La hipocresía del Mercosur, consumada
Como tantas veces ha ocurrido en el mundo de la política, la hipocresía de los países vecinos y socios —en este caso del Mercosur— ha sido consumada.
Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.
Como tantas veces ha ocurrido en el mundo de la política, la hipocresía de los países vecinos y socios —en este caso del Mercosur— ha sido consumada.
La decisión de Argentina, Brasil y Uruguay estaba cantada de antemano. Como los tres países necesitan que Venezuela ingresen al Mercosur, ahora encontraron la escusa perfecta: un supuesto golpe de estado en Paraguay.
Pero volvamos a estos tres países. Argentina y Uruguay con deudas multimillonarios con el Estado venezolano, en especial con PDVSA, la petrolera estatal. Por su parte, la postura brasileña llama la atención, aunque no tanto. Brasil quiere catapultarse con el líder regional ante el mundo, lo que no es nada dificil dado que Argentina hace rato que ya no puede ofrecer nada de interesante para competir en el mundo global.
Brasil, por ello, necesita que Venezuela ingrese al Mercosur para hacer ingresar sus productos con arancel cero, lo que le permitirá a su comercio internacional incrementar sus ganancias y aprovecharse de paso de la baja competitividad de las empresas venezonalas que sufren el acoso de un sistema político como el chavismo que no da tregua a la iniciativa privada, a los derechos de propiedad privada y al constante hostigamiento a la libertad de prensa.
Aún así y con estos antecedentes conocidos se le permitirá a Venezuela su ingreso al Mercosur. Una verdadera hipocresía; pero, que no termina ahí. La hipocresía que desde ahora se convalida en la región también se da con la desaparición del juicio político y del poder que tienen los Congresos de destituir a los presidentes por mala gestión. Con lo que le han hecho a Paraguay, el mensaje es claro: aguántese al peor gobierno que tengan hasta el final de su mandato, no importa si roba, si provoca corrupción o si diseña un proyecto contrario a la misma democracia constitucional —como en efecto lo estaba haciendo Lugo y su grupo.
En Venezuela, desde hace cinco años atrás, se mandó militarizar zonas agropecuarias con el pretexto de que sus propietarios eran latifundistas y sus tierras improductivas. No pasó mucho para que las propiedades de esforzados agricultores fueran confiscadas y pasaran al dominio del Estado venezolano, lo que es lo mismo que decir al dominio del grupo bolivariano. La "revolución" estaba en marcha y con ganas de expandirse a otras partes del continente.
Siguiendo con el parecido, aquí en Paraguay el presidente Lugo y sus simpatizantes hace tiempo que estaban embarcados a la "ola revolucionaria" proveniente de Caracas. No paso mucho para que se hiciera lo mismo que el dictador Chávez.
Para ser parecidos a Chávez se puso en vigencia la Ley de seguridad fronteriza. Y lo hicieron con el decreto 7525. Aquí en Paraguay las propiedades afectadas tienen diferente característica, aunque el objetivo es el mismo. La mayoría de las propiedades invadidas son pequeñas, otras de mediana extensión y altamente productivas. Pero como son admiradores de la revolución cubana y de la bolivariana, tenían que ser iguales a Fidel y a Chávez. Dejaron de lado a los tribunales, a la Constitución y al Código Civil que legisla sobre la propiedad y tiene rango de ley.
En vez de promover el acceso a la tierra mediante la ley para mantener la paz e incrementar el capital para ir creando puestos de trabajo en el campo, se decidieron por el enfrentamiento para crear un ambiente hostil espantando la inversión y generando desempleo. Sobre estos efectos negativos directos ni siquiera se tomaron el tiempo de analizar.
El juicio político al ex presidente Lugo no tuvo reparos políticos ni jurídicos. La Constitución en su artículo 225 menciona como causales el mal desempeño en las funciones. Igualmente el presidente cometió el delito de omisión de auxilio en su deber inexcusable de precautelar el orden público, a sabiendas del daño causado a las personas, sus familias y bienes. Además la cuestión de fondo no es solo jurídica sino también política, pero en el sentido correcto que le da la propia Constitución Nacional. De ahí que se equivocan aquellos que creen que el juicio político resultó irregular por falta de sustentación legal.
La naturaleza jurídica del juicio político es diferente al instaurado en sede judicial. Esto no significa que en el juicio político no tenga el derecho a las garantías de ser oído y probar sus defensas. Pero en el juicio político no hay juez imparcial ni autónomo y tampoco existe posibilidad alguna de recusación a los congresistas en caso que la parte acusada considere la posibilidad de una manifiesta parcialidad.
La hipocresía ha sido consumada, Pero el Paraguay ha sido fortalecido. De hecho, personalmente estoy sumamente complacido de salir de un Mercosur que lo único que hizo fue causarnos graves perjuicios a nuestra economía.
Más importante aún, los paraguayos demostramos al mundo que tenemos dignidad y sabemos defender nuestra historia, la misma por la que nuestros antepasados se inmolaron en memorables batallas, sea en la Guerra contra la Triple Alianza y en el Chaco: defendimos y seguiremos defendiendo el respeto a la autodeterminación del los pueblos, la soberanía y el noble concepto de independencia en el marco de nuestra Constitución.