Sobre la crisis de los dólares en Argentina
Argentina tiene la preocupante tendencia a entrar en crisis aproximadamente cada 10 años. Lo más extraordinario de esta tendencia es que todas las crisis son prácticamente iguales: comienzan con una escasez de dólares, prosiguen con restricciones a la compra de dólares y terminan con devaluaciones catastróficas y aumentos violentos en la tasa de inflación y serios problemas en el pago de las deudas. Esto sucede independientemente del régimen monetario presente al momento de la crisis y en los años anteriores a ésta.
Para hacer corta la historia, sin hablar de crisis anteriores a los últimos treinta años, esto sucedió a principios de los ochenta, a principios de los noventa, en 2001; y está comenzando a pasar ahora. En cada uno de estos casos, las relaciones con el dólar eran distintas: en los setenta, el Banco Central creaba dinero y devaluaba de acuerdo a un programa; en los ochenta, el Banco Central creaba tanto dinero y lo devaluaba como le daba la gana, hasta que llegó a generar una hiperinflación con saqueos de tiendas; en los noventa, el Banco Central no devaluaba y sólo creaba un peso nuevo si usted le daba un dólar. En los dos mil, otra vez el Banco Central creaba dinero y lo devaluaba cuando la daba la gana. Y en todos los casos el final fue igual.
Esta uniformidad proviene de que estos problemas le llegan a Argentina por tres razones. Primero, porque el gobierno no tiene disciplina ni en el gasto ni cuando está en regímenes que le permiten hacerlo, en la creación de dinero. Segundo, porque el país depende crucialmente de la exportación de bienes primarios (los que no requieren mucha preparación, como la carne, la soya, los minerales) y los precios de estos productos son altamente volátiles, generando grandes abundancias cuando estos precios suben en los mercados internacionales, y crisis cuando estos precios bajan. Tercero, porque los gobiernos -por razones políticas obvias- siempre atribuyen el alto crecimiento que acompaña a los booms a sus sabias políticas, y no se preparan para cuando el golpe inevitablemente venga con la caída de los precios de los productos primarios, o para cuando ya no sigan creciendo como crecieron en el auge del boom.
Esto es lo que ha vuelto a ocurrir. Ahora, Argentina, que hace unos años presumía de tener una moneda mas fuerte que el dólar, se halla en crisis porque la gente, desesperada por conseguir dólares para llenar sus necesidades más esenciales, está causando una caída muy grande en las reservas de dólares del Banco Central (que ha perdido $583 millones en sólo ocho días) y ha abierto un mercado negro en el que los dólares valen 15 por ciento más que en el mercado oficial. Quienes creen que las devaluaciones son la solución para cualquier cosa, se preguntan por qué Argentina no devalúa en este momento, ya que el gobierno ha dicho por tanto tiempo ha dicho que las iniciales devaluaciones fueron las que llevaron a las altas tasas de crecimiento de los últimos años. No lo hacen por dos razones. Primero, porque estas tasas no se debieron a las devaluaciones, sino al hecho de que subieron los precios de los productos primarios. Segundo, porque si devalúan, la inflación, que ya es de cerca de 30 por ciento anual, aumentaría sustancialmente, con lo que la gente demandaría más dólares para protegerse de la inflación, causando aún mayores caídas de reservas, en un círculo vicioso sin otro fin que una tremenda crisis financiera al estilo argentino.
La crisis también está exponiendo otro elemento que los que creen en las monedas propias en los países en desarrollo prefieren ignorar: que la economía argentina se encuentra altamente dolarizada, a pesar de tener como moneda el peso. Los bienes raíces, por ejemplo, todos, incluyendo las ventas y los alquileres se observan denominados en dólares precisamente porque la gente sabe que los gobiernos imprimen demasiados pesos y esto lleva a devaluaciones. Entonces, la falta de dólares ha paralizado no sólo la industria (que los necesita para materias primas), el comercio y los servicios, sino también la construcción.
Pareciera que Latinoamérica jamás aprenderá. Lo que está sucediendo en Argentina está comenzando a pasar en Brasil, y pronto tendrá lugar en varios otros países de Sudamérica. Todas las ideas frente a que América Latina crecía más porque tenían monedas propias se desvanecerán en el humo de estas crisis que ya dan inicio porque lo que le escasea no son los pesos, sino la moneda estadounidense.
* El autor es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).