No temerle al libre mercado
El persistente titular en las portadas de esta semana ha sido que JP Morgan Chase sufrió unas pérdidas enormes en una estrategia de cobertura, costándole $2,000 millones. Ese no es un error pequeño y es un ejemplo de cómo las malas decisiones en el mercado libre pueden costar mucho dinero.
El persistente titular en las portadas de esta semana ha sido que JP Morgan Chase sufrió unas pérdidas enormes en una estrategia de cobertura, costándole $2,000 millones. Ese no es un error pequeño y es un ejemplo de cómo las malas decisiones en el mercado libre pueden costar mucho dinero. Pero sólo porque los errores tengan consecuencias no significa que se necesite la intervención de la poderosa mano del gobierno para salvarnos de nosotros mismos. Sin embargo, eso es lo que algunos desde la izquierda están pidiendo ahora.
La noticia del craso error llegó la semana pasada cuando el director ejecutivo de JP Morgan Jamie Dimon reveló que tuvo unas pérdidas de $2,000 millones durante las últimas seis semanas por una estrategia pensada para protegerse de los riesgos contra las propiedades del banco que pudieran llegar por la volatilidad del mercado causada por la crisis del euro. En el programa dominical Meet the Press, Dimon admitía: “Visto a posteriori, corrimos demasiados riesgos. La estrategia que teníamos estaba mal aplicada. Estuvo mal monitorizada. Nunca debería haber ocurrido”.
Ciertamente, la compañía está pagando el precio en pérdidas al igual que los responsables de tomar la mala decisión. El periódico Los Angeles Times informa de que las acciones del banco cayeron un 12% desde que se descubrieron las pérdidas la semana pasada, el ejecutivo que supervisaba el departamento responsable de las pérdidas se jubiló el lunes y la reputación de JP Morgan como un banco extremadamente bien administrado ha quedado dañada.
Pero ¿la fallida estrategia y las pérdidas resultantes significan que Washington debería intervenir con más regímenes reguladores sobre Wall Street? Ayer, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, utilizó la noticia de las pérdidas de JP Morgan para pedir más regímenes reguladores, remarcando que: “El presidente luchó muy duramente contra los republicanos y los cabilderos de Wall Street para conseguir aprobar la reforma de Wall Street…Pienso que este suceso simplemente refuerza el porqué el presidente tenía razón en emprender esta lucha y por qué aún necesitamos asegurarnos de que se implementa”.
De la misma forma, la antigua consejera de Obama, Elizabeth Warren, pidió a Dimon que dimitiera de la Junta de la Reserva Federal de Nueva York y atacó a Wall Street: “En cuanto a lo que ocurrió aquí no se trata sólo del caso de JP Morgan, se trata del tipo de actitudes, de que la banca se debería autoregularse en lugar de tener una auténtica supervisión”, dijo Warren, y que “Como país tenemos que decir no, los bancos no se pueden autoregular”.
Lo que se necesita es un poco de perspectiva, no más regímenes reguladores por parte de Washington. El analista de la Fundación Heritage David C. John explica que aunque las pérdidas de JP Morgan representan una claro fallo de administración, no es un problema sistémico que requiera o que se arreglaría con regímenes reguladores adicionales. Para los no iniciados, JP Morgan es un banco de $2.3 billones con un patrimonio neto de $189,000 millones, lo que quiere decir que estas pérdidas redujeron la proporción de capital del banco del 8.4% al 8.2%. En otras palabras, el banco puede absorber las pérdidas y no está para nada cerca de necesitar ninguna forma de intervención federal.
Póngase esto en perspectiva con los $3,200 millones en pérdidas sufridas por el Servicio Postal de Estados Unidos sólo el trimestre pasado o los miles de millones perdidos en la arriesgada apuesta por las energías verdes hecha por el presidente Obama y el secretario de Energía Steven Chu. Sólo que esas pérdidas no fueron sufridas por inversores privados, sino por Ud. como contribuyente.
Y lo que es más, explica John, los regímenes reguladores que ahora se están pidiendo (particularmente la denominada Regla Volcker) no habrían impedido las pérdidas puesto que no habría afectado a esa transacción. Finalmente, comenta John, el sistema funcionó como debe: “Las pérdidas de JP Morgan Chase no fueron descubiertas por los reguladores; fueron descubiertas por el propio banco al llevar a cabo las revisiones de administración”.
De lo que Estados Unidos está siendo testigo es de cómo la izquierda usa la noticia del mal cálculo de JP Morgan como una excusa para más regímenes reguladores gubernamentales. Pero incluso como Carney reconoció, los regímenes reguladores “no pueden impedir que se tomen malas decisiones en Wall Street”.
A pesar de la discusión sobre las pérdidas de JP Morgan, John señala que el banco aún espera tener beneficios importantes para el ejercicio de 2012. Sí, ha cometió un error y sí, ese error costó un montón de dinero. Pero los riesgos, los errores y los costos son parte del capitalismo. Son el precio a pagar por todos los beneficios que nos ofrece un mercado libre.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
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