"Mama" Barker
He confirmado, luego de recorrer mucho el país en los últimos cinco años, que, entre las bandas criminales y las bandas mafiosas, existen más semejanzas que diferencias. La esencia y la liturgia de estructura son básicamente las mismas.
He confirmado, luego de recorrer mucho el país en los últimos cinco años, que, entre las bandas criminales y las bandas mafiosas, existen más semejanzas que diferencias. La esencia y la liturgia de estructura son básicamente las mismas.
Me interesa, aquí, establecer un paralelismo. Salvando las distancias, casi como las 23 vidas paralelas de Plutarco, en las que se comparan personajes griegos con sus simétricos romanos. Me interesa analizar las causas más comunes de la decadencia de las bandas criminales y de las mafias, las cuales -como he dicho- son similares.
Y también deseo encasillar a una comarca que lidera la jefa de una banda criminal que es también -parejamente- líder de una mafia gubernamental.
Con ella, encontré, sorprendentemente, el hilo conductor entre ambos fenómenos. Casi el denominador común: las prácticas políticas de los últimos diez años en esta comarca situada al sur de las Américas.
En efecto. Entre una banda mafiosa y una banda de criminales comunes, no existen prácticamente diferencias con los sujetos que dependen de la señora Barker de estas tierras. Katherine "Kate" Barker nació el mismo día que Juan Perón. Un 8 de octubre, pero en el año 1873. Créaseme que esta coincidencia, no la hago alusiva al caso, sino que la menciono por la casualidad descubierta en los archivos. Casada con George Barker, tuvo cuatro hijos (Herman, Lloyd, Arthur y Fred).
Ella, como jefe de la banda, sus cuatro hijos… y un peligroso asesino llamado Alvin Francis Karpowicz (Alvin Karpis) hicieron “historia” en los Estados Unidos de América. Fue en los principios del siglo XX, cuando decidieron formar lo que se denominara la Banda Barker o el Clan Barker, que asoló varias regiones de aquel país.
El buen escritor James Hadley Chase hace una referencia muy directa en su excelente novela (1939) No Orchids for Miss Blandish.
Las leyes que dictaba Mamá Barker eran tan rigurosas, que los que se animaban a incumplirlas eran sometidos a todo tipo de suplicios y luego eran asesinados. Le encantaba sacarse fotos y que la vieran. De esto no estoy seguro pero, tal vez, solía decir: "¡Che! ¡Corré la cámara que no me pueden ver!".
Mama Barker podía, por ejemplo, citar a una persona a una reunión amable, sólo para basurearla, incluso en público. En una reunión de varios personajes, abrazaba a uno de ellos y lo trataba con los peores epítetos, humillándolo hasta el arrodillamiento. Sabiendo que aquél no iba a reaccionar.
Sus códigos internos eran exactamente iguales a los que se pueden ver en esta Comarca desde el año 2003. Pero véase más. Y adviértanse algunas ventajas, que son propias de estos estilos:
Muchas veces, la gente de confianza no le alcanzaba a Mama Barker y debía contratar a otros criminales (tercerizaba el delito lisa y llanamente, tal como lo hace la nuestra. Véase el caso Schoklender). Pónganse los nombres en esta saga de mafias. Como se dice, habitualmente, en inglés. "Fill in the blanks, please".
Moyano, Scioli, Oyarbide, Schoklender, Boudou, Righi, Vandenbroele, Jaime, Caló, Kunkel, Alperovich, Capitanich, Insfrán, Moreno, etc. Toda la trama funciona con un solo objeto: depredar y arrancarle el dinero a quien sea -en el menor tiempo posible- a cualquier costo.
Un déspota ilustrado que se rodea de mafiosos empieza a labrar su propia ruina apenas aparecen las contaminaciones internas en su jurisdicción de poder, que devienen cuando falta gente y hay que confiar en otros. Cualquier mafioso "de tropa" es, en esencia, obediente y conocedor muy cabal del rígido esquema piramidal de la disciplina interna de la organización a la que sirve. Su pellejo -mucho más que su sustento- depende de sus niveles de ciega obediencia.
Los mafiosos ascienden en una escala críptica que no se vincula tanto a su arrojo o a su eficiencia, sino -acaso en forma exclusiva- a su espíritu de subordinación y respeto por las jerarquías de su banda.
De tal suerte que un autócrata o un totalitario que elige el rumbo oneroso de tercerizar mafiosos, puede argumentar cualquier cosa. Menos su propia ignorancia de cara a las tropelías que las bandas -bajo su contrato- operan al socaire de su paraguas de poder discrecional.
Existe un punto de inflexión en el uso casi desenfrenado de “bandas de apriete” por parte de un tirano o tirana criminal como Mama Barker. Ocurre cuando éste advierte que su propio poder puede llegar a estrellarse en muy poco tiempo, en manos de quienes él mismo ha “forrado” de dinero y de facultades ilimitadas para la consumación de las acciones directas.
Al principio, suele imaginar y avanzar con la hipótesis de regular sus trapacerías mediante el cierre o la apertura del grifo logístico. Pero, muy pronto, toma conciencia de que, junto con la transferencia de controles discrecionales, ha transferido -también- un considerable segmento de poder sectorial de muy difícil recuperación.
Y son precisamente los sectores controlados quienes sustituyen, en muy poco tiempo, la logística del dictador. Pagando gabelas protectivas que incluso llegan a superar holgadamente las partidas de aquel grifo generoso.
Estoy relatando lo que ocurre en nuestra comarca (textualmente).
Las bandas, en un estado de virtual independencia y, habiendo generado sus propias jerarquías internas, intuyen que es factible colapsar la tercerización sin demasiado estrépito.
La obediencia de su esquema se preserva pero, poco a poco, se va extinguiendo amablemente el contrato con el poder central. El mafioso conoce los riesgos terribles de “morder la mano”, pero suele tener buenos reflejos para saber en qué momento preciso los “premios” pueden llegar a compensar con creces el castigo.
El dictador, en un momento ulterior, teme hasta por el envenenamiento de su comida y, sus desconfianzas primarias, van directo a engrosar su propio catálogo de odios y rencores más cerriles. Empieza a “correr la voz” de que hay peligros graves dando vueltas por allí (que se cayó el mundo o que se le cayó encima la policía). La vastedad de sus virreinatos es una función directa de la dependencia crematística de sus virreyes, por lo que cualquier atisbo de autonomía no es otra cosa que un síntoma de enemistad inminente. Quien no es lacayo o mercenario es enemigo peligroso.
El sistema funciona como una Omertá, en donde las bases (que al principio fueron captadas con un sistema de beneficios dispuestos por la jefa tercerizadora) son ahora alimentadas por el mafioso contratado. Y el reflujo de esas “bases” le produce a éste más ingresos de los que provienen desde el dictador.
Cuando se desata la “anarquización mafiosa”, puede avizorarse el preludio de un gran desastre por delaciones y cambios de camiseta de un minuto para el otro. En Sicilia, ocurrió igual que con Mama Barker. El juramento de la Omertá se mantuvo hasta los últimos años de la década del setenta, cuando hombres como Jimmy Comadreja Fratianno y Tommasso Buseta se convirtieron en informadores o, como son llamados en italiano, los pentiti. A cambio de inmunidad, protección policial y de la creación de nuevas identidades, los pentiti comenzaron a revelar nombres y detalles de sus antiguos colegas.
Sergio Shocklender va largando, de a poco, información que JAMÁS puede ser inventada. ¿Qué pasaría si Schoklender apareciera muerto?
Un gran número de mafiosos en Italia y en los Estados Unidos fueron encarcelados. La mafia reaccionó, pues, de la única forma en que podía hacerlo: con extrema violencia. En Italia, el jefe de las fuerzas contra el crimen organizado -el General Alberto Dalla Chiesa- fue asesinado en 1982.
El término mafia como tal, aparece por primera vez entre 1862 y 1863. Momento en que se representó en Palermo con un gran éxito el drama popular de Giuseppe Rizzoto y Caetano Mosca, intitulado I Mafiusi di la Vicaria.
Básicamente, I Mafiusi di la Vicaria eran, en el inicio, bandas mercenarias para las que el contratante se convertía luego en el Capo Mafia. Otra versión refiere que MAFIA quiere decir Morte A Francia Italia Anhela.
Varios presidentes de naciones conocidas eligieron el método de tercerizar mafiosos con la caja del Estado y cayeron luego víctimas de poderes superiores a ellos que germinaron desde su propio alimento logístico. El mexicano Carlos Salinas de Gortari es uno de los ejemplos más conocidos.
Mama Barker hambrea. Se hace apoyar por narcos como Sebastián Forza, que luego aparecen muertos. Ella saquea. Pide su parte en los saqueos de otros distritos en los que deja prevalecer dinastías. Distribuye las partes que saquea, como modo de mantener a raya a sus dependientes mafiosos. Deja que sus tercerizados -forrados en subsidios- produzcan masacres de 52 cadáveres, lo cual equivale a volar un tren en un puente. En fin, lo que sea...
Cualquier parecido con el augusto Gobierno Nacional de la República Argentina, es pura coincidencia.
Lic. Gustavo Adolfo Bunse
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