El Papa Benedicto XVI debería reunirse con la oposición democrática de Cuba
El Papa Benedicto XVI visitará Cuba del 24 al 26 de marzo. Esta es la primera visita papal desde que el Papa Juan Pablo II visitara la isla en 1998. Muchos temen que aunque la visita del Papa generará fervor entre los fieles católicos, esta pueda ser realmente dañina para las perspectivas de mayor libertad en la isla.
El Papa Benedicto no debería olvidar que Cuba, a marzo de 2012, mantiene su naturaleza “totalitaria”, ya que es un estado de partido único regido por el general Raúl Castro. Es una economía socialista-comunista con una constitución que niega de forma uniforme los derechos individuales y reprime la libertad del ser humano. Aunque un importante movimiento de oposición pacífica ha surgido en la isla, el régimen busca desestimar en términos de una conspiración mercenaria orquestada por Estados Unidos que carece de credibilidad o legitimidad popular.
La inminente llegada del Papa ha suscitado una creciente actividad entre la oposición democrática que pide una oportunidad para reunirse con el pontífice para darle a conocer la realidad de su situación. Muchos dentro y fuera de la isla están promoviendo tal reunión. El anterior presidente polaco y líder de Solidaridad Lech Walesa exhortó al Papa a que se reúna con “el pueblo de Cuba que al expresarse en defensa de los derechos humanos irrevocables y fundamentales y pedir justicia social acaba encarcelado y perseguido”.
Hasta ahora, la Iglesia Católica de Cuba y el Vaticano han rechazado plantear una reunión con la oposición. Por otro lado, el Vaticano apuntó a Estados Unidos y sus restricciones comerciales sobre Cuba e indicó que el Papa estaría disponible para mantener una reunión privada con Fidel Castro.
Con antelación a la visita papal, el régimen cubano está incrementando su hostigamiento y su represión para mantener a los disidentes a raya. Del 17 al 18 de marzo arrestó al menos a 50 miembros de Las Damas de Blanco, que durante años han hecho marchas en solidaridad con los presos políticos cubanos. Los órganos de seguridad interna del régimen, supuestamente, han advertido de que no se tolerará ningún acto de desobediencia civil o protesta por parte de Las Damas de Blanco u otros grupos. Estos arrestos originaron un comunicado sorprendentemente fuerte por parte de la Casa Blanca:
“La detención de miembros de Las Damas de Blanco…al aproximarse la visita del Papa Benedicto subraya el desprecio de las autoridades cubanas por los derechos universales del pueblo cubano. La serena dignidad de las Damas se sitúa en descarnado contraste con los actos de aquellos que obstaculizan el camino de las aspiraciones básicas del pueblo cubano. Pedimos la inmediata liberación de todos aquellos que fueron detenidos y que las autoridades cubanas abandonen sus tácticas de intimidación y acoso para ahogar la disensión pacífica.”
Jaime Suchlicki, veterano académico de asuntos cubanos, contrasta la militancia de la Iglesia polaca en la década de 1980 en su choque con el comunismo con el papel más pasivo y colaborador de la Iglesia Católica cubana. Aunque la Iglesia Católica ha hecho de intermediaria en la liberación de presos políticos y comunes, Suchlicki comentó con considerable perspicacia:
“Esta política de colaboración [de la Iglesia Católica], tras 50 años de gobierno comunista, tiene sus limitaciones. Primero, es demasiado medrosa para la mayoría de los cubanos que quiere el fin de la era Castro. Segundo, carece de un rechazo claro y contundente del comunismo y sus enseñanzas. Tercero, estimula la percepción de que la Iglesia está más interesada en su propia supervivencia que en el bienestar de los cubanos. Cuarto, ofende la memoria de muchos católicos que murieron ante los pelotones de ejecución del régimen de Castro proclamando “Viva Cristo”. Y finalmente, antagoniza a una gran mayoría de católicos cubanos, aquellos que viven en el exilio en Estados Unidos”.
Maria Anastasia O’Grady del Wall Street Journal es incluso más mordaz:
A menos que [el Papa Benedicto XVI] tenga [un as] bajo la manga, la visita puede llegar a ser un grave error de cálculo. Los cubanos saben que son rehenes en su propio país. Si el Papa es percibido como alguien que está de acuerdo con esta gran mentira [que Cuba está cambiando para mejor], sólo aumentará el sentimiento de traición hacia el cardenal Ortega [el jefe de la iglesia en la isla] y no hará nada para fortalecer a la Iglesia en Cuba.
¿Dónde deja esto al Papa Benedicto? Pues, en un gran dilema. O el Papa transmite un mensaje de que lo que está ocurriendo en la isla con los Castro es aceptable y fuera del ámbito de la Iglesia Católica o demuestra una solidaridad sincera con aquellos que están pidiendo lo que son derechos universales.
El Washington Post ha acertado cuando exhorta al Papa Benedicto a reunirse con las Damas de Blanco u otros disidentes destacados, que presione a los Castro para que dejen de perseguir a los activistas democráticos y que inste a los Castro a liberar a todos aquellos que permanecen en prisión, incluido el americano Alan Gross.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
Publicado en: Actualidad • América Latina • Asuntos internacionales • Estudios • Opinión • Temas regionales