Cuando la astucia se desencaja en contradicciones
¿Distintos actores? Las mismas extravagancias. Todo es idéntico, pero con diferentes nombres. Similares desenfrenos en iguales sinónimos. El cinismo asoma sin importar; los demás, continúan “inmutables”.
No es que nunca se sabe lo que quieren ocultar para que nunca se sepa; siempre, algún vestigio queda, cuando se usurpa lo indebido. No todos pecan de ignorancia en enterarse porque, en alguna madriguera, subsiste lo que no se puede esconder.
Cuando se impulsan medidas contrapuestas -confiando en que el pragmatismo todo lo admite y soslayando dictámenes jurídicos-, se escala hacia lo más alto del peligro.
El abuso en desmantelar todo se encapsula en una ofensa que lastima al ver tanto desprecio, más que en los pensamientos, con las acciones. Nada detiene esa maquinaria infernal de denostar a los principios.
Es la desgracia de tener que soportar todos los días hostilidades y acumulación de males en cadena. Todas las semanas se suceden hechos bochornosos que van cubriendo a los anteriores.
Una mujer blindada de arbitrariedad toma decisiones visiblemente contradictorias a las formas exigidas por las normas legales, en el pasado por ella también refrendadas. ¿Qué es la ley, sino un juramento estricto y escrito? Todo se impugna o se replica: este parece un país de camorreros.
Abstraídos, observamos cómo la justicia es asediada con una mordaza implacable, para que la sociedad no se exaspere y todo quede en la oscuridad. Ni la muerte -ocultada y obscena, en una desgraciada tragedia ferroviaria- mella la impunidad liberada. ¿Y las cuentas pendientes del Vicepresidente? ¡Todo al olvido!
Están vaciando un país y disgregándolo del mundo desarrollado, aunque ese mundo a veces sea cómplice del desguace, en versión nueva del Estado Nacional. Coexisten, estafando a un pueblo adormecido.
Ya nada se respeta; ni se inmutan a la hora de romper acuerdos inalterables. Una ferocidad irracional se apodera en la voracidad de dominar todo sin importar lo que vendrá. Lo que interesa son los dividendos ocasionales que se puedan rapiñar.
No se trata de polemizar sobre la privatización o la estatización de la mayor empresa de los argentinos: se trata de ver lo que se hizo, y cómo eso se llevó a cabo. La incautaron al mejor estilo del viejo Far West, echando a la calle a sus directivos. Esta disposición de nacionalizarla es anticonstitucional por donde se lo mire. ¿Dónde queda ahora la confianza? ¿Quiénes arriesgaran inversiones futuras en una nación bananera, sino capitales de dudoso origen que se confunden con funcionarios de oscuros prontuarios. Un nuevo hecho oculta lo obvio, “las cuentas no cierran”.
Los recursos estratégicos de un país como carreteras, telecomunicaciones y el petróleo son bienes soberanos e intransables para poder obtener independencia económica y desarrollo. Pero todo se hizo al revés, producto de la voracidad de unos pocos. Son esos -o sus socios- los que se abrazaron cuando, allá en 1999, aprobaron la ley: el matrimonio Kirchner fue uno de los principales fogoneros. Votaron en aquel momento la gran estafa al erario público, usando como argumento la modernización de la empresa y la mejora en el ingreso de los jubilados, cosas que jamás ocurrieron.
No solamente no se le pagó a los pasivos, sino que pactaron el total vaciamiento con los españoles de esa compañía de bandera nacional como lo es YPF, para después entregársela a los amigos. A Repsol le fue permitido sacar del país utilidades por más de cuatro mil millones de dólares, que es un monto aproximado al que pagaron por la compra; esto, sin contar todo el petróleo que se llevaron. Esto quiere decir que usufructuaron de ella casi gratuitamente. No nos dejemos engañar: aquí nadie tomará represalias.
La desinversión fue total: succionaron los yacimientos existentes bajando notoriamente las reservas de cara al futuro. ¿De dónde saldrán los nuevos recursos para exploración y explotación? Esta es la gran pregunta en tanto que, por ahora, todo es algarabía para entretener. Las mentiras son engaños, pero la memoria no es alucinada. No todos están desatentos.
Los mismos comediantes de las invenciones del ayer vuelven a transferir hoy, con los mismos disfraces estos bienes, llevando la ficción a un escandaloso primer plano que le permite, en tiempo récord, incautar lo que ellos privatizaron. Ahora, con la ayuda de una parva de desorientados que no consiguen ubicarse. Lo cual ya no es ninguna novedad.
Envejecidas quedan las gloriosas afirmaciones del General Mosconi cuando, en 1907, descubrieron el primer pozo petrolífero en Comodoro Rivadavia, en un alegato que llevara implícito el legado del gran General San Martín en defensa de los intereses patrióticos. Dijo entonces don Enrique: "Esto es del Estado y, por lo tanto, se lo debe cuidar".
El dorso de la historia pone al descubierto las falacias de los infames traidores que regalaron estos activos por siniestros intereses, usando las desgracias de nuestros mayores como portal, para desprender a los argentinos de semejante capital.
El jefe de aquella pandilla (hoy adicto al Gobierno Nacional) sigue sin inmutarse, refugiado en la cámara alta por sus fueros. Ha dado muestra de su altruismo faltando a la sesión, sin importarle el resguardo en las decisiones tomadas durante su propia Administración. Como su senectud o su inmoralidad lo tienen sin cuidado, era de esperar semejante patriotismo.
Se ha hecho un verdadero desquicio con estos emblemas nacionales, tanto en Aerolíneas Argentinas como en YPF. Estos, en su época de esplendor, fueron modelos en el mundo.
Pero lo más preocupante es que estamos inmersos en un lodazal sojuzgado por jóvenes inexpertos, que habrán sido muy buenos universitarios en la teoría, pero a quienes claramente les faltan los años que otorgan experiencia y sabiduría para gestionar.
Aerolíneas está conducida por un joven profesional que, en navegación aérea, es abiertamente incompetente; la empresa es subsidiada con más de dos millones de dólares por día y todo sigue peor.
¿Qué no esperar de esta petrolera -ahora nacionalizada- con los consejos de Axel Kicilloff? "El modelo canonizado" ya demostró incoherencia desde su primera aparición pública. Un enjambre de nuevos actores ingresará por favores pendientes, y será esta otra cueva de ladrones de nunca acabar, como siempre sucede. Ahora, la nueva YPF queda excluída de los controles de la SIGEN. ¿Cuál será el motivo?
Pasará este tema y vendrá otro para tapar éste, pero el problema energético seguirá latente, y no "por culpa el crecimiento", como dijo ella. Sino por la absoluta falta de inversión, cuya incógnita regresa hoy. ¿De dónde saldrán los recursos para tal fin?
Este es el nivel de improvisación que se repite. Era agradable hablar de un crecimiento prolongado (que resultó ficticio) gracias al contexto internacional, cuando en realidad nos estábamos devorando los recursos existentes, y que las generaciones futuras padecerán.
Por Raúl Zorzón -desde Malabrigo, Provincia de Santa Fe-, para El Ojo Digital Política
e-Mail: rzorzon@malabrigo.com