Corrida contra el peso en ciernes
Una corrida… es la fiera… que el gaucho debe enfrentar...; porque el apuro no espera. Y el dólar… es la manera… para hacerse respetar (G.A.B. / Poemas de la Argentina trágica)
Están, verdaderamente, a un tris de ponerse al país de sombrero.
Al pasto, ya se fueron. Ahora tratan de salir marcha atrás y no les importa demasiado que se los lleve puestos el mercado, que viene a 200 km por hora por esa misma pista… por culpa exclusiva de ellos.
La verdad de todas las verdades es escalofriante... y nadie la dice:
La gente no sólo se lleva los dólares.
También se lleva sus pesos (precisamente para comprar dólares) y, en verdad, en este tema, los funcionarios y los legisladores han sido los primeros que pasaron por sus bancos y se llevaron hasta los mojadores.
Como siempre ha ocurrido con la turbia cáfila de aventureros que nos gobierna, ahora también, apenas sintieron olor a naufragio, el terror puso al desnudo su conmovedora moral de baldío.
El palacio empezó a ser, en ese mismo instante, lo más parecido a la obra de Fedor Dostoyevsky, "Los Hermanos Karamazov".
En verdad, se despellejaron vivos entre ellos, al punto tal de que parece haberse desatado ya una especie de cariocinesis silenciosa… pero realmente muy grave en el núcleo celular de Olivos... incluída la llamada “mesa chica”.
El origen del desastre reconoce tres factores principales:
1) La realidad implacable, que vino a cobrarles caro el “sinceramiento” de la distorsión de mil precios artificializados hasta el delirio, incluyendo el dólar, con una corrida bancaria contra todos los depósitos de cualquier índole sobre la que aún no se sabe hasta qué nivel puede llegar. En este proceso, el primer fotograma que tiene la raíz de los males es la inflación mentida.
2) La inexistencia de economistas de fuste en el seno de las decisiones.
3) El hueco de control (ya que no de idoneidad, pues no la posee) que empieza a dejar tras de sí el nuevo Vicepresidente, en un área tan sensibilizada como lo es el Ministerio de Economía (uno de los epicentros, sino el único, de distribución de la “caja”).
Este último factor merece mejor explicación:
Recordando sus tiempos como funcionario del Municipio de la Costa, una etapa en la que no dejó rincón sin contaminar, este joven, naturalmente, se había propuesto dejar instalados en todos los pisos de Hacienda (y en los lugares clave) a varios de sus comisarios políticos de mayor confianza.
Avisados de este asunto quienes se disponían a tomar por asalto ese lugar, llevaron a la reina todo tipo de versiones horribles, acerca de quién ha sido elegido por ella misma, como su compañero de fórmula.
Desde grabaciones de los dos teléfonos celulares que usa, hasta videos de toda categoría. El motociclista se horrorizó con el ataque y se dio cuenta de que, en materia de terrorismo, con los montoneros no se jode.
Parece imposible, pues, en estas insólitas condiciones, mostrar a todos el programado “relanzamiento” del gobierno dentro de 26 días, sin que la gente pueda ver en modo claro que ya no hay sonrisas entre ambos.
Una de las gravísimas frases del joven Vice electo, fue: "Yo no tengo nada que ver con estas medidas desastrosas que provocaron la corrida".
El fastidio y la sorpresa se mezclaron para retorcerle los intestinos a todo el elenco menos distal de la mandataria, empezando por "La Cámpora".
La monarca necesita -ya mismo- mostrar una cara idónea al frente de la catástrofe macroeconómica más peligrosa que puede llegar a desatársele de un momento a otro y que ahora mismo le chisporrotea por los pies.
Pero, para decirlo sin ambages, es muy difícil salir de esto, por cuanto desmontar un cerco policíaco, fiscal y bancario tan furibundo sin una gran explosión de certidumbre mágica sería pegarse, otra vez, con el cucurucho en la frente y desatar una conmoción de final impredecible.
Y reitero:
Para colmo, les consta a varios observadores confidenciales que, entre los primeros en alertar a sus amigos y sus familiares que tomen recaudos y se lleven sus depósitos de los bancos, han estado nada menos que varios funcionarios de distintos niveles del área de Planificación y Economía.
Los primeros en los mostradores bancarios fueron, pues, ellos mismos.
Basta pedirle a cualquiera de ellos que muestre en qué moneda tiene sus fondos, desde cuándo y en qué lugar decidió guardarlos.
Una mayoría confundida suele ser irreversible en sus decisiones.
No repara en que camina derecho a un precipicio, ni en que sus reproches estarán muertos antes de nacer.
Nadie podrá reprocharle nada a quien nada ha prometido.
Esa mayoría, confundida y sorda, ya puede nominarse, precisamente, como los cómplices inocentes de este crimen perfecto electoral. (¿Inocentes, indolentes o ignorantes?)
Y acaso un día -viendo lo que han provocado- podrán decir que sólo ha sido que jamás lo imaginaron, que tuvieron miedo de las represalias, que fue una especie de prevención a lo desconocido... que en verdad era sólo gran terror a los cambios y, tal vez, una insoportable inseguridad ante lo nuevo.
Incluso sabiendo, como sabían, que no existía ni una sola voz objetiva que no les advirtiera sobre las muy serias complicaciones que se venían.
Igual votaron a un holograma.
Una imagen virtual, tridimensional, que apenas se percibe en el aire por las interferencias causadas por la luz reflejada de un cuerpo con luminosidad absolutamente trucha e indirecta.
Una imagen que parece que existe... pero no existe.
A mucha gente se les dijo que, si esto llegaba a cambiar, su empleo y sus subsidios personales estaban en grave peligro.
Desde sus primeros compases, esta rara y rampante Catalina de Medicis ha trabajado arduamente en su partitura, buscando los espacios en los cuales esconder las postergaciones, negar las simulaciones... y ataviar de idóneas las improvisaciones. Muestra su pobreza intelectual, el hecho de ignorar que, por este camino, la realidad la iba a llevar, de una oreja... a "pasar por ventanilla" y ponerse de rodillas, para darle su razón a esa realidad.
Ese momento... es ahora.
Pero ella rehúsa, y no tiene ni idea sobre qué debe hacer con la corrida.
Los cerebros de los que depende son: Carlos Zannini, Oscar Parrilli, el genio de Guillermo Moreno, su hijo... y la joven girocéfala del BCRA.
Apelará, casi sin trepidar -rápida como el rayo- a las teorías conspirativas, acusando a los guiñapos de la oposición, a empresarios y banqueros, de ser los responsables de esta maniobra de “golpe de mercado”.
Todavía ella ve que campea el mutismo de las ovejas... y cuenta por ahora con que nadie le chistará una réplica.
Y bien sabe todo el mundo que casi todos los ideólogos del mal que acompañaron su gestión son los que tejieron estas tensiones que hoy están flotando, como una niebla, sobre toda la sociedad.
Como profeta de su propio desierto político, sin partido y sin proyecto, ella querrá ensayar una Cadena Nacional, mezcla de súplica y soberbia, en dosis equipolentes.
Tratará de decretar la salida del infierno por su propia cuenta... y no porque exista un escenario ideal de bienestar que ella conozca, al cual se pueda aspirar honestamente y en cuyo camino ascendente podamos así reconocernos transitando.
Si llega a ocurrir una contaminación general de este virus que ha aparecido, lamentablemente, en este tránsito... no moriremos de golpe.
Será algo lento y sangrante, doloroso y desgarrador.
Y esto es así, por una simple razón:
No existe nadie con poder o con coraje para exigirle que, si no sabe, se vaya.
Sólo un ramillete de milagros puebla la fantasía de los ilusos en todos los cuales están igualmente proscriptos la dignidad y los ideales.
Debemos pasar por ventanilla y destapar la alfombra junto con ella.
Una alfombra de falsa virtud, bajo cuya superficie se han barrido una y mil cosas que alcanzarían para estremecernos.
Eso ha votado la mayoría: que todos pasemos por ventanilla;
Ella, para retirar el brutal precio que impone la realidad.
Los asustados, para retirar sus dólares.
Y el resto -viendo lo que hicieron los funcionarios-, para retirar sus pesos... y hasta los mojadores de los dedos.
Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse, para El Ojo Digital Política
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