Osama Bin Laden está muerto, pero la misión no ha terminado
Hace ya un año desde que el Equipo 6 de los SEAL (Navy Seals Team Six) aterrizó en Abbottabad, Pakistán y logró remitir a Osama bin Laden ante la justicia suprema.
Hace ya un año desde que el Equipo 6 de los SEAL (Navy Seals Team Six) aterrizó en Abbottabad, Pakistán y logró remitir a Osama bin Laden ante la justicia suprema. Aunque algunos puedan desear deleitarse con el brillo de aquel éxito, no es momento de celebrar o de bajar los brazos. Puede que bin Laden esté muerto, pero las serias amenazas contra Estados Unidos siguen vivas, tanto aquí en el territorio nacional como alrededor del planeta.
Sin embargo, el presidente Obama está usando la ocasión para impulsar su reelección con un anuncio de campaña electoral autofelicitándose. El analista de la Fundación Heritage James Carafano comenta que: “Si Lincoln hubiera empleado todo el Discurso de Gettysburg en hablar sobre sí mismo, no habría sido ni de cerca tan burdo”. Y la pasada noche, el presidente hizo una parada electoralista en Afganistán donde ofreció un discurso enfatizando que la “oscura nube de la guerra” se está disipando y dando paso a “la luz de un nuevo día en el horizonte” a la vez que las tropas de Estados Unidos continúan retirándose del país. “Este tiempo de guerra comenzó en Afganistán y aquí es donde terminará”, declaró.
Pero horas antes de que hablara el presidente, los americanos recibieron un descarnado recordatorio de que las amenazas no se terminan en el momento y el lugar que escogemos. A última hora del lunes, el FBI arrestó a cinco autodenominados anarquistas que habían colocado lo que estos creían que eran explosivos en la base de un puente sobre el Parque Nacional del Valle del Cuyahoga en Ohio como parte de la protesta del Día Internacional del Trabajo. Afortunadamente, las autoridades policiales frustraron la trama y los detenidos estaban usando explosivos inservibles entregados por un agente encubierto del FBI.
A diferencia de los anteriores intentos de atentado terrorista, la trama de Ohio no estaba inspirada por el islamismo ni se urdió en las agrestes montañas de Afganistán. Sin embargo, las amenazas terroristas de inspiración islamista para nada son algo del pasado. Desde el 11 de septiembre, al menos 50 tramas de inspiración islamista en contra de Estados Unidos han sido desbaratadas mediante las iniciativas coordinadas de los servicios de inteligencia y de las autoridades policiales de Estados Unidos. Sin duda alguna, más tentativas de este tipo están siendo preparadas y la diana permanece pintada sobre el mapa de Estados Unidos. Reducir las fuerzas armadas de Estados Unidos o retirarse de la escena mundial no harán nada por disminuir esas amenazas.
Sin embargo, como se vio la pasada noche, ese es el camino que al presidente Obama le gustaría seguir. Con la muerte de Bin Laden sirviendo de trofeo por la victoria y con las tropas regresando a casa desde Afganistán de acuerdo con un artificial calendario, el presidente está presto para lanzar al pueblo americano la idea de que el trabajo está bien hecho. Pero quedan más cosas por dilucidar en esta Larga Guerra contra el terrorismo y hay otras amenazas escondidas en cada rincón del mundo.
Por eso este mes la Fundación Heritage está ofreciendo por daño su “Mes de Proteger a América” en el que destacados conservadores y expertos en defensa ofrecerán ponencias y elaborarán una serie de documentos exhibiendo la necesidad de Estados Unidos de comprometerse a defenderse a sí mismo. En el primero de una serie de memorandos “América en Riesgo”, el Dr. Matthew Spalding, vicepresidente de Estudios Americanos de la Fundación Heritage, comenta que el gobierno federal y sus altos cargos electos tienen una obligación existencial de asegurar que Estados Unidos esté defendido:
“Es el deber constitucional del gobierno federal asegurar las fronteras internacionales del país y conservar su integridad territorial, fortalecer y conservar su gobierno constitucional y promover la prosperidad a largo plazo y el bienestar de su pueblo. Esto quiere decir que Estados Unidos debe ser capaz y estar dispuesto y preparado en todo momento para autodefenderse, defender a su pueblo y a sus instituciones de amenazas convencionales y no convencionales contra sus intereses vitales, tanto domésticas como foráneas”.
Por desgracia, con esta administración, las fuerzas armadas están afrontando significativas reducciones que socavan severamente la capacidad de Estados Unidos de defenderse a sí mismo y de estar preparado para combatir las amenazas que se hallan a la vuelta de la esquina.
Esas amenazas fácilmente podrían surgir desde Afganistán si se permite a los talibanes volver al poder, creando un semillero para al-Qaeda. En su discurso de la pasada noche, el presidente Obama anunció la firma de un Acuerdo de Asociación Estratégica con Afganistán, dejando claro que Estados Unidos mantendrá la presencia de una fuerza en el país hasta bastante después de 2014. Esa es una pequeña buena noticia, pero la analista de la Fundación Heritage Lisa Curtis explica que “eso no borra los errores que la administración Obama ha cometido al establecer calendarios arbitrarios para la retirada de las fuerzas de combate y al no explicar durante tanto tiempo lo que se juega Estados Unidos en Afganistán al pueblo americano”.
La amenaza en Afganistán permanece y la misión de proteger a Estados Unidos debe continuar. El presidente habló anoche de entablar conversaciones con los talibanes, aunque horas más tarde las fuerzas de los talibanes atacaron un complejo privado con un carro bomba, seguido de un tiroteo, matando a siete personas e hiriendo a otras 17. Está claro que las perspectivas de un acuerdo político con los talibanes siguen siendo remotas.
Estados Unidos debe reconocer que no puede esconderse de las amenazas ni retirarse para encerrarse en su fortaleza. No hay murallas lo suficientemente altas como para evitar otro 11 de septiembre y alejarse de los enemigos en el exterior no hará que estos desaparezcan. Las fuerzas armadas de Estados Unidos deben estar preparadas para combatir las futuras amenazas; las fuerzas de la ley y los servicios de inteligencia de Estados Unidos deben contar con las herramientas necesarias para impedir atentados terroristas dentro del país y nuestros cargos electos deben reconocer su obligación constitucional de proteger a Estados Unidos de sus enemigos, tanto extranjeros como domésticos.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
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