¿Hacia el fin de la guerra contra el terrorismo? ¿Han ganado legitimidad los islamistas?
Se cuentan montones de buenas noticias, de parte de un alto cargo del Departamento de Estado. Según esta fuente anónima, “la guerra contra el terrorismo ha terminado” y “las personas que en algún momento podrían haber entrado en al-Qaeda ven ahora una oportunidad para un islamismo legítimo”...
Se cuentan montones de buenas noticias, de parte de un alto cargo del Departamento de Estado. Según esta fuente anónima, “la guerra contra el terrorismo ha terminado” y “las personas que en algún momento podrían haber entrado en al-Qaeda ven ahora una oportunidad para un islamismo legítimo”. Eso podría ser verdad si (y sólo si) se acepta el punto de vista de la administración Obama sobre el mundo musulmán y las consecuencias de la guerra en Afganistán; y si se cree que la ideología islamista puede, de hecho, ser legítima.
La noticia de esta nueva perspectiva llega desde la revista National Journal que informa de que la Casa Blanca ha llegado a la conclusión de que “no tiene más opciones salvo cultivar lazos con los Hermanos Musulmanes y otros grupos islamistas ‘relativamente’ moderados que están surgiendo como los principales actores políticos de la Primavera Árabe en Egipto, Túnez y otros países”.
Antes incluso de considerar si la Guerra contra el terrorismo ha terminado, merece la pena diseccionar la sorprendente afirmación del desconocido cargo del Departamento de Estado sobre la naturaleza del islamismo. Aunque los islamistas y los terroristas pudieran estar en desacuerdo sobre la estrategia (no todos los islamistas afirmarían que la matanza de inocentes es aceptable), sus objetivos son indistinguibles de los de al-Qaeda: una sociedad totalitaria que carece de las libertades personales fundamentales, incluidas una justicia igual para todos, libertad de expresión, libertad económica y religiosa. Argumentar que eso es una ideología legítima está a la par con decir que el totalitarismo, el fascismo y el comunismo son legítimos también. ¿Es esa verdaderamente la visión que el presidente Obama desea adoptar?
El punto de inflexión en la perspectiva del presidente, según Michael Hirsch, del National Journal, llegó por “el doble impacto de la Primavera Árabe, que proporcionó un nuevo medio de empoderamiento a los jóvenes árabes distinto a la yihad violenta y la despiadadamente exitosa campaña militar de misiles lanzados desde aviones no tripulados de Obama contra el peor grupo de yihadistas violentos, al-Qaeda”. Pero exactamente ¿qué tan segura es esa suposición?
El analista de la Fundación Heritage James Carafano dijo en enero que el final de la guerra contra el terrorismo no ha de tener necesariamente un final definitivo. Incluso aunque Osama bin Laden esté muerto y las tropas de Estados Unidos se estén retirando de Afganistán, el enemigo aún permanece sobre el terreno, los talibanes podrían volver a Afganistán y retomar el control de partes del país y al-Qaeda podría continuar operando mientras extiende sus tentáculos en Medio Oriente y el norte de África. Y es más, Estados Unidos sigue siendo un objetivo y al menos 44 tramas terroristas relacionadas con el islamismo han sido iniciadas y frustradas desde el 11 de septiembre. Incluso si el presidente puede encontrar un final simbólico para la Larga Guerra, puede que no todo resulte bien, aunque él podría pintarlo de esa manera. Carafano explica que:
“El final de una guerra no siempre es una buena noticia absoluta. Especialmente si el modo en el que acaba siembra las semillas de futuros conflictos.
Cuando los americanos abandonaron Vietnam del Sur en 1975, se pagó un alto precio. Los soviéticos interpretaron la salida americana como una señal de que Estados Unidos estaba en retirada.
El Kremlin redobló sus esfuerzos en el programa de fabricación de armas nucleares, sembró la disidencia en Europa Occidental, instigó las insurgencias en Sudáfrica y en el resto de África, financió atentados terroristas transnacionales contra Estados Unidos e invadió Afganistán. El mundo se convirtió en un [lugar] más peligroso después de que huyéramos de Vietnam.
Un Irán beligerantemente agresivo…una Rusia antidemocrática…una China expansiva…un novato “Querido Líder” en Corea del Norte…amenazas permanentes por parte de los narcoterroristas y los terroristas islamistas…hay todo tipo de indicios de que, cuando se acaben los cuatro años de Obama, el mundo será un lugar potencialmente mucho más peligroso de lo que era cuando él ocupó el cargo.
Cualquier imagen icónica que venga a marcar el final de esta Larga Guerra, puede que también sea vista como el presagio de la siguiente”.
Es comprensible que al presidente le gustase declarar que la Guerra contra el terrorismo ha terminado, especialmente bajo su mandato. Pero una victoria simbólica podría ser una victoria pírrica si Estados Unidos da la espalda a la amenaza islamista que permanece en Medio Oriente.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
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