Estados Unidos: ¿Y para qué sirve un Presupuesto?
Las familias y las empresas tienen presupuestos, pero Washington no — y no los ha tenido durante los últimos tres años. El líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid (D-NV), no piensa que esta importante omisión sea gran cosa y la Casa Blanca ni opina sobre el asunto.
Afortunadamente, hay líderes en la Cámara de Representantes que ven la importancia de aprobar un presupuesto y poner bajo control el disparado gasto y la creciente deuda.
Para el Congreso, el presupuesto es un plan de cómo y dónde se gastará el dinero en el gobierno federal y cuán altos serán los impuestos y el endeudamiento. El presupuesto guía todo el gasto, los impuestos y las propuestas de ley que se deben aprobar durante el año y el Congreso está obligado a aprobar uno cada año. A pesar de esos hechos, y de una deuda de $15 billones, el senador Reid dijo la semana pasada: “No necesitamos proponer un presupuesto este año”, renegando con ello de todo el proceso presupuestario — y de su responsabilidad.
El miércoles, Jake Tapper, de la cadena americana ABC, preguntó al vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, qué opina el presidente sobre que el Senado no pueda aprobar un presupuesto, especialmente a la luz del pronunciamiento del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, sobre que la falta de un presupuesto ha tenido un efecto adverso en el crecimiento económico. La respuesta de Carney: “Bueno, no tengo opinión que dar sobre lo que hace el Senado respecto a este asunto”.
Y para que quede constancia, la Casa Blanca ha tenido todo el tiempo del mundo para formular una opinión. Para los que llevan la cuenta, y la Fundación Heritage ciertamente lo hace, este inoperante Senado lleva 1,017 días sin aprobar un presupuesto. En lugar de aprobarlo, pasa varias resoluciones de continuidad y leyes ómnibus de gastos para que el gobierno siga estando operativo. Esta es simplemente una forma de pasarles a otros la responsabilidad de la toma real de decisiones sobre prioridades de gasto mientras Washington sigue quemando dinero a la presente velocidad.
El problema es que esa velocidad es un desastre. Pero, por supuesto, Reid tiene una excusa sobre por qué no es necesario aprobar un presupuesto — dice que el Congreso ya ha impuesto un límite de gasto en la Ley de Control Presupuestario (BCA) del pasado verano. Es un argumento que el pueblo americano no debería aceptar y uno que Reid no debería intentar vender. Patrick Knudsen, de Heritage, explica que la BCA es solo “un pobre sustituto de una resolución legislativa presupuestaria — una solución de última hora, a toda prisa, para una fabricada crisis del límite de la deuda”. ¿Y cuál es el límite del que Reid depende? Sólo afecta a cerca de un tercio del gasto total y está lleno de deliberadas lagunas que hace que los límites carezcan prácticamente de sentido.
¿Por qué importa un presupuesto? Todo tiene que ver con prioridades. Y si Washington no gobierna con una, entonces no está gobernando. Así, el Congreso se evita más bien tener que tomar decisiones duras para poner bajo control la crisis de gasto y deuda. El primer paso para hacer tal cosa es aprobar un presupuesto, como la Cámara de Representantes hizo el año pasado – y tiene la intención de hacerlo en este. De otra forma, el gasto continuará disparándose fuera de control y no se tomarán decisiones sobre lo que es importante y lo que no lo es.
Ya estamos viendo los efectos. ¿Recuerdan el “Supercomité” que se suponía presentaría otros $1.2 billones de reducción del déficit? Fracasó como se había predicho y ahora las fuerzas armadas de Estados Unidos están amenazadas con recortes devastadores que producirán una fuerza hueca, incapaz de llevar a cabo adecuadamente su misión. De igual forma, los derechos a beneficios están alcanzando el punto de no retorno, con un gasto que se va a duplicar para el 2050, más babyboomers que van a desbordar esos programas y los costos de la atención médica que seguirán aumentando. Mientras el gasto en derechos a beneficios y otros programas se dispara fuera de control y llevará la deuda en manos del público hasta el 300% del producto interior bruto. Esta es una situación insostenible tanto económica como moralmente, ya que las nuevas generaciones estarán en primera línea para pagar este desastre.
Hay, sin embargo, un rayo de esperanza desde Washington. El pasado año, la Cámara aprobó un sólido presupuesto bajo el liderazgo del presidente del Comité Presupuestario, Paul Ryan (R-WI). Y se ha continuado con este trabajo esta semana aprobando con rapidez varias leyes de reforma del proceso presupuestario. Dos de las medidas aumentarían la transparencia del proceso al ayudar a medir el costo de las leyes y al exigir a la Oficina de Presupuesto del Congreso que mida el impacto económico de las leyes a debate. Una ley aprobada la pasada semana ataca una de las mayores causas de aumentos ocultos del gasto: los aumentos automáticos por la inflación de los niveles base del gasto discrecional. Y el miércoles se aprobó una ley bipartita con una herramienta más para restringir el gasto. Están en proyecto un total de diez reformas del proceso presupuestario.
Esto constituye buenos primeros pasos, pero el resto de Washington sigue desacompasado. El senador Reid ha dicho a la nación que continuará evadiendo su responsabilidad en lo del presupuesto. El lunes, una semana tarde, la Casa Blanca pondrá en marcha el proceso presupuestario con la publicación de la propuesta de presupuesto del presidente Obama. Para que el presupuesto de 2013 del presidente sea percibido como serio, necesitará revertir el aumento del gasto y la deuda con propuestas concretas y creíbles. Otro año de fuleras propuestas con más gasto y mayores impuestos permitirá a Harry Reid y su Senado pasarle el muerto a otro una vez más.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
Publicado en: Actualidad • Asuntos internacionales • Campana de Heritage • Economía • Estudios • Gobierno de Estados Unidos • Opinión