Wall Street: ocupando el lugar equivocado
Una nueva encuesta USA Today/Gallup muestra que, en lo que se refiere a repartir culpas por los problemas económicos del país, más americanos apuntan a Washington que a Wall Street...
Sin embargo, durante semanas, los llamados manifestantes del movimiento “Ocupar Wall Street” han acampado en el corazón del distrito financiero de Estados Unidos — elevando sus voces en ciudades de todo el país y del mundo— y han calificado al sistema capitalista como la raíz de todos los males.
El domingo, estos manifestantes anticapitalistas recibieron la inestimable ayuda de nada menos que del presidente de Estados Unidos. Barack Obama estaba encantado de prestar su apoyo a los manifestantes —que en ocasiones han estado caracterizadas por escenas de violencia y anarquía — diciendo en el discurso en que se dedicaba el monumento al Dr. Martin Luther King que el mismísimo King habría apoyado a este movimiento. Y ayer, un alto cargo de la Casa Blanca dijo que, durante su último viaje alrededor del país, el presidente hablaría de “los intereses del 99% de los americanos” — haciéndose eco de “El 99%”— el eslogan de los manifestantes.
Todo esto es bastante irónico. Las políticas del presidente Obama han ayudado a crear y prolongar las condiciones económicas que están provocando la frustración de la nación. No es sorprendente que, en un momento en el que hay un 9.1% de desempleo, haya gran descontento con las políticas que perjudican la economía a la vez que se nota cómo se ayuda a compinches políticos y se rescatan bancos y grupos financieros.
Pero la política que los manifestantes de Ocupar Wall Street están proponiendo —así como su rechazo del sistema capitalista— no hará que la economía mejore para los 14 millones de americanos desempleados ni para todos aquellos con problemas debiado a esta economía estancada. De hecho, muchas de las exigencias de los manifestantes son claramente peligrosas y nos alejarían más de su declarado objetivo de mejorar las condiciones económicas para “el 99%”.
Por ejemplo, los llamamientos a profundos límites al comercio son la receta para una segunda Gran Depresión y perjudicarían a los pobres en Estados Unidos – y más que nada al resto del mundo. Lo mismo es cierto acerca de penalizar las transacciones financieras con impuestos o mayor regulación. El capital es la savia de la creación de empleo: es imposible poner en marcha nuevos negocios viables o ampliar las ya existentes oportunidades de empleo sin un sector financiero próspero.
Como muestra la vida de Steve Jobs, el libre mercado ha proporcionado más riqueza y motivado más innovación que cualquier otro sistema en la historia. Por mucho que traten de vilificar a la empresa privada, los manifestantes no pueden negar este hecho, especialmente mientras usan sus iPhones para conectarse con las redes celulares de AT&T o Verizon y así difundir sus mensajes en Facebook y Twitter. Fue el libre mercado el que alimentó y puso en sus manos todas esas innovaciones. El capitalismo, que no es ni más ni menos que el respeto por la propiedad privada y la libertad de negociar con otros seres humanos, ha proporcionado más oportunidades, ha elevado estándares de vida y el bienestar general del mayor número posible de gente que cualquier otro sistema que se haya ingeniado nunca. El capitalismo depende de la libertad y a su vez genera más libertad.
Los manifestantes tienen razón en criticar los desaforados rescates y subsidios. También la Fundación Heritage ha condenado desde hace mucho los desaforados rescates y subsidios. Y no obstante, aumentar el tamaño del gobierno no marcará el fin de tales políticas. Al contrario, las ampliará, como muestra la expansión de Obama dirigida a programas de rescate y apoyo para ayudar a compañías energéticas de su predilección y políticamente conectadas. Sin embargo, mientras que los manifestantes se lamentan de los rescates de Wall Street, muchos están abogando por más rescates para sí mismos, como que les condonen los préstamos estudiantiles e hipotecarios. Eso es tan contrario al capitalismo como lo es rescatar industrias fracasadas.
Ultimadamente, los manifestantes están expresando su descontento con el rumbo tomado por Estados Unidos. Ese descontento es compartido por muchos americanos de derechas, de izquierdas y centristas. Estados Unidos va en la dirección equivocada. Pero la respuesta no es acelerar el actual rumbo de más gobierno y menos libertad. En su lugar, necesitamos liberarnos del excesivamente invasivo gobierno y confiar en que el 99% tomen sus propias decisiones en un mercado libre.
Los manifestantes tienen razón en estar frustrados con el estado de la economía, el persistente desempleo y la falta de creación de empleo y oportunidades. Pero hay una forma mejor de resolver el problema — el gobierno no debería hacer más daño, debería quitarse de enmedio y dejar que trabaje la empresa privada, la libre empresa.