INTERNACIONALES - URUGUAY: POR JORGE AZAR GOMEZ

Uruguay: la crisis y el comercio exterior

Acostumbrados a colocar nuestros productos en los importantísimos mercados de la Argentina y Brasil, poco nos hemos ocupado de extender contactos hacia otras latitudes, donde también pagan con divisas fuertes. Ahora que nuevas perspectivas y posibilidades tocan a la puerta del Uruguay y al impulso inexorable de la crisis regional, la incertidumbre nos invade, en tanto que nos obliga a volver el rostro hacia otros mercados.

16 de Febrero de 2012

En el año 2002, cuando la crisis también nos golpeaba, publiqué el artículo "En busca de los mercados perdidos", en el cual realizaba un análisis de las posibilidades de exportación del Uruguay a mercados diferentes del MERCOSUR, así como a mercados no tradicionales como podían ser la ONU. Esta alternativa, a efectos de abastecer sus campos de refugiados y las Fuerzas de Paz instaladas en diversos puntos. Igualmente, sugerí proponer al gobierno de los Estados Unidos la venta de productos uruguayos para sus tropas instaladas en Afganistán y en Irak.

Hoy, la crisis vuelve a golpear nuestras puertas y nuestras exportaciones no se han incrementado conforme se esperaba, por lo que es oportuno analizar las causas y examinar el mejor camino para superar esta situación, sabiendo que si actuamos inteligentemente, lo lograremos.

Lamentablemente, por no afrontar decisiones complejas, hoy nos encontramos abonando el costo de pronósticos facilistas que aseguraban, sin conocimiento ni responsabilidad, el aumento de nuestras exportaciones, sin ninguna planificación seria y contundente. El déficit de evaluación derivó en un déficit de gestión.

República Oriental del UruguayEl resultado es que hoy nos vemos obligados a brindar una respuesta eficaz a dos preguntas correlacionadas: ¿somos competitivos?; y, por otra parte, ¿disponemos de una estructura de venta en el exterior acorde a nuestras necesidades inmediatas?

Aún nos falta mucho para llegar a ser competitivos, y ciertamente disponemos de la estructura necesaria en el exterior: se trata de nuestras Embajadas y sus funcionarios, pero no hemos sabido explotar adecuadamente estos recursos, o bien se tuvo temor de innovar y establecer un sistema de incentivos para ellos, creando una red de promoción y venta de los productos "Made in Uruguay" sin precedentes.

De tal suerte que es menester considerar a TODAS nuestras Embajadas como centros de promoción y comercialización de nuestros productos, incentivando a TODOS sus funcionarios con un porcentaje (a establecer) sobre el total de las ventas que cada sede concrete, prorrateando luego, entre sus funcionarios, las ganancias.

Lógicamente, este sistema deberá concretarse en base a la seriedad, a la formación, al incentivo para los mejores y a la correspondiente sanción para quien no cumpla. Porque no se puede construir sobre la debilidad.

Debemos estar preparados para realizar aportes de calidad. Nuestras principales obligaciones son ofrecer información y proponer iniciativas a nuestros gobernantes pero, también, evitar cooperar con políticas erróneas.

La crisis es profunda. Nos cabe asumir nuestros dilemas y ayudarnos, entre los uruguayos.

Y, ante las fuertes dificultades que hoy enfrenta la República Oriental del Uruguay, la clave es implementar -con rapidez- acciones correctivas necesarias.

Existe un sentido de la urgencia. Pero la prudencia es también una responsabilidad. Las acciones que se emprenden deben estar sólidamente estudiadas y fundadas.

En este sentido, deseo enfatizar, una vez más, que la exportación representa un medio para traer dólares comerciales y, a la postre, generar empleo y reducir la exposición al financiamiento externo.

Pero, desde un ángulo productivo, la exportación es un fin que requiere una organización específica para promoverla. Esto me lleva a promover, junto a otras acciones, la integración de nuestras embajadas al sistema de comercio exterior.

Entre otras iniciativas, cabe mencionarse la reducción eficiente del gasto público, el dictado de una moderna reglamentación de protección de los mercados conquistados, declarándolos "Mercados de Interés Público o Nacional", con severas sanciones para el exportador que perjudique la continuidad de la colocación de productos uruguayos en ese sitio, por una mala practica en sus operaciones. Es necesario promover también a la reorganización eficaz de las agencias estatales, vinculadas a la exportación.

Si somos capaces de promover iniciativas inteligentes, el Uruguay puede convertirse en un importante exportador de productos elaborados a mercados hasta este momento inexplorados.

En medio de la crisis que estamos soportando, parte del sector exportador ha hecho su aporte.

Entonces, ha llegado el momento de dar un salto cualitativo, si existe claridad sobre las reformas a ejecutar. Y la clave reside en la velocidad y calidad de implementación.

Hay grandes oportunidades en el mundo para el Uruguay: debemos aprovecharlas.

Para ello, confianza y dirección con un sólido respaldo técnico son indispensables para recuperar la confianza en nuestro comercio exterior. Debemos y podemos desafiar el futuro.

Producir sin vender no conduce a nada; en tanto el Estado no promueva una dimensión activa del comercio, se lo percibirá ausente de las políticas fundamentales.

Al dejar librado todo a las reglas del mercado -que suelen acomodarse por sí solas-, el estado uruguayo estuvo ausente en la definición de una política de comercio exterior.

Nuestra diplomacia debe actuar: cuando surgen dificultades, se mira a la falta de previsión del Estado, en base a los tiempos cíclicos en que aquellos problemas aparecen.

Por ello, debe existir una interrelación permanente entre el sector privado y el Estado. Hablamos de una verdadera alianza entre el Estado y los que producen, los que comercian y los que exportan. Esto tiene que ser una actividad de todo un país.

Vemos que hoy hemos llegado a una situación de profunda crisis, donde se suscitan graves problemáticas, motivadas por la falta de previsión política. Otras se presentan seguidos de factores externos, que debieran resolverse rápidamente, encarando con firmeza.

Cuando hoy nos planteamos los problemas de competitividad, quien esto escribe se pregunta: ¿por qué hoy? Pues, porque la crisis nos llama la atención. Podemos ser más competitivos hoy, que habiéndolo sido más competitivos ayer. Debemos vender hoy, y ahí están nuestras Embajadas y sus funcionarios, que observan una vasta experiencia y preparación.

Debemos definir una política concreta, atacando las deficiencias en la estructura internacional del sector, porque tenemos duplicadas las agencias: en Relaciones Exteriores y en Economía, existe redundancia en las funciones. Por ello, debe atenderse a la consecución de una estructura más armónica y eficiente.

La imagen comercial de nuestro país en el exterior es baja, y el marketing de nuestro país es inexistente. El sistema de promoción internacional de la República Oriental del Uruguay, en el mejor de los casos, es limitado. Y hemos hecho muy poco en materia de inteligencia internacional.

Es cierto: debemos aprovechar la experiencia de lo que tenemos y, sobre eso, construir con un criterio de verdadera unión, para consolidar alianzas entre los sectores público y privado. Una marca, una identificación con un país debe sugerir siempre algo para los mercados. Y nos corresponde encontrar ese mensaje.

Pienso que nuestro país posee la fuerza de lo natural, frente a los países desarrollados que han abusado de fertilizantes y productos químicos. Y también en lo natural y la fuerza de nuestros paisajes reside la atracción del turismo, que es una manera de exportación.

Así que, deberíamos trabajar en función de una imagen atractiva para que lleve el sello de nuestros productos, y que ello facilite la apertura de nuevos mercados. Digo que esto es esencial para la situación actual del déficit de la balanza comercial, que se presenta muy grave, en tanto debemos disminuir el costo uruguayo para, de esa manera, mejorar las condiciones de competitividad de nuestros productos.

Es necesario dar un fuerte impulso a la presencia de nuestros productos en el exterior por la vía de la diversificación. Debemos añadir valor agregado al trabajo uruguayo: los productores disponen de lo necesario, y con el compromiso de un estado activo iremos hacia adelante. Por eso, insisto en la importancia del comercio exterior, la importancia de la imagen del país, y la forma en que nuestros productos en el exterior hacen a la construcción de esa imagen.

Es necesario crear esa corriente de simpatía, y aplicar aquel principio de producir en función de la demanda. Esto es preferible, antes que trabajar sobre la base de la oferta. Atendamos a los requerimientos de la demanda y de los mercados, y podremos ofrecer una mayor presencia uruguaya en los mercados internacionales.

Desde luego que esta serie de propuestas no pueden llevarse a cabo con voluntariosos o curiosos, pues la crisis golpea ahora nuestras puertas. No queda otro camino que la unión entre gobierno y exportadores en el Uruguay. Todos deberán moverse con expertos, en toda las geografía, en busca de los mercados perdidos. Como camino hacia una mejora sustancial de nuestros ingresos en divisas, y para desarrollar la totalidad de las actividades colaterales que el comercio exterior comprende.

Por Jorge Azar Gómez, ex representante de la República Oriental del Uruguay ante Naciones Unidas