Hitler en la Rosada
“El caudillo es, aún, el temido padre primitivo. La masa quiere ser siempre dominada por un poder ilimitado. Ávida de autoridad (…) tiene una inagotable sed de sometimiento” (Sigmund Freud)
La semana que terminó estuvo signada, amén de distintos componentes económicos externos sobre los cuales hablaré al final de esta nota, por tres hechos, más que significativos, que desnudan en qué consistirá la “profundización del modelo” que un exabrupto de don Roberto Felletti, actual Secretario de Hacienda y futuro Diputado Nacional, nos hizo conocer como programa del futuro período presidencial de doña Cristina Fernández de Kirchner.
Que todos esos episodios recuerden a la construcción del “relato” hitleriano, que puso en marcha Joseph Goebbels, no es una mera coincidencia. Me refiero, obviamente, a la censura que don Guillermito Moreno quiere implementar, a un curioso convenio firmado por el Ministro de Educación y el Presidente de Telam, y a una nueva materia que ha pasado a integrar el ciclo básico en la Universidad Nacional de José C. Paz, en el Conurbano bonaerense.
El inefable y patotero Secretario de Comercio Interior no tuvo mejor idea, para ocultar la inflación que, día a día, se come los ingresos de todos los argentinos pero, en especial, de los más pobres, que aplicar multas a las consultoras económicas que llevan estadísticas privadas sobre ese flagelo y cuyos resultados mensuales, como sabemos tanto yo como cualquier ama de casa, duplican las fantasías del Indec.
Los analistas afectados por esas multas –curiosamente, fue excluido de ellas el encuestólogo oficialista Artemio López- silenciaron, en general, sus voces, que desafinaban con el “relato” de don Moreno y de don Amadito Boudou, el Ministro de Economía quuien, para no hablar de inflación, la llama “tensión de precios”.
Frente al prudente y natural miedo de las empresas y de sus titulares, se levantó gran parte de la oposición en la Cámara de Diputados, que comenzó a difundir su propio índice, confeccionado a partir de los estudios realizados por esos particulares.
En el ínterin, don Moreno había denunciado criminalmente a algunas de esas consultoras –Melconian, Ferreres, etc.- por la presunta comisión del delito de “agiotismo” ya que, según él, los analistas mentirían al medir la inflación para favorecer a los tenedores de bonos ajustables por esa variable, y a los bancos, que lucrarían subiendo las tasas de interés.
Llamativos argumentos, ya que la enorme mayoría de esos bonos están, naturalmente, en manos de tenedores locales. ¿Alguien se imagina a un extranjero invirtiendo en bonos emitidos en pesos argentinos?
Pero no paró allí la vocación censora de don Guillermito. Pidió al Juez interviniente que requiriera a los diarios los datos personales de los periodistas que escriben en ellos sobre economía. El joven magistrado a cargo de la investigación, Dr. Alejandro Catania, con una celeridad inusual entre sus pares, hizo suyo tal pedido, con la presunta intención de llamarlos como testigos a la causa.
En esta extraña Argentina kirchnerista no resultaría sorprendente que, con posterioridad, esos mismos periodistas fueran imputados de similar delito por el vehemente y belicoso Secretario de Comercio.
El segundo hecho, el convenio entre Educación –ministerio a cargo de don Alberto Sileoni- y la agencia Telam, cuya Presidencia ocupa don Martín García –ícono de esa nueva categoría denominada “prensa militante”-, es aún más siniestro, si cabe.
En efecto, el objeto del convenio es que los estudiantes secundarios argentinos que han recibido –o lo hagan en el futuro- las notebooks que regala el Gobierno reciban, gratuitamente, los contenidos que produce la agencia, que ha dejado de ser “oficial” para transformarse en “oficialista”. La inocultable intención de colonizar, culturalmente, a los jóvenes recuerda con toda nitidez a las juventudes nazis que formaba el Ministro de Propaganda del III Reich quien, en lugar de computadoras, regalaba radios con igual propósito.
Finalmente, en absoluta sintonía con lo anterior, le cuento que, en la Universidad Nacional de José C. Paz, en la tierra del Intendente Mario Ishii –el mismo que, para irse de vacaciones, dejó en su puesto a su mamá-, se ha incorporado, como materia del ciclo básico y, por tanto, obligatoria, “Filosofía Kirchnerista”.
Más allá de poder discutir si el Gobierno tiene una “filosofía”, nuevamente aparece claro qué pretenden hacer doña Cristina y don Amadito con el país, en qué clase de Venezuela, Ecuador, Bolivia o Nicaragua pretenden convertir a la Argentina, una vez que su triunfo sea confirmado el próximo 23 de octubre.
Porque, si una vez más las mediciones de opinión política tienen razón, la viuda de Kirchner será reelecta por un porcentaje mayor que el que obtuviera en las primarias de agosto. Con esos guarismos, y la suma de voluntades que le aportarán –ya lo están haciendo- las flamantes y férreas convicciones de algunos ex-opositores, la señora Presidente contará con mayoría propia –quizás, hasta las especiales- en ambas cámaras del Congreso.
Si se suma a ello la genuflexa conducta del Poder Judicial, encabezado por una indigna Corte Suprema que, ni siquiera, ha pedido explicaciones a uno de sus miembros por la descubierta propiedad de seis prostíbulos ni ha impuesto el cumplimiento de una sola de sus sentencias, doña Cristina contará, a no dudarlo, con la suma del poder público.
Esas intenciones –está tan confiada en su triunfo que ha decidido desnudarlas aún antes de las elecciones- describen, con total precisión, qué le espera a las libertades individuales en la Argentina a partir de hoy mismo. La abulia y la anomía de la ciudadanía, ahíta de consumo y de deudas, permitirá que eso resulte posible mientras el viento de cola continúe soplando sobre la economía.
Sin embargo, hay preocupantes nubes en el horizonte internacional porque, para subsistir, este demencial “modelo” requiere de un financiamiento que ya ha agotado a todas las cajas hasta hoy saqueadas; me refiero, obviamente, a las reservas del Banco Central, a la cartera de crédito del Banco Nación, al fondo de sustentabilidad de la Anses y a los ahorros privados confiscados en las AFJPs.
Para continuar con la actual expansión del gasto, el Gobierno deberá recurrir a otros caminos extraordinarios, ya que tiene vedado el acceso a los mercados voluntarios de crédito internacional. Tales senderos parecen conducir sólo a la estatización del comercio de granos o al saqueo a las obras sociales sindicales; ambas posibilidades serán, necesariamente, frentes de tormentas complicados.
Pero, como dije, en materia externa la situación se está complicando rápidamente, ya que la crisis de 2008, que comenzó como estrictamente financiera, ha llegado a la economía real y, con ello, está destruyendo las bases de nuestra prosperidad.
Para poder continuar comprándonos soja a precios crecientes –se dice que el “modelo” necesita que suba 20% por año para resultar sustentable sin ajuste-, tanto China como India necesitan poder vender sus propios productos. Lo hacen, claro, a los Estados Unidos y a Europa, cuyas economías están siendo vapuleadas gravemente por la crisis. A mero título informativo, la soja bajó US$ 60 por tonelada en estos días.
Además, la Argentina necesita poder seguir exportando a Brasil, que ha devaluado su moneda, en lo que va del mes de septiembre, en un 15%; es decir, nuestros productos se han encarecido allí en ese porcentaje.
Si esas nubes amenazadoras se transforman en realidades, no habrá blindaje nacional que valga, y el golpe a nuestra situación será muy grave. El humor nacional volverá a girar entonces, esta vez en contra del Gobierno. Éste lo sabe, pero no parece que el equipo económico, más allá de tocar la guitarrita para amenizar las reuniones de La Cámpora, tenga capacidad y tiempo para enfrentarlo.