INTERNACIONALES: POR EL DR. RAY WALSER

En Cuba, el Papa decepciona a los amigos de la democracia

El pasado 28 de marzo, el Papa Benedicto XVI completó su visita de seis días a México y Cuba. En ambas etapas, el Papa buscó propagar la fe y demostrar la conexión entre la fe y las condiciones morales y espirituales del hombre moderno...

31 de Marzo de 2012

En Cuba, el Papa no visitó a los que alzan la voz en oposición al régimen de Castro. En cambio, se reunió con un Fidel Castro visiblemente envejecido y debilitado.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi dijo que el Papa concedió un encuentro a Fidel Castro (pero no a los disidentes que habían solicitado lo mismo) por el respeto de la Iglesia hacia sus anfitriones del gobierno cubano. “Cuando el Papa llega a un país…tiene que tener en cuenta todas las peticiones y sugerencias de las autoridades”. A lo que añadió: “Son las autoridades las que invitaron al Santo Padre al país”.

La cadena de televisión NBC, que rara vez presta atención a la represión en Cuba, envió a Andrea Mitchell a la isla con motivo de la visita papal, donde también ella notó falta de voluntad para encontrar tiempo para una reunión con los que defienden la libertad.

Papa Benedicto XVIEl Papa no hizo mención de Alan Gross, el americano encarcelado, y complació a sus anfitriones cubanos al denunciar el embargo comercial de Estados Unidos. La visita también dio mayor preeminencia al papel como mediador de la Iglesia Católica en la isla y al trabajo del cardenal cubano Jaime Ortega.

El régimen cubano aumentó su represión dirigida a mantener a los disidentes lejos del Papa. Los teléfonos celulares dejaron de funcionar en toda la isla. Más de 200 pacíficos disidentes fueron encerrados antes de la llegada del Papa para impedirles que aparecieran en sus reuniones públicas, según informaron grupos de derechos humanos. Un disidente que gritó “abajo el comunismo” durante la misa del Papa en Santiago de Cuba fue golpeado y arrestado delante de las cámaras.

Aunque organizaciones de derechos humanos, tales como Human Rights Watch, Amnistía Internacional y Freedom House, han alzado la voz por la continua represión en Cuba, el Vaticano se mantuvo en un angustioso silencio en torno a los incidentes y ofensivas más recientes.

Entonces la pregunta es: ¿Obtuvieron los hermanos Castro una victoria táctica en la batalla por la supervivencia de su agonizante modelo revolucionario? Tal vez.

“El gobernante Raúl Castro”, apuntaba Andrés Oppenheimer, del Miami Herald, “y su hermano Fidel lograron cumplir con su propósito de contrarrestar su imagen de parias internacionales, a los que muchos líderes mundiales no visitan por no haber permitido elecciones libres, ni partidos políticos de oposición, ni medios independientes desde hace más de cinco décadas”.

En Cuba no habrá reforma política“, remarcó Marino Murillo, el zar de la economía de Cuba y uno de sus vicepresidentes.

Pero el Papa Benedicto XVI dijo una verdad fundamental del mundo moderno: “Hoy, es evidente que la ideología marxista, en el modo en que fue concebida ya no se corresponde con la realidad”. Lanzó un mensaje pidiendo libertad y dignidad para todos y propuso un futuro mejor en una:

Cuba [que] sea la casa de todos y para todos los cubanos, donde convivan la justicia y la libertad, en un clima de serena fraternidad. El respeto y cultivo de la libertad que late en el corazón de todo hombre es imprescindible para responder adecuadamente a las exigencias fundamentales de su dignidad, y construir así una sociedad en la que cada uno se sienta protagonista indispensable del futuro de su vida, su familia y su patria.

La Iglesia Católica y la historia, dio a entender, no se ponen del lado de los opresores. En el ocaso de sus días, el régimen de Castro está, como dice el refrán, entre la espada y la pared. Por un lado, se enfrenta a la firme y poderosa fuerza de la religión cristiana, que ha sobrevivido al ateísmo, al materialismo dialéctico y al colectivismo que subyacen en la ideología marxista-leninista imperante en Cuba. Por otro lado, se enfrenta al creciente espíritu de los cubanos normales (no los privilegiados del Partido Comunista cubano) que cada vez están más cansados de la dosis diaria de arrogancia, falsas promesas y represión del régimen castrista.

Su Santidad no encendió la llama de la libertad como muchos anhelaban; no se dirigió directamente a los disidentes, pero añadió una gota a un vaso ya rebosante: ofreció una visión alternativa de una futura Cuba como “una casa para todos”, no como el último bastión del comunismo.

 

La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.

 

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Dr. Ray Walser / The Heritage Foundation