ObamaCare: un revés para la libertad
La Corte Suprema ha hablado pero, en el genio de la cimentación de nuestro gobierno constitucional, los Padres Fundadores incluyeron acertadamente el equilibrio de poderes entre nuestros tres equidistantes poderes de gobierno...
La Corte Suprema ha hablado pero, en el genio de la cimentación de nuestro gobierno constitucional, los Padres Fundadores incluyeron acertadamente el equilibrio de poderes entre nuestros tres equidistantes poderes de gobierno. Por tanto, con la reciente decisión de la Corte Suprema de validar el mandato individual de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible (PPACA) -más conocida como Obamacare-, mediante la coacción vía impuestos, se ha proporcionado una oportunidad a nuestro Poder Judicial para “controlar” la lectura de nuestra Constitución.
Y, en el empeño por limitar el tamaño y el alcance del gobierno federal con el fin de conservar nuestras libertades, el Congreso debería actuar inmediatamente para derogar y sustituir Obamacare. Pues no existe una vocación más noble para nuestros cargos públicos electos que conservar y proteger nuestras libertades.
Con la reciente decisión de la Corte Suprema, parece no haber límites para lo que el Congreso puede hacer mediante sus poderes en materia de impuestos. Esto es especialmente problemático para cualquier país, pero sobre todo para uno que se enorgullece de ser el faro de la libertad para el mundo. No obstante, sí los hay.
La verdad es que siempre hubo un mejor modo de mejorar nuestro sistema de salud sin tener que añadir billones de dólares a nuestros déficits, a la vez que cercenamos nuestras libertades. Perom siguiendo la definición expansiva del término “derechos” por parte del presidente Obama y sus colegas progresistas, el gobierno federal controla ya una sexta parte de nuestra economía nacional.
Existe una forma mucho mejor de atajar los problemas causados por los que no tienen un seguro médico, y es necesario que el Congreso se ponga inmediatamente a trabajar en ello. Se podría empezar por la reforma del código tributario, de modo que los estadounidenses no sean penalizados cuando buscan un seguro médico fuera de sus centros de trabajo.
Como expone la analista de Heritage Nina Owcharenko: “El modo en el que el código tributario trata el seguro médico está desfasado y es insostenible… Es un vestigio de los controles de salarios y precios de la Segunda Guerra Mundial, que proporciona una favorable deducción fiscal a aquellos que obtienen el seguro médico a través de su centro de trabajo”.
Reformar esta desfasada estructura fiscal y permitir que las personas adquieran su seguro médico más allá de las fronteras de sus estados sería otra medida bienvenida para reducir el costo del seguro médico y espolear la competitividad y la innovación.
Por último -y quizás lo más importante-: al parecer, la decisión de la Corte Suprema ha sancionado que la penalización que incluye el mandato individual es un impuesto y, por tanto, abre las puertas a una serie de gigantescas subas de impuestos y una letanía de regulaciones gubernamentales. Esto sólo hará aún más difícil que nuestro país supere esta recesión económica. Con el déficit nacional cercano a los $15 billones, nuestros cargos públicos electos deberían demostrar contención fiscal para asegurar que nuestro país nos continúe proporcionando la certidumbre y las oportunidades económicas que tantos vinieron buscando desesperadamente cuando inmigraron a este país.
La comunidad hispana debe comprender que el genio de nuestro país no reside en un gobierno en constante expansión, sino en ser un lugar que ha dado la bienvenida a la innovación y a la competitividad como el vehículo para elevar la calidad de vida de todos. Es a partir de ahí donde los responsables políticos deberían retomar las conversaciones sobre la manera de mejorar nuestro sistema de salud.
Obamacare es la forma equivocada de logralo. Hace falta derogarlo y empezar de nuevo.
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