Curso I de Economía sobre la Regla Buffett
El presidente Barack Hussein Obama viajó ayer a la Florida para distraer a la nación de sus problemas reales al diseñar su propuesta para la Regla Buffett, un plan para subir drásticamente los impuestos a los americanos que tienen éxito y a las pequeñas empresas.
El centro de su argumento es que los ricos no están pagando su parte equitativa. Es un caso de enorme retórica populista, especialmente cuando las familias están sufriendo y están enfadadas con el alto desempleo actual, pero el resultado es una terrible normativa. Aún peor, es una distracción de los grandes asuntos que afronta la nación, como el déficit, la economía, el empleo, los precios del combustible, la atención médica, etc., ninguno de los cuales se trata en las propuestas del presidente y de ninguno de los cuales quiere hablar.
¿Atajará al menos la subida de impuestos del presidente los problemas fiscales del país? No, no lo hará.
Según un reciente análisis del Comité Conjunto sobre Tasación del Congreso, la Regla Buffett sumaría apenas $47,000 millones durante 10 años. Mientras tanto, el presupuesto del presidente Obama requiere añadir $6.7 billones a la deuda nacional. Eso quiere decir que la Regla Buffett sólo cubrirá la mitad del uno por ciento del nuevo gasto del presidente. Esquilmar a los ricos no puede reducir los déficits, eso sólo pueden hacerlo las reducciones del gasto.
Cuando se trata del mayor problema al que se está enfrentando Estados Unidos (una débil economía y un alto desempleo) la Regla Buffett debilitaría la economía y empeoraría las cosas. Los analistas de la Fundación Heritage J.D. Foster y Curtis Dubay dicen que el impuesto recaería más duramente sobre los creadores de empleo (que pagan impuestos según el tipo individual) y confiscaría sus recursos, que de otra manera se usarían para empezar nuevas empresas, ampliar las empresas existentes y contratar más trabajadores. Como resultado, el crecimiento económico se ralentizaría junto con la creación de empleo.
El presidente dice que “Esto no va de algunas personas a las que le va bien. Queremos que a la gente le vaya bien, eso es fantástico. Pero esto va de darle a todo el mundo la posibilidad de que le vaya bien”. ¿De verdad? ¿Subir los impuestos a los ricos, debilitar la economía, de algún modo le da a todo el mundo la oportunidad de que le vaya bien? ¿Subir los impuestos a alguien de algún modo le da a todo el mundo la oportunidad de que le vaya bien? Esto es absurdo incluso para los bajos estándares de la retórica política americana.
Aquí tiene lo que Ud. necesita realmente saber acerca del plan de Obama.
Con la Regla Buffett, las empresas y las familias que ganan $1 millón pagarán un mínimo del 30% del tipo impositivo efectivo. El presidente dice que esos americanos no están pagando lo suficiente y como prueba apunta a la secretaria del millonario Warren Buffett quien se dice que paga un tipo impositivo más alto que su riquísimo jefe. Pero el presidente está distorsionando los hechos desde su propio origen.
Así que ¿cómo puede salir el presidente Obama a decir que Warren Buffett paga según tipos impositivos menores que los de su secretaria? Muchos americanos ricos a los que le ha ido bien como a Buffett reciben dividendos y ganancias del capital: una forma de ingreso por inversión que está sujeta a múltiples niveles tributarios. Primero, el ingreso por inversión resulta de la inversión. Este capital no apareció de la nada. Se ganó y se gravó previamente, a menudo muchas veces a tipos superiores al 35%.
Luego, una vez invertido, este genera unos ingresos que son gravados a nivel corporativo a un tipo impositivo del 35% y después se grava de nuevo a nivel individual a un tipo del 15% sobre dividendos y ganancias del capital. El tipo combinado sobre las ganancias corporativas solo es superior al 45% y esto es todo tras el primer nivel de impuestos.
Una forma de ver esto es imaginarse que Ud. está conduciendo por una carretera de peaje y Ud. paga en tres peajes distintos. El primer peaje de $3.50 es cuando se entra en la autopista. Entonces tras unos pocos kilómetros Ud. paga otro peaje de $3.50 y cuando sale hay un peaje final de $1.50. Un periodista le pregunta cuando deja el último puesto de peaje cuánto peaje ha pagado. ¿Cuál es la respuesta más precisa, lo que pagó en el último puesto de peaje o lo que ha pagado en total? Obviamente, sintiendo la cartera $8.50 más ligera, la respuesta correcta es contestar con el total.
Como le viene bien, el presidente Obama sólo habla del último nivel impositivo, la porción del 15%, dejando fuera el resto. Sólo quiere hablar del último peaje pagado, no del total y así es como expone su poco honrado argumento. Y todo esto deja fuera el último impuesto que muchos americanos pagan: el impuesto a la muerte, que está previsto que vuelva a su nivel del 55% en 2013.
Luego está el hecho inconveniente de que si Ud. mira sólo el último nivel impositivo, los datos muestran claramente que las familias y empresas con mayores ganancias de Estados Unidos ya están soportando la gran mayoría de la carga impositiva del país. Curtis Dubay, de la Fundación Heritage dice que el 1% de los que obtienen más ingresos (los que ganaron más de $380,000 en 2008) pagaron más del 38% de todos los impuestos federales sobre ingresos aunque ganaban el 20% del total de los ingresos. Mientras tanto, aquellos que estaban en el 10% de los que más ganan ($114,000 o más) ganaron el 45% de los ingresos y pagaron el 70% de todos los impuestos. En comparación, el 50% de los que menos ganaban (aquellos que ganaron menos de $33,000) ganaron el 13% de todos los ingresos y pagaron menos del 3% de los impuestos federales sobre ingresos.
Como un reloj, el presidente ha vuelto a su solución política favorita: subir los impuestos. Cuando los precios del combustible subieron, pidió mayores impuestos sobre las compañías petroleras. Cuando quiso tratar de crear empleos, pidió mayores impuestos para pagar el gasto de los estímulos económicos. Cuando la atención médica necesitó un arreglo, pidió mayores impuestos para financiar Obamacare. Si el presidente Obama quisiera de verdad ser justo, buscaría una reforma fiscal como la del “Nuevo Impuesto Único” de la Fundación Heritage, incluido en su plan Para Salvar el Sueño Americano. Es sencillo, coherente y exhaustivo, motiva al ahorro y a la inversión, ofrece un alivio a las personas mayores y ayuda a las familias con bajos y medianos ingresos a comprar su atención médica y a pagar su educación superior.
Sin embargo, liderar con soluciones de política efectiva no es la finalidad de este presidente. Más bien, su objetivo es tramar una distracción de su fracasado liderazgo. Bajo su cargo, el Senado de Estados Unidos no ha aprobado ningún presupuesto durante los últimos 1,078 días, la Cámara rechazó unánimemente el más reciente presupuesto de Obama y mientras tanto la deuda nacional se está aproximando a los $16 billones. Medicare, Medicaid y el Seguro Social se dirigen a toda velocidad hacia su implosión, los precios del combustible se han duplicado, la economía está rindiendo menos de lo esperado, 12.7 millones de americanos siguen sin trabajo y la legislación estrella del presidente, Obamacare, nunca ha sido más impopular. En vez de ofrecer soluciones, el presidente está ofreciendo una lucha de clases con la etiqueta de la Regla Buffett.