INTERNACIONALES: PUBLICADO EN ABC.ES, DE ESPAÑA

De la Rúa insiste: "Aznar fue el primero que me dijo que Duhalde preparaba un golpe de estado contra mi gobierno"

Al cumplirse diez años del “corralito” (límite de acceso a depósitos en efectivo), el ex presidente Fernando de La Rúa recuerda cómo se forjó esa medida, sus efectos y las similitudes que hay entre la crisis española, la global y la histórica que padeció Argentina durante su desafortunado mandato (del 10 de diciembre de 1999 al 20 de diciembre del 2001).

28 de Noviembre de 2011

Una década después de tener que abandonar precipitadamente la Casa Rosada, De La Rúa cuenta que hoy la gente le pide, “por la calle, tomarse fotos conmigo”. Aquellos días de abucheos para él y su familia, -a su hijo Aíto, una señora llegó a darle una bofetada-, forman parte del pasado. La explicación de este cambio de humor social, a su juicio, se encuentra en que ha cedido, “la presión de la prensa, que dirige la opinión pública y predispone las actitudes de la gente. Cuando eso sucede –asegura- la gente reflexiona”-

Coherente en el tiempo De La Rúa, insiste en que el “corralito” era imprescindible: “Fue una medida de racionalidad, de bancarización de la economía frente a una estampida de divisas alentada”. Quizás, podría establecerse aquella fecha del “corralito” –la del 3 de diciembre- como el principio de la cuenta atrás de su Gobierno del que el 20 de diciembre también se cumple una década. “Ese fue el peor día de mi vida…Hasta mi traslado en helicóptero lo quisieron interpretar como un símbolo de que yo huía cuando me desplazaba en él todos los días. El error –reflexiona- fue que el piloto lo posó sobre la casa de Gobierno y no en la explanada de siempre”. Esa imagen intentó borrarla de la memoria colectiva al día siguiente: “Volví a la Casa Rosada y me reuní con Felipe González, un gran amigo que venía a ayudar a Argentina”.

A ese “gran amigo” hoy, “le ando buscando pero no le encuentro. Recuerdo sus comentarios, con un poco de sorna, porque me iba a Nueva York a negociar en persona la ayuda financiera. Los hacía como diciendo que le daba pena que un presidente hiciera algo así. Mire ahora a España”.
 

-¿Puede decirse que Argentina fue pionera en crisis como las que vemos hoy en el mundo?

-Tuvimos una crisis financiera y éstas, como se aprecia hoy, están más allá de los gobernantes. En un mundo globalizado, el contagio ahora es inmediato y los efectos, fatales.

-¿Encuentra algún parecido con España?

-España estuvo muy bien en los tiempos en que la Comunidad Europea le brindó, principalmente con fondos de Alemania, asistencia para la transición económica. La pregunta es, ¿qué hicieron los Gobiernos de España para entrar en crisis cuando, con esos fondos, debería ser una potencia? Hoy España se alegra de sus inversiones en Argentina porque las remesas de sus dividendos ayudan mucho a sus empresas.

-Con la perspectiva del tiempo, ¿qué paso en Argentina para padecer la crisis más grave de su historia?

-Los organismos financieros internacionales fueron los principales responsables. Los mismos que estaban contra Argentina eran los que en ese momento estaban de pie sobre las hipotecas subprime y causaron la posterior crisis mundial. Fue un grave error de Estados Unidos, a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), representado por el director gerente de entonces, el alemán Horst Köhler. El estaba molesto porque Argentina había anulado un contrato con Siemens para fabricar los DNI.

-¿Exactamente qué le reprocha al FMI?

-Que obró como elemento desestabilizador y no de cooperación. A ellos les preocupaba Brasil que tenía una deuda similar a la nuestra. Querían dar un escarmiento y su duda estaba entre Turquía, que tiene una base estadounidense y Argentina. Decidieron dejarnos caer al negarnos el último tramo de una ayuda comprometida. Fíjese que distinta es su actuación hoy con Grecia. Si nos hubiesen asistido con una décima parte de lo que le dan a Grecia, que tiene una situación peor a la que tenía Argentina, nos recuperábamos totalmente.

-Su opinión de Horst Köhler…

-Un atrevido, un soberbio. Llegó a decir que en Argentina estábamos todos locos. Luego fue presidente de Alemania y tuvo que renunciar entre lágrimas cuando dijo que su país mandaba soldados a Afganistán por intereses comerciales.

-Usted propone una legislación internacional nueva para prevenir crisis…

-Las políticas no las manejan los gobiernos, sino agentes financieros con intereses ocultos. Si ahondamos un poco, esta crisis global es una consecuencia de movimientos financieros y de especulación de las calificadoras de riesgos para favorecer a sus clientes. Es imprescindible una nueva regulación. La única transparencia que se ha incorporado en el mundo ha sido la de la lucha contra el terrorismo, pero no la transparencia contra el terrorismo financiero que afecta a nuestros países.

-Cuando llegó al gobierno, ¿cuál fue su principal preocupación?

-Pensaba que mi drama sería si se producía una estampida de divisas. Recordé la de la libra con George Soros (movimiento especulador) y la de la peseta durante el Gobierno de Felipe González: él me contó que investigó y el causante resultó ser una colocadora de títulos.

-¿Cómo empezó a barajar la idea del “corralito”?

-El 2001, arrancó una fuga de divisas. Estados Unidos nos exigía el déficit cero y tras los atentados de las Torres Gemelas, como en el resto del mundo, la recaudación fiscal descendió. No tuvimos más remedio que organizar “el corralito”. Lo hicimos para amparar a los ahorristas y ordenar la situación de los bancos. Todo en un escenario en el qua había hasta emisoras de radio opositoras que aconsejaban a la gente que sacara rápido su dinero de los bancos porque se acababan los fondos. Era una bancarización de la economía: la gente seguían disponiendo de su dinero, pesos, dólares, con cheques, con tarjetas… No se paralizó la economía.

-Pero la gente se asustó…

-Lo más grave sucedió en el 2002 cuando Duhalde se apropia de los fondos de los ahorristas, impone una devaluación que significa bajar el 50 por ciento de los salarios y provoca la caída abrupta del PIB. Pero “el corralito” se utiliza después como un símbolo, aunque la gente protestó con cacerolas cuando Duhalde impuso “el corralón” (bloqueo de depósitos y devaluación).

-Las primeras cacerolas sonaron en su gobierno...

-Pero fueron por razones políticas, no porque el gobierno se apropiara de los fondos. Yo cometí un error al decretar el Estado Sitio en Buenos Aires, pedido por el gobernador Carlos Ruckauf, porque habían alentado a la gente para asaltar supermercados. Informé por radio y la sociedad no entendió el significado o yo no lo expliqué bien. Fue un error mío pero ya estaba en marcha el plan para derrocar mi Gobierno.

-Carlos Saúl Menem dijo que detrás de ese plan estaba el ex presidente Eduardo Duhalde.

-Sí, Duhalde estaba detrás. El 20 de septiembre lo había anunciado a muchos. El primero que me lo contó fue Aznar. Me dijo: ¿No lo sabes? Dos meses antes, me vino Duhalde y me dijo: Oye por qué no me ayudas que yo asumo el Gobierno en diciembre. ¡Pero, cómo, si está De la Rúa, que es amigo mío! le contestó Aznar. Hoy todo el mundo sabe que aquello fue un golpe civil pero eso es historia. [no acepta interpelación para inquirir sobre los presidentes que hubo entre él y Duhalde].

- El "experimento argentino", como Usted lo ha llamado, ¿dejó alguna lección?

- La gran lección que quedó fue que, frente a crisis graves, los países precisan gestos de grandeza. La clase política debe actuar con patriotismo, unirse para buscar soluciones, dar confianza y seguridad a la ciudadanía. El egoísmo, el afán de derrocar al gobierno elegido en las urnas fue una irresponsabilidad. Tampoco olvido el costado interno de la crisis y yo hago mi autocrítica.

Por Carmen de Carlos, ABC.es