De cómo Estados Unidos se dejó vencer en la VI Cumbre de las Américas
Entre el 13 y el 15 de abril, en Cartagena, Colombia, el presidente Obama participó en lo que probablemente será la última Cumbre de las Américas. Sirvió para demostrar que estas reuniones contemporáneas como la Cumbre, sin fuerte liderazgo de Estados Unidos...
Entre el 13 y el 15 de abril, en Cartagena, Colombia, el presidente Obama participó en lo que probablemente será la última Cumbre de las Américas. Sirvió para demostrar que estas reuniones contemporáneas como la Cumbre, sin fuerte liderazgo de Estados Unidos y carente de una verdadera agenda constructiva, puede irse al garete con suma facilidad. El ostentoso encuentro de los jefes de Estado fue diseñado, a partir de 1994, para hermanar a las Américas. Hoy en día, ante las cámaras, la cumbre se ha convertido en un disfuncional reality show, donde cada vez más se ve líderes regionales con criterios independientes expresando libremente sus opiniones. La cumbre es un asunto de egos fácilmente heridos y con una tendencia creciente a fijar la atención en lo que nos divide en lugar de lo que nos une.
Por ejemplo, Estados Unidos y Canadá de forma clara hicieron hincapié en que mientras Cuba siga siendo una dictadura comunista, no tendría un lugar en la mesa de las naciones democráticas. Nuestros vecinos latinoamericanos quieren que la cumbre se parezca a las Naciones Unidas, que despliega una alfombra de bienvenida a los tiranos y donde la crítica a Estados Unidos es fenómeno frecuente. Ellos abandonaron la prueba de fuego de la democracia al exigir que Cuba se siente en la próxima cumbre, prevista a celebrarse en Panamá en el año 2015.
Los líderes de América Latina presionaron para que se debata el tema de las drogas así como posibles soluciones legales y “alternativas de mercado” para romper las cadenas de violencia y corrupción que van asociadas con el movimiento del producto hacia el norte para el mercado americano. Cuando se trata del consumo de drogas, Estados Unidos sigue siendo el principal consumidor pero nadie quiere mencionar el tema. Los latinoamericanos se sienten a menudo pisoteados por el caos criminal que rodea al negocio de la droga. Ellos sabían que Obama, presidente americano que no ha tomado la iniciativa de hablar sobre el consumo doméstico, está poco dispuesto a abordar situaciones como las históricas prohibiciones de Estados Unidos o debatir sobre despenalización o legalización. El presidente Obama estuvo de acuerdo en hablar sobre política de drogas en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA) y prometió un modesto aumento de la asistencia contra el narcotráfico para Centroamérica.
Mientras que la secretaria de Estado, Hillary Clinton andaba de fiesta en Café Havana, el presidente Obama también tuvo que lidiar con las crecientes repercusiones por la presunta mala conducta de varios agentes del Servicio Secreto a los que se relevó del servicio al parecer por intimar con profesionales de la noche de ese puerto colombiano.
Lo que hubo de modesto éxito llegó con la noticia de que Estados Unidos y Colombia están avanzando para implementar un Tratado de Libre Comercio y han establecido como objetivo la fecha del 15 de mayo. Esta es una largamente esperada buena noticia para agricultores y fabricantes americanos que han perdido cuota de mercado en la creciente Colombia.
Las persistentes diferencias junto a un débil desempeño del presidente Obama en la Cumbre de Cartagena debería llevar a las autoridades americanas a anunciar una suspensión de actividades o una revisión del costoso proceso de la cumbre. Si Estados Unidos no puede hacer que la OEA trabaje en pro de sus intereses, entonces la Cumbre de las Américas nos queda demasiado lejos.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
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