El ponzoñoso e intoxicante elíxir de Venus
Aproximación con humor y sorna a un tema meduloso y complejo, con el indisimulable objetivo de herir susceptibilidades (masculinas). Sexo, política, espionaje, mujeres "despechadas"... y otros nutridos etcéteras.
La tan promocionada guerra de los sexos a la que supo hacer mención Gabriela Acher en los noventa no está "por acabar". En los hechos, aquélla jamás dio inicio, pues los hombres la hemos perdido. Sin siquiera haber participado.
La Historia ofrece ejemplos contundentes como para certificar la defunción de la sentencia que rezaba que "Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer...". En todo caso, la insidiosa y recurrente manipulación de ese concepto pudo perfectamente haber sido ideada por cualquier referente del género femenino... acaso con la intención de ocultar al portador del verdadero poder.
Pueden citarse algunos casos de interés, si se exige poner punto final a la discusión, carente de mayor sentido. Se trata de papeles protagónicos de hombres inapelablemente sostenidos y arengados por sus propias compañeras. O de escenarios políticos en los que la fulgurante estrella de ocasión jamás necesitó de hombre alguno, a no ser -claro está- lacayos (considérese a Margaret Thatcher, proverbial Dama de Hierro).
En lo que respecta al primero de los citados grupos, por qué no recordar al ex mandatario estadounidense William Jefferson Clinton; a la postre, Bill. Luego de que los medios de comunicación norteamericanos comenzaran a revelar los entuertos más picantes y perturbadores de su colorido affaire con la pasante Monica Lewinski y agitaran la variante del impeachment, fue su esposa Hillary Rodham quien cargó el peso del escándalo sobre sus hombros y condujo la situación a buen puerto. Ni la fortuna ni el azar tomaron parte de aquella historieta: hoy, Rodham se desempeña como Secretaria de Estado. A contramano de la opinión de sus muchos detractores, la señora exhibe una combinación poco común de habilidades en apariencia irreconciliables, refiriendo una firmeza inclaudicable y, al mismo tiempo, una notoria habilidad para la diplomacia y la negociación con poderosos líderes extranjeros.
Ya en la Argentina, cualquiera que ha tenido la oportunidad de conversar con ex colaboradores directos de Juan Domingo Perón se encuentra en condiciones óptimas para citar los múltiples "contrapuntos" entre él y Eva Duarte. Eventos que -se reporta- involucraban insultos y agresiones de altísimo calibre, pero que siempre remataban con el todopoderoso general retrocediendo ante su señora, "con el rabo entre las patas". En tanto que el propio Perón supo mantener erguida a su mujer -ya debilitada por el cáncer- en ocasión de los discursos de balcón, al día de hoy subsiste la pregunta: ¿quién sostenía a quién?
El rescate emocional del líder político cede, igualmente, espacio a las desviaciones. Nunca se conocerán, por ejemplo, los verdaderos alcances de la influencia que tuviera la química Elena Ceaușescu en la genocida ingeniería gubernamental que implementara su esposo Nicolae en tiempos de la Rumanía comunista. Alguna pista compartió en su oportunidad el ex espía de la antigua KGB Ion Mihai Pacepa, quien refería que Elena participaba activamente en la gestión de las operaciones de lavado de dinero negro del régimen. Se ve así como la compañera de ruta de cualquier líder, en su rol de guardiana del secreto, puede portar tanto la simiente de la imaginación y la creatividad... como la de la mismísima destrucción.
La dinámica del tema lleva, inevitablemente, a centrarse por un momento en la explotación de los aspectos cualitativos de la psiquis femenina para la obtención de información o la neutralización de objetivos, como parte de la agenda estratégica de los distintos servicios de Inteligencia del orbe. El científico nuclear Mordechai Vanunu puede brindar fiel testimonio de ello: luego de huir de Israel para ventilar secretos sobre el programa atómico de Tel Aviv ante un reconocido diario británico, sería seducido y enamorado por una llamativa Mata Hari del Mossad en Roma. En las postrimerías del relato, Vanunu sería sedado y depositado en el interior de una furgoneta... para despertarse poco tiempo después en una claustrofóbica prisión israelí. Eventualmente, terminaría juzgado y condenado por alta traición. La agencia de espionaje referida parece echar mano de los encantos de sus espías mujeres en forma aburrida y predecible. En Buenos Aires, ellas son comentario obligado de diplomáticos de países del Medio Oriente, habitués del club sirio-libanés del barrio de Palermo. Parece ser que las chicas se presentan demasiado bien "pulidas", exageradamente "metódicas" y "cultivadas", sin esforzarse mayormente para disfrazar su cobertura.
De manera complementaria, resulta valioso explorar la relación entre sexo y poder, más allá de lo obvio. Con toda probabilidad, muchos lectores recuerden el comentado intercambio entre el ex presidente John Fitzgerald Kennedy y la despampanante y oxigenada Marilyn Monroe. Historia con incontables ribetes obscuros que remiten a la consabida debilidad de JFK por toda mujer que tuviera dos brazos y dos piernas (y respirara). Quizás no se tratara solamente de esa debilidad, sino de la indefendible costumbre del ex mandatario de hablar "más de la cuenta". Solo han quedado una serie de detalles lóbregos e incómodos en relación al deceso de la Monroe en la habitación de su casa del barrio angelino de Brentwood, a los 36 años de edad. Sucede que, para las figuras públicas, el sexo puede representar un verdadero problema. Y suele tomarse como un juego, aunque a veces se torna peligroso. Muy recientemente, cobró notoriedad el caso del otrora funcionario del FMI, Dominique Strauss-Kahn, capturado y procesado en Nueva York por corretear desnudo a una empleada de servicio en el hotel donde se hospedaba. Manufacturado o no, el episodio impactó impiadosamente y bajo la línea de flotación de las aspiraciones políticas del nativo del suburbio parisino de Neuilly-sur-Seine, quien aspiraba a suceder a Nicolas Sarkozy de Nagy-Bocsa al frente del gobierno francés.
En el cierre, escala en protagonismo el tratamiento de la figura de la mujer "despechada". Némesis y justiciera inevitable del político/servidor público soberbio que -aún en la cúspide del control- termina jactándose demasiado tarde del error de haber jugueteado con ella y sus sentimientos. En su oportunidad, fue Zulema Yoma quien puso en jaque a todo un esquema de poder, a partir de la turbulenta y refritada cinchada personal con su esposo, el riojano Carlos Saúl Menem. La señora conmovió lo más alto de las superestructuras, al punto en que fue calificada como la dama a quien ni siquiera la ex SIDE podía neutralizar ni destruír. Por estos días, Laura Muñoz -la bella ex mujer del ya no tan ignoto Alejandro Vandenbroele- amenaza, sin quererlo, con dinamitar la tranquilidad política del kirchnerismo-cristinista (Affaire Ciccone-Boudou). Y todo, según se comenta en off, por una mensualidad impaga. Muñoz viene a representar con presteza el rol de la proverbial mujer despechada que no ceja -ni lo hará- a la hora de autoobsequiarse una pequeña y merecida dosis de justicia. Ya en tono de humor, no escasean aquellos que han sugerido proponerla como líder de una oposición política hoy devastada. En lo que respecta a la resolución del caso, el Vicepresidente Amado Boudou debería tener a bien considerar la expresión emanada de The Clockmaker (El Relojero), del film Watchmen [Los Vigilantes]: "Es demasiado tarde. Siempre lo ha sido, y siempre lo será"...
Así las cosas, ha llegado la hora de reconocer que la batalla entre géneros está, irremediablemente, perdida para nosotros. La única solución es negociar: jamás cerrar las puertas ni golpear aparatosamente la mesa con el puño. De otro modo, fracasará Usted miserablemente. Sanos consejos que se perfilan idóneos para el político y otras figuras públicas. Al resto (carniceros, analistas, estrategas, ciudadanos de a pie, en definitiva... hombres) solo nos queda la tenue estela de la resignación. Somos como polillones que revolotean alegremente hacia el calor de la luz... para sucumbir abrasados por ella. =)
Por Matías E. Ruiz, Editor
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