POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ

La Presidente y una pasión: coquetear con el desastre

La desesperación ha irrumpido con violencia, derribando las puertas de la Casa Rosada y apoderándose de la primera mandataria y sus más estrechos colaboradores. El blanqueo presidencial frente a la escasez de fondos. La prohibición definitiva de la compra de moneda extranjera y la persecución de AFIP contra los contribuyentes autónomos. La prerrogativa de la destrucción del sciolismo. Bonos y cuasimonedas, a la vuelta de la esquina.

12 de May de 2012

Las recientes declaraciones de la Presidente de la Nación han sido la noticia de interés de la pasada semana. En pocas líneas, Cristina Elisabet Fernández Wilhelm "blanqueó" sus principales temores, corporizados en su nerviosa diatriba contra los sindicatos. A cabecillas gremiales y trabajadores por igual, la jefe de estado les sindicó, abiertamente, el ser los responsables primigenios del desmadre económico, en virtud de los Twitter, Matías E. Ruizaltos salarios que perciben y que representan una amenaza de gravedad en perjuicio de la actividad económica. El reclamo de la viuda de Kirchner para que los sindicatos afines se manejen con responsabilidad en la mesa de negociación de paritarias no es otra cosa que un reclamo desesperado para que las consecuencias del ya comprobado proceso de estanflación que vive la Argentina pueda amortiguarse, de tal suerte que no comprometa al "modelo".

Pero el llanto se planteó desde el atril con algún retraso y una insoslayable falta de timing. Y el cinismo también pudo haber "metido la cola". Pues ha sido la propia Administración Fernández Wilhelm la que ha ordenado el bloqueo definitivo a la compra de divisa estadounidense. Ha sido la propia Presidente de la Nación la responsable de reducir el comercio exterior del país a su mínima expresión (horadando los términos del intercambio). Y fue Cristina -nadie más- quien pergeñó la iniciativa para que la actividad agropecuaria liquide antes de tiempo los dólares que recibe en pago por las exportaciones de sus commodities. En simultáneo, la AFIP del cuestionado Ricardo Echegaray se desvive en perseguir al espectro de contribuyentes autónomos, con el objeto de poder sonsacarle las últimas monedas. Y sucede lo esperable: estos abandonan el sistema, en oleadas.

La torpeza a la hora de implementar las medidas antes citadas sirven no solo para reflejar la inexperiencia y la desidia de los funcionarios del Gobierno Nacional, sino que descubre súbitamente el velo de la desesperación oficial. A la postre, se observa que la intención no es "lo que cuenta". El efecto buscado retorna resultados opuestos, a saber:

* La prohibición de compra de moneda extranjera ha terminado por empujar a la totalidad del público al mercadillo persa del dólar blue o paralelo. En este tren, la cotización de la divisa no oficial se ha proyectado a más de $5,15 por unidad en múltiples sitios, al tiempo que la brecha -spread- con el ofrecido por las instituciones financieras supera el 17%. Guillermo Moreno pudo haber salvado la situación durante el pasado verano pero, en esta oportunidad, ni todo su esfuerzo será suficiente para amortiguar las diferencias entre una y otra cotización. A la postre, esta problemática -autogenerada- conducirá a un crudo sinceramiento de los valores de pizarra. Entiéndase bien: el público ya no exhibe reparos a la hora de comprar a precio de blue, dado que le resulta imposible obtener dólares en el circuito oficial. La gente termina comprendiendo que es preferible adquirir hoy a ese precio, antes que entregar más pesos en el futuro para igual cantidad nominal en verde. Balcarce 50 termina optando por la herramienta del terrorismo financiero, idéntica acusación que gustaba endosarle al ciudadano de a pie y a las "corporaciones".
* Una situación bastante similar se da en el ámbito del campo argentino que, irremediablemente forzado a liquidar divisas antes de lo pautado, demora este proceso y retiene sus mercaderías, al tiempo que converge en espectros paralelos para liquidar su producción.
* La suspensión unilateral de las licencias automáticas para exportar e importar -sugerida por Moreno- ha paralizado el movimiento de contenedores que debían superar el papeleo de Aduana. Hoy por hoy, no alcanza el personal para autorizar el egreso de embarques, pues esta faena debe ejecutarse de a un container por vez (por orden ejecutiva). La consecuencia es el desmembramiento ipso facto del comercio exterior. Los faltantes de productos importados deben sumarse, por ejemplo, a la retención de vehículos cero kilómetro originarios del Brasil: las concesionarias carecen de stock y han comenzado a dar fe de la recesión. En apenas sesenta días, la crisis del sector será inocultable, y el sindicato SMATA deberá asistir a la suspensión masiva de operarios. Tampoco existen autopartes en almacén para unidades producidas en Mercosur, y aún resta contabilizar ciertas represalias de la Unión Europea a partir de la confiscación de YPF: los automóviles producidos en el Viejo Continente y comercializados aquí dejarán de tener respaldo en respuestos.

Así, se observa que los generadores del actual proceso de stagflation no reposan en los gremios filocristinistas; los reputados cráneos del desmadre pululan por Olivos y la Casa Rosada, quedando poco margen para la discusión ideológica. La Presidente de la Nación puede insistir todo lo que quiera en el obsequio de espejos de colores (Muerte Digna e Identidad de Género), pero son ella misma y su propio entorno quienes trabajaron a destajo por consolidar la peligrosa escasez de dólares que hoy contamina al sistema y acentúa la crisis de confianza. Para colmo, es en este momento que los referentes del círculo íntimo presidencial se notifican -de la peor manera- de la inconveniencia de haber exacerbado los conflictos con los organismos internacionales de crédito y las naciones del orbe que tienen voz y voto en ellos. Porque, dado que la República Bolivariana de Venezuela se debate en una excepcional crisis de caja, ya ha dejado de girar divisas y de programar tratos comerciales de dudoso origen en la Argentina [como supo hacerlo en el pasado]. La Eurozona naufraga en una crisis cuya peor faceta aún no se conoce, y el mercado de capitales se ha cerrado definitivamente para la Casa Rosada. Este -y no otro- es el reason why por el cual el Gobierno Nacional confeccionó la toma de YPF/Repsol: el imperativo categórico es poner la lupa sobre las cajas que quedan sin tocar. Es casi tautológico afirmar que la Presidente no tiene la menor intención de desarrollar la industria petrolera nacional. YPF seguirá los pasos de la devastada PDVSA, observando idéntica intención que en Miraflores, esto es, extender el ampuloso asistencialismo y el destructivo Estado de bienestar. Por todo el tiempo que sea posible hacerlo.

En aras del reconocimiento de la palidez de su caja, Cristina Elisabet Fernández Wilhelm se esfuerza por saturar los medios de comunicación afiliados a Balcarce 50 con cada vez mayores dosis de propaganda. Tal como lo sostuviéramos desde esta columna, la acción de gobierno ha sido dejada, indefectiblemente, de lado. En este sentido, la Presidente ha decidido objetivar al enemigo en los dirigentes que considera se encuentran mejor posicionados para sucederla: el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y Mauricio Macri, Jefe de Gobierno porteño (reservando la más gruesa munición para el primero).

Al bueno de Mauricio, la Señora prefiere domarlo anteponiéndole el bloqueo del envío de desperdicios al conurbano bonaerense. Tal operación venía representando jugosas ganancias para la asfixiada alcancía del gobierno en La Plata, al tiempo que Macri deberá encontrarle una solución al desafío e invertir dinero de la GCBA en el procesamiento de aquellos residuos, lo cual podría conducirlo a un nuevo incremento de impuestos. Pero la Casa Rosada antes prefiere demoler a Scioli porque, en forma periódica, recibe informes que ilustran sobre la movida política de la provincia, y allí se han encendido las alarmas: todos están confluyendo en el círculo político del ex motonauta, comenzando por Hugo Moyano. En tanto que el esposo de Karina Rabollini paladea las mieles y los beneficios de hacer las veces de chofer de ambulancia -recogiendo heridos-, debe ahora enfrentar el creciente bombardeo desde el rosado edificio. Ya Néstor Carlos Kirchner -en vida- se mostraba en extremo quejumbroso frente al gasto desmesurado del sciolismo en publicidad y propaganda, mientras el gobernator se quejaba por la demora en la llegada de remesas desde el Estado Nacional. Pues bien; Cristina ha tomado en sus manos aquella turbación exhibida por su difunto marido, ordenando darle forma en la reciente sesión en la Legislatura platense. Oportunidad en que el bloque del Frente Para la Victoria pidió explicaciones al Gobernador por esas "molestas" erogaciones publicitarias.

En tiempos de vacunos escuálidos y ojerosos, Cristina Elisabet deja de lado la gestión, para focalizarse en la destrucción del enemigo. Quizás, la única salvación que le quede a Daniel Scioli y a otros gobernadores de provincia consista en la emisión de bonos y cuasimonedas. Alternativa potencialmente disruptiva y a todas luces poco simpática, pero ciertamente preferible al desdoblamiento del pago de salarios en la función pública. Aunque lo llamativo, en este caso, es que Buenos Aires no se perfila como la primera geografía que organizaría la reedición de la fiesta del papel picado, sino Córdoba. Inexplicablemente -dado que es una de las más ricas-, la provincia mediterránea acusa un siniestro desbarajuste financiero. Los empleados públicos ya no perciben sus sueldos a tiempo, empezando por numerosos municipios del interior, puesto que se ha evaporado el metálico con qué abonarles. Gentilezas del despilfarro sabiamente configurado por el "Gallego" José Manuel De la Sota, otro declarado fan de la compra de medios y voluntades.

La variante de las cuasimonedas permitiría a muchas provincias argentinas eludir -aunque más no sea brevemente- la dependencia de la Nación, en tanto que obsequiaría algo de oxígeno al prominente descalabro de sus economías. La carrera, en todo caso, consiste en no convertirse en el primer gobernador que decida su implementación. El efecto contagio sobreviene, tal como se ha visto en 2002, en inevitable, y solo contribuye a propinarle un puntapie al ya de por sí delicado termómetro social.

Si gobiernos Nacional y provinciales ponen sobre la mesa el análisis de la confiscación de dólares y la emisión de bonos para el pago de salarios respectivamente, es que el panorama se encuentra bastante lejos de ser el ideal. En cualesquiera de los casos, pocos estudiosos de la realidad argentina podrán negar que el espectáculo al que asistimos es apenas un corolario del modelo que la Presidente ha traído bajo sus brazos: el ahorcamiento y la asfixia programada de las economías provinciales (en complicidad con gobernadores), para consolidar beneficios políticos/electorales de corto plazo.

En última instancia, tampoco debe descartarse que nuestra primera mandataria -en virtud de las medidas desesperadas de que echa mano su Administración- exhibe una sospechosa predilección por el flirteo con el apocalipsis.

No vaya a ser que, un día de estos, comience a hacerse evidente aquello que se ha intentado ocultar por tanto tiempo, esto es, que a la Señora se le ha caído, ruidosamente, el ropaje.

Y todavía resta "pasar el invierno"...

 

Por Matías E. Ruiz
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Por Matías E. Ruiz, Editor