El debate sobre China
¿Quiere leer algo verdaderamente preocupante? China ha aumentado su presupuesto de defensa en porcentajes de doble dígito anualmente en los últimos 20 años. Justo cuando China parece estar pisando el acelerador para algún objetivo indefinido, Estados Unidos está reduciendo su presupuesto de defensa a un ritmo igualmente rápido. A pesar del claro contraste, el presidente Obama dijo recientemente que las reducciones en el gasto de defensa de Estados Unidos “no será —repito, no será— a expensas de la región Asia-Pacífico”.
Ayer, Obama visitó Australia para anunciar una renovada presencia de tropas americanas en meses venideros, parte de un nuevo acuerdo de seguridad pensado como respuesta a una China cada vez más agresiva. El presidente rechazó la conexión, pero aumentar la presencia americana en el Pacífico sí está relacionado y es crucial — siempre y cuando se haga con genuina intención, según Bruce Klingner, experto de la Fundación Heritage en temas de Asia.
Cuando los candidatos republicanos a la presidencia se reúnan el próximo martes en un debate de política exterior patrocinado por la Fundación Heritage y el American Enterprise Institute, deberían centrarse en el complejo equilibrio que hay entre mantener lazos económicos de cooperación y afirmar una sólida y duradera presencia militar en Asia con financiación suficiente. La complicada estabilidad de nuestra relación con China y nuestra posición como superpotencia mundial dependen en parte de este equilibrio.
La situación es ciertamente complicada. Ayer, Estados Unidos alcanzó los $15 billones de deuda — mucha de la cual está en poder de los chinos. A pesar de esta realidad, China es verdaderamente dependiente de Estados Unidos debido a una economía altamente propulsada por la inversión y que prospera en un sistema abierto de comercio global. Es un sistema en el cual Estados Unidos es, con mucho, el mejor cliente y socio comercial de China, algo que se pasa por alto a menudo en lo que Derek Scissors, experto de la Fundación Heritage en temas de China, dice que es el sobrevalorado sistema económico chino.
China es simultáneamente uno de los grandes competidores de Estados Unidos y uno de sus mayores socios en la región Asia-Pacífico en los ámbitos de la energía, comercio, economía y mucho más, pero la perturbadora agresión militar de China es quizá el asunto más preocupante de todos. Reafirmar de forma tangible la autoridad de Estados Unidos dará garantías de nuestro compromiso a nuestros amigos en la región y con ello se cumple la reciente promesa del secretario de Defensa, Leon Panetta, de una presencia militar americana más sólida en Asia.
Estados Unidos debería avanzar con delicadeza. Un plan calculado que se centre en problemas fundamentales como los perjudiciales subsidios chinos, alianzas con territorios cercanos, la transparencia de los mercados y conservar una fuerte capacidad de respuesta ante violaciones de derechos humanos constituiría una victoria estratégica.
Scissors afirma que los subsidios chinos a empresas públicas o controladas por el Estado son un área de interés vital en la forma cómo aborda el Congreso americano la cuestión china. Scissors dice que “demasiado poco consumo y demasiada inversión” son los dos aspectos que más contribuyen a los amenazadores desequilibrios económicos globales cuando se trata de China.
Estados Unidos debería también tomar en cuenta a nuestros otros aliados y socios comerciales en las zonas que circundan la región Asia-Pacífico. Kim Holmes, vicepresidente de Estudios de Politica Exterior y Defensa de la Fundación Heritage, señala que China se ha vuelto más agresiva en sus reivindicaciones territoriales en el sur del Mar de China, así que Estados Unidos debe ser señaladamente contundente en las reivindicaciones territoriales que afecten a nuestros aliados.
Klingner explica que una presencia militar americana sostenida “es una señal tangible del compromiso de Estados Unidos con la paz y la seguridad del Pacífico”. Sin embargo, queda la pregunta de si Estados Unidos puede mantener un papel decisivo y duradero en la región Asia-Pacífico a la luz de los recortes prespuestarios planeados en defensa por $465,000 millones.
China también ha sido particularmente agresiva a la hora de invertir en “energías limpias”, suscitando que el presidente Barack Obama la declare una nación líder del movimiento. Pero esa es una declaración equivocada. Como detalla Scissors, Estados Unidos ha aumentado su eficiencia energética en un 2.5% anual durante la última década, mientras que China solo aumentó la eficiencia en un 1.7%, a pesar de la llamada “inversión” en energía verde.
Esta semana, el Departamento de Estado abre la Oficina de Recursos Energéticos y se dice que esta trabajará estrechamente con China debido a su posición como el mayor emisor de carbono del planeta. Un consejo: Es mejor dejar que el libre mercado de la energía prevalezca sobre el intervencionismo gubernamental.
China también debe admitir que tiene un tétrico historial de derechos humanos que no ha mejorado desde la masacre de la Plaza Tiananmen en 1989. Fue justo el año pasado cuando se entregó el Premio Nobel de la Paz a una silla vacía porque el ganador, Liu Xiaobo, y su familia fueron encarcelados por el gobierno chino por hablar a favor de reformas políticas y democráticas.
El gobierno se resiste a cualquier intento de relajar las restricciones a la libertad de expresión, prensa, reunión o culto y hace caso omiso de la discriminación contra las mujeres y la persistente trata de menores. El presidente Obama se ha hecho de la vista gorda repetidas veces ante este comportamiento y ha eludido al Dalai Lama, líder espiritual de los budistas tibetanos que reprime China.
China se enfrenta a una importante transición de su cúpula dirigente el próximo año, por lo que sus políticas y postura oficial no son necesariamente inalterables. Por tanto, los líderes de Estados Unidos debería monitorear constantemente el estado de la defensa y economía chinas en busca de cambios relevantes, cruciales, que pueden afectar la forma cómo tratar a China en adelante. Mantener una fuerte presencia de Estados Unidos en la región del Pacífico es imperativo para conservar nuestra posición en el mundo y debemos garantizar la financiación necesaria para que así sea.
La versión en inglés de este artículo se publicó en Heritage.org.
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