Estados Unidos: sobredosis de Inteligencia
O por qué dieciséis agencias de espionaje no son "suficientes". Washington y la reactualización de su doctrina, orientada hacia un enfoque decididamente más globalista.
Conforme a publicaciones recientes y analistas citados en los periódicos The Guardian (Reino Unido) y The New York Times, el Pentágono ha decidido el lanzamiento de una nueva organización dedicada a la faena del espionaje, con el objetivo declarado -aunque no claramente definido- de concentrar mayores esfuerzos en aspectos relacionados con la recolección de información en escenarios como Irán, Corea del Norte y China.
Como parte de un plan aprobado el pasado 23 de abril por el Secretario de Defensa Leon Panetta, se han especificado nuevas directivas para que la Inteligencia Militar local (que opera bajo cobijo de la Agencia de Inteligencia de Defensa, DIA), aúne esfuerzos en conjunto con sus pares de la CIA, y así poder cosechar una mayor sinergia a la hora de averiguar exactamente qué se está "cociendo" en aquellas regiones hoy declaradas de interés para los Estados Unidos.
Ya los agentes especiales de la DIA se ocupaban de recopilar material confidencial, operando en numerosos países tal como lo hacen tradicionalmente sus colegas del espartano edificio situado en los boscosos parajes de Virginia, esto es, aprovechando las sedes diplomáticas norteamericanas en las capitales del orbe y confundiéndose entre las multitudes desde la protección brindada por sus respectivas coberturas.
Hasta aquí, todo perfecto. Hasta que un estudio clasificado -que fuera completado durante 2011 por el Director Nacional de Inteligencia- descubrió que, en tanto la DIA se hallaba conduciendo sus tradicionales operaciones con notable efectividad (proveyendo Inteligencia a las tropas y sus comandantes en zonas de guerra), era necesario focalizar ese esfuerzo algo más por afuera de los teatros de operaciones. Lo que, en pocas líneas, exige concentrar esa atención en aspectos complementados con "Inteligencia nacional": la recolección y distribución de información que ilustre mayormente sobre temáticas globales, y la prerrogativa de compartirla oportuna y eficazmente con otras agencias del rubro.
Los elementos que proveen de combustible a la polémica surgen, primariamente, de lo ambiguo de las declaraciones oficiales a la hora de justificar la iniciativa. A tal respecto, es mucho más "lo que no se dice". Los analistas no demasiado preocupados por hilar fino han referido que no es necesaria una nueva agencia de espionaje -la que se menciona constituiría la número diecisiete- y, antes bien, sería deseable optimizar el funcionamiento de las estructuras ya existentes, sobredimensionadas en su radio de operación y disponibilidad de financiamiento desde épocas de la Administración Bush.
No obstante, aquellos estudiosos que han optado por profundizar en la cuestión ya suman elementos como para redondear que Washington -aunque más no sea en modo sutil- ha decidido ampliar el radio de alcance de sus esfuerzos de Inteligencia en todo el globo. Alejándose, conforme lo declarado oficialmente, del trabajo en zonas de conflicto como Afganistán e Irak, los agentes ahora complementarán su trabajo para magnificar el espectro. De otro modo, ¿por qué se han citado desde el Pentágono, a la hora de la justificación para el nuevo emprendimiento, ejemplos tan disímiles como Norcorea, China e Irán? No solo se tratará, pues, de mejorar los procesos de recolección de datos (que luego se compilarán para dar lugar a información, propiamente dicha) sino que, a la postre, el objetivo coincidiría con anticipar y prevenir la dinámica de escenarios que, potencialmente, representen una amenaza creíble. Quizás no una amenaza en perjuicio del territorio continental de los Estados Unidos de América, sino una que podría contaminar o perturbar sus necesidades geopolíticas (o económicas, en lenguaje suburbano, sin intención de plantear el análisis desde una óptica ingenuamente deontológica). Gigantescos mapas del Lejano Oriente y de la frontera tripartita compartida por argentinos, brasileños y paraguayos (la "Triple Frontera") florecerán en las salas de situación.
Quizás sea ilustrativo citar apenas un par de pasajes que refieren a las recomendaciones elaboradas por el Informe de la Comisión del 11 de Septiembre (The 9/11 Commission Report, Pág. 415) para la CIA. Precisamente, el giro que ahora se observa ya era reflejado en el Informe:
Recomendación: el Director de la CIA debería considerar; a) la reconstrucción de las capacidades analíticas de la CIA; b) transformar el servicio clandestino, a partir de la construcción de sus capacidades en inteligencia humana; c) desarrollar un programa idiomático mucho más fuerte, con altos estándares y los incentivos financieros suficientes; d) renovar el énfasis en lo que hace a la diversidad en el reclutamiento de oficiales de operaciones, de tal suerte que puedan confundirse más fácilmente en ciudades extranjeras; e) asegurar una relación más directa entre la recolección humana de información y la inteligencia de señales, en un nivel operacional, y ; f) poner énfasis en un mejor equilibrio entre las operaciones de corte unilateral y de enlace.
Recomendación: liderar la responsabilidad por la dirección y ejecución de operaciones paramilitares, ya sean clandestinas o encubiertas, y redirigirlas hacia el Departamento de Defensa. Allí, debería promoverse a su consolidación con capacidades relativas al entrenamiento, la dirección y la ejecución de operaciones que ya se están llevando a cabo desde el Comando Especial de Operaciones (Special Operations Command).
Desde luego que, acercándose a una perspectiva más operacional, el Departamento de Defensa ha arengado a una mayor colaboración interagencias para acaso amortiguar alguna rencilla interna y para combatir los probables entrecruzamientos de orden jurisdiccional. Pero es también probable que otro objetivo subyacente en este proyecto persiga la refinación -de una vez por todas e ipso facto- de la información recopilada, para reducir sensiblemente el margen de error que retornan las operaciones con drones o aviones no tripulados, en control del CTC en el edificio George Bush de Langley. Después de todo, en el gran país del norte, la Administración Obama ha sabido recibir durísimas críticas de parte de medios otrora oficialistas, como el New York Times y el Washington Post, a partir del lastre que significa el abultado daño colateral acontecido periódicamente, luego de cada bombardeo ejecutado por los Predator. Sin importar que las leyes de la guerra y la ciencia del conflicto continúan con su perfeccionamiento (movilizándose en torno a la necesidad de cumplir con sus objetivos tácticos reduciendo el número de bajas del enemigo en tanto que se optimiza el aprovechamiento de los recursos propios), la prensa -antes aliada- no deja de ser una "molestia". Al norte del Río Bravo, los moradores del blanco y prístino edificio sito en el 1600 de la Avenida Pennsylvania siempre se han preocupado por acortar la duración de la campañas bélicas, mientras miraban de reojo los índices de popularidad. Todo parece indicar que en el futuro, los presidentes deberán prestar cada vez más atención a las alternativas o caminos más idóneos para balancear con delicadeza su agenda de gobierno con los escenarios bélicos montados en otras latitudes.
Finalmente, la vacuidad inherente a los conceptos vertidos on the record por Panetta y sus colaboradores en relación al nuevo reducto de Inteligencia por crearse, sirve a los efectos de interpretar que Estados Unidos se propone modificar su postura frente al resto del mundo, tornándola bastante más agresiva; no ya desde lo diplomático, pero sí en lo que hace a operaciones: invirtiendo más en potencialidad que en actualidad. Puliendo y revalorizando los aportes realizados por la Inteligencia Humana (HUMINT), jamás en desmedro de los potentes recursos técnicos a disposición, pero sí a criterio de asignarles mayor valor agregado y precisión.
Esta es -si se quiere- la sórdida antinomia que serpentea a lo largo de los pasillos de la comunidad de Inteligencia del país: joystick y ordenadores versus soldado/espía humano.
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.