, crezca y contrata trabajadores.
Peor, esto no es solamente cuestión de sustituir un dólar de gasto público por un dólar de gasto privado, aunque obviamente cada dólar que el gobierno gasta últimamente significa un dólar menos de gasto privado. Pero el gasto privado y las decisiones de inversión son asignadas de acuerdo a las fuerzas económicas. La gente busca el mejor retorno sobre sus inversiones o la mejor ganga cuando compra. Los gobiernos asignan mucho o gran parte de su gasto de acuerdo a la política. El resultado es que el gasto público introduce una serie de ineficiencias en la economía, conforme la gente y los negocios pierden tiempo, dinero y energías ya sea tratando de obtener favores del gobierno o de minimizar su porción de los costos del gobierno.
Durante los dos últimos años la administración de Obama y sus críticos han estado argumentando sobre si los últimos seis paquetes de estímulo crearon o salvaron empleos. Sin duda, lo han hecho, y algunos conservadores hacen el ridículo argumentando lo contrario. Los huracanes y terremotos crearán empleos, también. Pero esa no es la verdadera cuestión. Lo que importa es si, en general, estamos mejor o peor gracias a tales eventos.
Cuando se trata de los programas de empleos públicos o estímulo, lo que importa es si esos programas crearon algunos trabajos netos luego de que se han tomado en cuenta todos los efectos negativos del gasto y de la deuda. La pregunta no es “¿Creamos empleos?”, sino más bien “¿Hubiésemos creado más empleos sino hubiésemos desplazado todos esos recursos hacia el estado en primer lugar?”
No hay mucho que podamos hacer para evitar los desastres naturales. Los huracanes y terremotos siempre estarán con nosotros. Pero los desastres causados por los hombres si los podemos prevenir. Con eso en mente, deberíamos rechazar otra ronda de “más de lo mismo” por parte de la administración de Obama.
Este artículo fue publicado originalmente en National Review Online (EE.UU.) el 7 de septiembre de 2011.