Código secreto para otros cuatro años
Si “El” estuvo cuatro años, sin haber quedado preso… Y si tan solo por eso… le hicieron un mausoleo, No creo que sea un exceso… Y no me parece feo, Que yo pida… si me muero… Que mi tumba, sea el Congreso. (G.A. Bunse - Poemas de la Argentina trágica)
Los graves problemas del país permanecen intactos.
La “soberbia en carroza” paseará otra vez, de ida o de vuelta, por la Avenida de Mayo. Sin renunciar jamás a la escolta de los “granaderos a caballo”, a todos los cuales odia, desde antes de su adolescencia.
Y, sin privarse de escudriñar los 716 ómnibus (ya contratados), para que haya -en cualquier punto de su trayectoria del sábado 10- una plétora de pañuelitos blancos saludando su paso, tal como lo exigía Elena Petrescu.
Ella no hizo el menor intento de resolver nada.
Al contrario; el retraso tarifario, que fue su herramienta para engañar a un pueblo de opas estructurales, fue convertido ahora por ella, sin el menor escrúpulo, en un circo en el que todos los espectadores deben ponerse un gran bonete de complejo de culpa.
"Culpables de haber estado recibiendo… algo que no nos correspondía".
Que la grave irresponsabilidad de ella haya quedado a salvo sólo puede explicarse porque existe una insólita sociedad que prefiere vivir en babia.
Y el Congreso, como único resorte constitucional que puede autorizar regular, impedir, diseñar o detener cimbronazos desmedidos en cualquier desembolso de los ciudadanos -bien sea por impuestos o por tarifas- está mudo. Y no se atreve a detener esta salvajada, o acaso le importa un bledo.
Quien piense que aquí vamos camino de resolver alguno de los desastres que nos afligían en el país, comete un craso error.
Como siempre, lo que ella denomina (en modo mentiroso) el "Modelo" consiste en ir resolviendo o emparchando sólo las consecuencias. Sólo los efectos de los desastres que han provocado en ocho años. Pero jamás las causas (resolver causas excede, en mucho, su capacidad).
Y, de cara a algunos asuntos, realmente corresponde hacer un gran esfuerzo para no pensar que se empeña en el mal, o peor, en la malicia científica.
Cuesta mucho creer que no sepa o que nadie le haya dicho que el manto de incertidumbre que ella se ha emperrado en sembrar es un lastre terrible para la República.
En consecuencia, lo único que puede suponerse es que la monarca hace todo lo que hace, en forma totalmente deliberada.
Es decir, hay una voluntad cristalizada en lo fáctico de hacer el mal.
A pocas horas de relevarse en el espejo a sí misma, nadie sabe tres belines respecto de quién rayos dirige o dirigirá la economía totalitaria de esta Nación.
¿Es ella misma? No; no es ella. Pues no tiene la menor noción.
Se trata de tres descerebrados que, ahora mismo, constituyen una especie de comité secreto de crisis, en el cual la idea más preclara es, como queda dicho, “el parche”, el remiendo transitorio... o la patada hacia adelante.
Lo de siempre: POSTERGACION, IMPROVISACION Y SIMULACION.
Como he pronosticado en estas líneas, la teatralización de la renuncia a los subsidios no sólo fue un capítulo más de la farsa sino que, ahora, el gran tarifazo que prepararon ha de caer sobre todo el mundo, sin excepción.
¿Para que montaron, pues, el circo de los renunciamientos?
Obligan a las personas a contestar un formulario de doce preguntas -absolutamente improcedentes- para que se haga la declaración jurada de pobreza.
¿Para qué existe entonces el presupuesto multimillonario de la AFIP, en la que deberían tener -con exactitud- el registro de esas respuestas?
Es todo un gambito tan pueril, que no podría aplicarse, si no es con ovejas.
Tratan de resolver el conflicto sobre la hora próxima, sin saber a donde van. Acaso porque, realmente, lo que ocurre es que no van hacia ninguna parte.
Lo he ejemplificado en estas líneas, más de una vez.
Ella es como una langosta.
Es una verdadera infeliz; una infeliz estructural que se encuentra, de súbito, en un paraje absolutamente desconocido, por ejemplo, con una corrida cambiaria o con una trampa de subsidios que retrasó solo para ganar votos.
Entonces, entre su malicia y su irresponsabilidad mayúscula de aventurera y soberbia, ¿qué le ocurre a nuestra langosta?
No se sabe cómo pero, en un momento determinado se le dispara un resorte de la sin razón del salto...
Y allá va, por los aires, hacia no se sabe dónde. Hasta caer en otro lugar absolutamente nuevo, desconocido. Un paraje cuyos peligros desconoce y hasta el cual llegó en una especie de vuelo de resorte no programado, que sólo tuvo origen en el hecho de que su anterior posición se tornaba ya insostenible.
Y en ese nuevo paisaje, trata de ver qué rayos hace (pone a la policía a controlar el dólar y a la AFIP a apretar a los bancos). Y otra vez prepara otro salto nuestra querida langosta. Ni ella misma sabe cuándo acontecerá el disparo.
Hay aquí un pequeño detalle: en el salto hacia el "no sé donde", esta langosta nos lleva puestos a todos.
El Ministro de Economía -que jamás existió como tal- ha sido enviado al noveno círculo del infierno (en su cuarta zona, que coincide con la de los traidores).
Fue por indicación e instigación de "La Cámpora", que codicia ese coto de caza para ponerlo bajo su control.
Pero, el jovenzuelo -sin el menor arrojo y sin un ápice de dignidad- hace una semana que se encuentra de rodillas. Pidiendo clemencia y perdón.
Entre Lorenzino, Fábregas, Nicholson, Blejer -y hasta el propio De Vido-, fue danzando la candidatura a la cartera económica que la monarca optó por dejar como incógnita. Como muestra de su adoración, casi morbosa, por la incertidumbre.
Los dirigentes a los que ella puede echar mano deben tener de un modo forzoso, una precondición insalvable: ser rastreros incondicionales.
Por lo tanto, la totalidad de los aspirantes políticos del oficialismo son una fauna tóxica que se expande muy rápido debajo de los sumideros.
Aceptar los códigos nauseabundos que allí se juran es suficiente para pasar a formar parte del foco séptico que han elegido como hábitat para sobrevivir.
Son rastreros, como se ha dicho, pero lo son respecto de ella. Y una de las características principales de un rastrero consiste en "ser más papista que el Papa". Bajo este precepto, y con tal de agradarle a ella, salen por las rendijas a toda hora para hacer daño, contaminar, y producirle alguna enfermedad a cualquiera que elijan como blanco.
Lo hacen sin ningún disimulo, creyendo que ya la gente toma eso como algo normal y que, incluso, lo digiere con cierta alegría.
Cuesta aceptar verlo al Pretor de los Precios, usando con evidente saña su augusta posición de poder, conferida por ella, para insultar y agredir a una persona que no se deja someter. Y es importante advertir hoy que, tan enorme confusión de su rol institucional, revela que a nadie, en el pináculo del poder, le preocupa demasiado la desproporción increíble del uso de la potencia del Estado contra un ciudadano.
Ese solo hecho, puesto en perspectiva, es verdaderamente grave.
El terrorismo de Estado -que ella misma ha execrado- se sostiene en idénticos principios filosóficos y en la misma liturgia unilateral.
Con sólo el 5% del esfuerzo que le dedican diariamente a la obra directa del mal, puesto unívocamente a favor del país, seríamos otros. Se ve allí que el código secreto para los cuatro años que vienen se base en que el país apenas sobreviva, como lo ha hecho hasta ahora: no gracias a ellos. Sino, pese a ellos.
Por el Lic. Gustavo A. Bunse, para El Ojo Digital Política
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