Drogas y despenalización: una ley que no cumplirá lo que promete
Promete maravillas en nombre de la despenalización inmediata del consumo de drogas. El consumo ya no estará en contra de la ley: será legal drogarse, y así todo irá mejor.
Promete maravillas en nombre de la despenalización inmediata del consumo de drogas. El consumo ya no estará en contra de la ley: será legal drogarse, y así todo irá mejor.
Para eso, hay que derogar la ley vigente (Nº 23.737), acusándola de pésimos resultados. Analizaremos esas acusaciones, tomando como base los propios Fundamentos de la nueva ley.
a) La Ley 23.737 “trajo por consecuencia un sistema judicial colapsado por causas referidas al consumo y comercio en menor escala, provocando un hacinamiento carcelario sin precedentes en el país” (pág. 1/46).
Pero “en el 2003, en la población total el delito que más privación de libertad origina es el de robo y tentativa de robo en 26.777 casos, seguido de homicidio doloso en 6.635 casos y en tercer lugar los relacionados con la ley de estupefacientes, con 3.900 casos” (pág. 37/ 46).
Por lo tanto, la Ley 23.737 no ha provocado un hacinamiento carcelario sin precedentes. Solo ha incidido en este fenómeno en una proporción menor al 15%, debida a condenas por tráfico y no por consumo. Además, la causa principal del referido hacinamiento es la ausencia de una política carcelaria ordenada a la reinclusión personal y social del interno, ausencia que se prolonga desde hace largas décadas en nuestro país.
b) Las 46 páginas del texto obtenido de los Fundamentos, contienen innumerables referencias a la irracionalidad de que se penalice, y por lo tanto se criminalice, a la mera tenencia de drogas para uso personal.
c) Pero se informa (pág. 16 / 46) que solo se producen condenas en el 0, 7 % de los casos. Es decir, que tras una breve detención, la inmensa mayoría de los penalizados quedaron en libertad.
Este aspecto de la Ley 23.737,sin duda es susceptible de revisión. Pero el resultado de la misma nunca debería ser una formulación que legalice el consumo de drogas, transmitiendo el mensaje de que dicho consumo es una simple recreación, no perjudicial para el ser humano.
d) También se insiste repetidamente en el abuso en que se habría incurrido interpretando la penalización definida en la Ley 23.737 como una facultad del Juez para presionar al consumidor de drogas con el objeto de que acepte un tratamiento curativo de su dependencia.
Se rechaza ese “intento de proteger al individuo contra la propia elección de su plan de vida, considerado indeseable”. Se define esa actitud como “paternalista”. (pág. 7/ 46). No debe intentarse “prevenir los daños que una persona se cause a si misma”. Debe mantenerse “la concepción del ciudadano capaz de formarse un juicio y capaz de adoptar decisiones de forma autónoma, aún cuando puedan derivarse autolesiones”. Se reitera aquí el repudio a la actitud “paternalista” (pág. 10/46).
Todo lo anterior se contradice con la afirmación de que, “el toxico dependiente no debe ser tratado como un delincuente sino como un enfermo que requiere tratamiento” (pág. 4/46).
Agreguemos que la obligatoriedad legal, para quienes se trasladan en moto, de usar un casco protector para evitar causarse daño a sí mismos, también está en oposición con lo afirmado en los Fundamentos de la nueva Ley.
Por otra parte, todos los padres que amen a sus hijos harán el mayor esfuerzo posible para disuadirlos de que adopten conductas autodestructivas, aunque hayan cumplido la mayoría de edad, y reclamen el pleno uso de su libertad personal. De lo contrario, quizás no serían “paternalistas”, pero sí insensibles a la posible desgracia de sus hijos.
2) La opinión de los argentinos sobre el problema de la droga
a) La mayor preocupación de los padres de familia en las distintas regiones del país, es advertir que sus hijos son cada vez más vulnerables a la oferta de drogas. Eso quedó demostrado en la encuesta realizada el año 2008 (en Gran Buenos Aires, Gran Córdoba, Gran Mendoza, Gran Rosario y Resto del Interior), por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, publicada como Deuda Social de la Infancia.
Consultado los adultos de referencia –padres o tutores- el peligro de la droga quedó en primer término entre todos los factores de riesgo, con un promedio del 75, 8 %, para los adolescentes de 13 a 17 años.
Se advirtió, -coincidiendo con lo afirmado por el Padre José Ma. Di Paola (Padre Pepe), en su valiente declaración del lunes 28 de mayo- que esa peligrosidad fue considerada máxima en el sector de menores recursos: 93,0 %, mientras que en el grupo de más altos recursos la estimación se redujo al 61, 1 %.
b) La lucha contra el narcotráfico ascendió, en los años 2009 y 2010, al primer lugar como prioridad nacional de nuestra política exterior, según la encuesta realizada sobre ese tema por TNS Gallup. Desplazó así a los factores relacionados con la economía, y las relaciones con otros países.
c) En la nota Nº 22 de los Fundamentos del Proyecto de Ley sobre despenalización, se mencionan como válidos los resultados de una investigación que informa textualmente:
“Con relación al debate de la despenalización del consumo de sustancias estupefacientes, un 53, 7% de los encuestados manifestó su desacuerdo, mientras que el 32, 8 % se declaró a favor”. Es posible que una eventual respuesta a este comentario se reduzca a sostener que por un error dactilográfico se cruzaron las cifras. ¿Pero no sería de interés recurrir a una consulta popular antes de sancionar la nueva Ley?
Conclusión del punto 2
Si la nueva Ley de la despenalización del consumo de drogas no cumple en sus resultados lo que promete en su texto, ese fracaso podría ser motivo de una considerable reacción adversa en la opinión pública de los argentinos.
3) Las promesas que incluyen un componente ideológico suelen ser exageradamente optimistas.
Lo fue la promesa de la ideología marxista, en cuanto a una futura paradisíaca sociedad comunista, que iba a suceder a la previa dictadura socialista.
También lo fue la promesa de la ideología liberal, de que una “mano invisible” iba a armonizar las energías egoístas de un individualismo total (dejar hacer y dejar pasar), logrando una armonía mucho más perfecta que la de una planificación ordenada al bien general.
Si tuviéramos que definir el componente ideológico incluido en el proyecto de Ley de despenalización del consumo de drogas, diríamos que es una subestimación de la necesidad social de leyes penales. (Unida a otro factor más importante al que nos referiremos posteriormente). Pero el optimismo que promete maravillas, está presente sin duda alguna.
Nos parece útil recordar al respecto una teoría sobre las maravillas que se alcanzarían legalizando el consumo de drogas, difundida en 1988 por una conocida publicación internacional, destacando una propuesta de Milton Friedman.
Lo caracterizaba como “gurú de la economía de libre-mercado y ganador del Premio Nobel”. Citaba su afirmación: “El daño producido por las drogas tiene como causa predominante el hecho de que son ilegales. No tendríamos la epidemia de crack si su venta fuera legal”. A continuación se señalaban los fundamentos de esa teoría. “Si las drogas fueran legalizadas, el gobierno podría regular su venta y fijar un precio bajo. Los adictos podrían tomarse una dosis sin necesidad de robar y la ausencia de beneficios desmantelaría la industria criminal en creciente auge que hoy los abastece. Los delincuentes de la droga desaparecerían, tal como los vendedores ilegales de alcohol desaparecieron después de abolida la Ley Seca. Y junto con los delincuentes desaparecería también la general y penetrante corrupción de los oficiales de policía, abogados, jueces y políticos, sobornados con el dinero de la droga”. (Revista TIME, Mayo 30, 1 988).
Parece un excesivo optimismo, pero la teoría sigue teniendo su atractivo. En dos sábados sucesivos, el 9 y el 16 de enero del 2010, el escritor argentino Tomás Eloy Martínez, recientemente fallecido, y el vastamente conocido escritor peruano Mario Vargas Llosa, presentaban versiones actualizadas en el periódico “La Nación”.
Afirmaba Martínez: “Las inteligencias más lucidas del continente insisten en que es imperioso llegar a un acuerdo de cooperación entre traficantes y consumidores. Cuando se rompan esos pactos siniestros de silencio y dinero, y los expendios de drogas salgan a la luz del día, como el alcohol luego de la Ley Seca, quizás hasta los propios traficantes descubran las ventajas de trabajar dentro de la Ley y, al sentirse más seguros irradien esa seguridad sobre las comunidades a las que comprometen”.
Sostenía, por su parte, Vargas Llosa: “El problema no es policial sino económico. Hay un mercado para las drogas que crece de modo imparable tanto en los países desarrollados como en los sub-desarrollados, y la industria del narco tráfico lo alimenta porque le rinde pingues ganancias”… “¿No hay, pues solución? ¿Estamos condenados a vivir más tarde o más temprano, con Estados narco, como el que ha querido impedir el Presidente Felipe Calderón? La hay. Consiste en descriminalizar el consumo de drogas mediante un acuerdo de países consumidores y países productores, tal como viene sosteniendo The Economist y buen número de juristas, profesores y científicos de muchos países del mundo, sin ser escuchados”.
Sin duda, el proyecto de ley de despenalización incluye y rechaza diversos elementos de esta extraña ensalada ideológica, y por eso mismo es tan confuso desde el punto de vista intelectual. Y puede recibir apoyos tan variados, aún desde sectores opuestos entre sí. En la Argentina de hoy, esto no debería extrañarnos, pero si puede entristecernos un poco.
Sin embargo, no está en este tercer punto lo definitorio del problema. Lo definitorio se menciona dos veces en los Fundamentos del proyecto de despenalización, pero al paso y sin profundizar:
“No hubo, en proporción, la misma dedicación (de la sanción penal) hacia las organizaciones de tráfico ilícito que, en muchos casos, recibieron protección política, administrativa y judicial”. (pág. 8/ 46).
“A lo anterior debe agregarse la aparición de focos de corrupción en las fuerzas policiales y de seguridad y en distintos estamentos del sistema judicial y político, ya sea traficando sustancias prohibidas o protegiendo redes de comercialización”.(pag. 16/46).
La palabra “corrupción” es la clave. ¿A qué se debe y cuál es el origen de esa corrupción?
4.- La formula de la eficacia narco
Me fue trasmitida personalmente hace alrededor de 25 años, en una reunión Nacional de la Pastoral Social Católica, por Mons. Darío Castrillón Hoyos, entonces Obispo de Bucaramanga, Colombia, que participaba como delegado del CELAM. (Hoy, Cardenal de la Iglesia Católica). Había tenido un papel relevante en la temática de la droga en ese país, y me dijo que la fórmula de la eficacia narco era muy simple: “Te damos a elegir, recibes plata, o recibes plomo”.
El uso despiadado del terror, y la fría administración del pago a los argentinos que venden sus servicios. Éstos últimos representan la variante de la codicia, que con seguridad ha predominado ampliamente en nuestra patria. Allí está la explicación de tantísimas misteriosas “incompetencias”, “pasividades”, “ausencias”, “fracasos”, “cegueras del que no quiere ver”, etc.
Se suele decir: “Hecha la ley, hecha la trampa”. Y también se puede decir: “Hecha la ley, para mejorar la trampa”.
5.-La palabra de la Iglesia Católica a través de los Obispos argentinos
Consta en la declaración “LA DROGA, SINÓNIMO DE MUERTE”, emitida por la 94 Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, el 9 de noviembre del 2007. No ha tenido el eco que merecía.
a) El problema en la actualidad: “El narco-negocio se instaló en nuestro país, prospera exitosamente, destruye familias y mata. Nuestro territorio ha dejado de ser sólo un país de paso”…
“…Desde los más altos niveles el narco- trafico genera corrupción y muerte, asesinatos por encargo, extorciones, dependencias esclavizantes, prostitución…”.
“En todos los ambientes, los que prueban la droga por curiosidad y se convierten en adictos, si no llegan a una muerte prematura, frenan su crecimiento y desarrollo personal. Todo lo que esté relacionado con la droga es deshumanizante, anula el don de la libertad, sumerge en el fracaso los proyectos de vida y somete a las familias a duras pruebas. Los familiares y amigos de los adictos se enfrentan día a día con impotencia, a un enemigo de enorme capacidad de mal. Una persona drogada abandona su espacio en las sociedad: todos pierden sus vínculos afectivos, el obrero su trabajo, el joven y el niño su escolaridad”.
b)La solución: “El desafío es grande” (...) “Entre todos debemos generar una red social que proponga la cultura de la vida. En este esfuerzo es fundamental el apoyo de toda la sociedad, para un compromiso solidario que comprenda a madres y padres, docentes, funcionarios, medios de comunicación, instituciones religiosas. En todos los ámbitos sociales”.
“Esta red social deberá propiciar:
-la denuncia de hechos delictivos o políticas que por acción u omisión favorezcan las adicciones.
-una estrategia de prevención basada en tareas educativas en todos los niveles, fundamentalmente en las familias, en las iglesias, la escuela, las fuentes de trabajo, las comunidades barriales.
-la multiplicación de espacios sanantes donde se faciliten la recuperación de los adictos y su reinserción a la sociedad”.
6.- Se requiere una red social que supere el nivel puramente declarativo, en que estas redes terminan por desvanecerse
Hoy, todo piadoso teatro y todo esfuerzo destinado a cultivar imagen son absurdos en el país que va siendo invadido por los carteles extranjeros de la droga. Hoy somos territorio ocupado por carteles de droga colombianos y mexicanos, peruanos y paraguayos, dominicanos y bolivianos. Algunos nos utilizan para exportar droga a Europa. Otros son proveedores locales de marihuana al por mayor y menor, o distribuidores de cocaína ya producida en el país para comercio local.
La progresiva dominancia de las empresas extranjeras en la economía nacional, se vuelve un pálido reflejo de la total dominancia extranjera en la nueva gran empresa de la drogadicción argentina. Posible por los argentinos cómplices.
Se está gestando ante nuestros ojos una nueva etapa terrible de la decadencia del país. Ante esta situación ¿Qué debería ser una verdadera red nacional?
Un grupo de personas –varones y mujeres, jóvenes y adultos, empresarios y obreros, profesionales y técnicos-dispuestos a luchar ante todo en sí mismos para dominar cada día la codicia y el miedo.
No súper hombres ni súper mujeres. Personas que lleguen a temblar de miedo, pero que no se rindan. Gente de carrera en los negocios, que quieran vencer de veras a su propia codicia. Esto, con la ayuda de Dios, es posible.
7.- ¿Cómo puede calificarse este proyecto de ley que por su formulación teórica, y por las personas que se proponen implementarlo- parece seguramente destinado a no cumplir lo que promete?
Se puede calificar como un proyecto autodestituyente. Aplicamos este término al efecto que sufrirá cualquier sector político partidario capaz de actuar de modo que provoque una considerable disminución del caudal electoral que lo llevó al gobierno. Se ha mencionado a la UCR y al FAP secundando al partido mayoritario en el apoyo a esta nueva ley. Sin duda las consecuencias autodestituyentes para ambas agrupaciones, serían de modestas dimensiones.
Pero el partido mayoritario podría verse afectado de modo mucho más importante.
Cuando la Iglesia en las plegarias dominicales de todos sus Templos, pide por “nuestros gobernantes” – mayorías y minorías- lo hace porque son especialmente responsables del Bien Común de todos los que habitamos en esta Patria. De todos y de cada uno. Y no ayuda al Bien Común, que nuestra historia se prolongue como una sucesión de autodestituciones.
Monseñor Jorge Luis Lona
Obispo Emérito de San Luis
San Luis, 8 de junio de 2012 (AICA)
e-Mail: jorgeluislona@yahoo.com.ar