Venezuela, al rojo vivo
Todo en Venezuela se va convirtiendo en saldos rojos. Antes, aludían al color rojo como insignia del añoso comunismo que murió cuando cayó el Muro de Berlín en 1989. Pero aquí insisten en darle beligerancia a lo que está obsoleto, buscando el futuro hurgando las ruinas del marxismo e imitando a la sufrida Cuba, tiranizada por los Castro.
Todo en Venezuela se va convirtiendo en saldos rojos. Antes, aludían al color rojo como insignia del añoso comunismo que murió cuando cayó el Muro de Berlín en 1989. Pero aquí insisten en darle beligerancia a lo que está obsoleto, buscando el futuro hurgando las ruinas del marxismo e imitando a la sufrida Cuba, tiranizada por los Castro.
Pero aquel rojo expresivo ahora florece en las cuentas del estado, en los gastos, y endeudamientos que se superponen hasta más no poder. Con promesas y canonjías para todas las edades. Con una nueva ley del trabajo que posiblemente obligue a los empleadores a crear dos grupos de trabajo y a pagar el triple de las indemnizaciones. ¿Quién soportará mayores cargas cuando nuestras finanzas comienzan a hacer agua? Ya las advertencias del Banco mundial y el FMI se han hecho presentes. Venezuela se encuentra entre los países de mayor riesgo ante cualquier vaivén de la economía del orbe. Si acaso no es China, la primera en tambalearse con su recalentada economía, y pérdida de calidad en sus manufacturas.
La República Bolivariana de Venezuela no ahorró nada en los tiempos de bonanzas, y actualmente tampoco lo hace. El de Chávez es un gobierno manirroto y desordenado que maneja la riqueza de la nación como si se tratase de una pulpería. PDVSA se encuentra casi en bancarrota, con una deuda kilométrica. Sin embargo, es ella la que produce todavía los reales para que el presidente se encargue de malbaratarlos en su permanente “bonhomía” continental, o financiando su campaña electoral.
Se avizora, pues, un sombrío panorama, para cuando no exista modo de pagar el sueldo de tantos empleados públicos, pensionados y misioneros. En lugar de estimular la creación de una economía productiva, se destrozan los últimos vestigios de la empresa privada. Con toda probabilidad, llegará el momento en que no haya fondos para cancelar los pasivos. La caída en la demanda petrolera no sería un hecho extraño, ni la baja en la compra de petróleo por parte de la República Popular China. Aquellos precios están inflados como los de otras materias primas y Venezuela está entre los países con mayores problemas financieros.
Saldos rojos se divisan por todas partes, en PDVSA, en el BCV. Se especula sobre las reservas en oro que fueron a parar a Cuba sin ningún protocolo ni resguardo. El acontecer financiero es un misterio para los venezolanos; Chávez manda como le viene en gana y dispone de los fondos públicos sin ninguna discreción. Crea misiones sin saber si son sustentables, y lo propio sucede con los nuevos pensionados del seguro social. Decreta un aumento de salario mínimo y no tiene la previsión de aprovisionar a las regiones. La nueva ley del trabajo fue aprobada sin consultarle a nadie, de un solo plumazo: no se sabe a quiénes favorecerá, y si el mismo estado podrá cumplirla.
Entretanto, el problema de la inseguridad sigue en aumento, las fallas de luz dejaron de ser un cuento fugaz atribuible a los fenómenos naturales para sembrarse como algo estructural, las carreteras de Venezuela van desapareciendo y existen en este momento poblaciones incomunicadas. Se trata de un país ahora pobre, hundido en el ominoso rojo de la sangre de sus ciudadanos, derramada en los últimos trece años. Se trata de la desdicha de una Patria sumergida en las torturas, en las inquinas y el odio.
Aterrizaron los espantapájaros comunistas y Fidel Castro ha metido mano para destruir a Venezuela. Nación otrora rica, que hoy se encuentra en riesgo certero de quebrar, sin siquiera poder honrar los compromisos que el Comandante Chávez contrae imprudentemente dentro y fuera de ella.
No en vano, la web Wikileaks así lo ha revelado: los chinos están sobradamente preocupados. “El cáncer del presidente venezolano Hugo Chávez, y el riesgo que esto representa para la sostenibilidad de su régimen, podrían asestarle un duro golpe económico a China”. Igualmente, a los venezolanos nos cabe preguntarnos si el Presidente cumplirá con los compromisos asumidos. Vemos esas misiones y ofertas laborales en vilo, haciéndonos una idea sobre la culminación de su fracaso.