"Hay que apostar al conocimiento"
Lo aseguró el ingeniero agrónomo Marcelo Carmona, Fitopatólogo de la FAUBA, quien estuvo como disertante en la jornada organizada por Bayer en el CIT de Chacabuco. Mundocampo dialogó con este catedrático sobre varios puntos relativos a su especialidad.
-Su participación en esta jornada marca la presencia de la universidad pública al lado de las empresas de punta de tecnología agropecuaria…
-Estamos difundiendo muchas actividades en conjunto que hacen la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires y Bayer. En este caso, se trata de un convenio de vinculación tecnológica en el que -a través de un sistema de decisión basado en la informática- ayudamos y auxiliamos a los productores y asesores que tienen que tomar decisiones en el uso de funguicidas. Para eso discutimos muchos conceptos de soja, de maíz, de monitoreo, de enfermedades, cómo cuantificar, los umbrales y, por supuesto, la discusión clásica -y a veces hasta inédita- de las moléculas de funguicidas.
-¿Cuáles son las líneas generales a tener en cuenta cuando se aplican funguicidas?
-Lo primero que hay que pensar, cuando uno tiene que usar un funguicida, es no tener en cuenta solamente uno de los tres factores que generan la enfermedad. Esos factores son: el patógeno, el ambiente y el hospedante, o sea la planta. Las tres cosas deben ser tomadas en cuenta antes de decidir una aplicación: cómo está la planta, si está estresada o no, cuál es el nivel de enfermedad que está presente, y si el ambiente es conducente o -por ejemplo- es un ambiente extremadamente adverso para el hongo, porque, en ese caso, habría que retrasar la aplicación.
-En un año con las dificultades climáticas que hubo, ¿a qué debe estar atento el productor?
-Fundamentalmente, en el caso de la soja, al complejo de las enfermedades conocidas como ‘de fin de ciclo’ ya que, las últimas lluvias acontecidas, están generando un incremento, un estímulo de las mismas. En cuanto a maíz, siempre están latente, en los sembrados tardíos, los problemas de roya y, por supuesto, de tizón.
-Este clima cambiante no colabora demasiado…
-En este momento, la variabilidad y los cambios climáticos son tan imprecisos y son pronosticados con tan poca eficiencia que, muchas veces, pueden influir para evitar una aplicación o hacerla en tiempo y forma a pesar de que -aparentemente- no aparezcan las condiciones, basados justamente, en los pronósticos en las condiciones climáticas.
-¿Qué nuevos conocimientos aparecen respecto del suelo?
-El suelo, desde el punto de vista de la fitopatología, de la siembra directa, de los nuevos desafíos y amenazas, es como una caja negra que se está descifrando. Nosotros formamos parte de un megaproyecto, del que participan trece universidades y algunas empresas, en el que nosotros estamos tratando de descifrar qué es lo que sucede en el suelo, porque la siembra directa lo dejó prácticamente imperturbable, como una de las ventajas, pero, sin embargo, han pasado tantos años que no sabemos cuáles son las interacciones que se están produciendo entre microorganismos, patógenos, sucesos de control biológico, etc. Lentamente estamos proponiendo, como un desafío que hay que tomar, descubrir cuáles son los próximos manejos de los patógenos habitantes del suelo que están creciendo mucho.
-¿Le dejaría un mensaje a nuestros lectores para cerrar la entrevista?
-El mensaje es: que se apueste al conocimiento. Hoy la rentabilidad no es sinónimo de tener la mejor maquinaria o el mejor producto, sino que rentabilidad es, usar esa tecnica.