Hace dos años el Washington Post reportó que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU. trajo al país a peligrosos narcotraficantes mexicanos (en inglés) quienes, mientras continuaban sus actividades criminales en México y en EE.UU., también servían de informantes para las autoridades federales en su guerra contra las drogas.
En junio, la Operación Rápido y Furioso salió a la luz en la cual el Buró de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés) permitió que individuos sospechosos compraran armas en EE.UU. y las contrabandearan a México (en inglés). El propósito era rastrear las armas hasta el comprador final –un cartel mexicano. En total, la ATF permitió la compra de cientos de armas por parte de los carteles mexicanos. Muchas de estas fueron luego encontradas en escenas de crímenes en México, incluyendo una en la que un agente de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. fue asesinado.
Hace una semana, el New York Times reportó que la Agencia de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) ha estado lavando millones de dólares para los carteles mexicanos (en inglés). El propósito de la misión clandestina era seguir el dinero hasta los rangos más altos de las organizaciones criminales. Sin embargo, como señala el NYT, “Hasta ahora hay pocos indicios de que rastrear el dinero ha afectado las operaciones de los carteles y poca evidencia de que los narcotraficantes mexicanos están experimentando algún contratiempo financiero”.
Así es la cosa: en nombre de la guerra contra las drogas, el gobierno federal le ha dado asilo a narcotraficantes mexicanos, les ha facilitado la compra de poderosas armas de fuego e incluso ha lavado millones de dólares para los carteles.
Tras gastar millones de dólares en la guerra contra las drogas en México, los resultados de EE.UU. son magros. Parece que Washington está cada vez más desesperado en su intento por producir nuevas pistas y resultados. Estos tres incidentes reflejan una impresionante falta de previsión y están muy cerca de constituir una ayuda del gobierno federal a los carteles mexicanos, con pocos resultados obtenidos a cambio. Las consecuencias imprevistas de estos programas para desmantelar a los carteles serían risibles sino fuese por las miles de personas que han muerto en la violencia relacionada al narcotráfico en México.
Ya es hora de que EE.UU. reflexione acerca de la guerra contra las drogas y considere políticas que efectivamente desmantelarán a los carteles mexicanos como la legalización (en inglés).