Convención republicana: arranca el drama político
La Convención Nacional Republicana de esta semana ya está experimentando su propio drama debido a la tormenta tropical Isaac, que ha obligado a posponer la mayoría de los eventos hasta mañana. Pero este año se cumple el centenario de otra Convención Republicana envuelta en un drama político de diferente naturaleza.
La Convención Nacional Republicana de esta semana ya está experimentando su propio drama debido a la tormenta tropical Isaac, que ha obligado a posponer la mayoría de los eventos hasta mañana. Pero este año se cumple el centenario de otra Convención Republicana envuelta en un drama político de diferente naturaleza.
A diferencia de las convenciones de hoy en día, que son poco más que mítines de campaña de varios días de duración, en el caso de la de 1912 en Chicago, 1,000 policías estuvieron presentes para asegurarse de que los delegados no se descontrolasen. Se dispusieron barreras de alambre de espino escondidas entre el decorado de banderas en la plataforma de los intervinientes para impedir que los delegados insatisfechos cargaran contra el escenario.
La mismísima naturaleza de nuestra Constitución y de nuestra democracia estaba en juego, como explica William Schambra en un nuevo ensayo sobre Principios Fundacionales para la Fundación Heritage.
Por un lado estaba Teddy Roosevelt, que se presentó a presidente ese año con el objetivo de remodelar la democracia americana. Vapuleó al mediocre titular del cargo William Howard Taft en las elecciones primarias, declarando: “Creo en la democracia pura”.
Pero su definición de “democracia pura” incluía desbaratar la Constitución. Abogó por “ciertos mecanismos gubernamentales que harían a los representantes del pueblo más fácil y ciertamente responsables de la voluntad del pueblo”. Estas reformas incluían la iniciativa, el referéndum, la destitución de cargos electos, incluso la revocación de decisiones judiciales y la elección directa de los senadores de Estados Unidos.
En el otro lado estaban Taft (el sucesor, cuidadosamente seleccionado, de Roosevelt para la Casa Blanca justo cuatro años antes) y los líderes republicanos, incluidos los senadores Elihu Root por Nueva York y Cabot Lodge por Massachussetts. Root y Lodge eran grandes admiradores y antiguos amigos de Roosevelt, pero Roosevelt había provocado una conmoción en el Partido Republicano. Roosevelt había propuesto un espectacular cambio constitucional que, según Schambra, “suponía el peligro de socavar la confianza popular en las instituciones de gobierno”. Por tanto, Root, Lodge y Taft estaban decididos a impedir la nominación de Roosevelt en la Convención Republicana de 1912.
A diferencia de los discursos de apertura de las convenciones, típicamente insulsos y diseñados para suavizar las disensiones provocadas en las elecciones de nominación y para unir al partido de cara el acontecimiento principal de noviembre, el discurso de apertura de Root fue una llamada al conservadurismo constitucional.
Como observa Schambra, Root ancló al Partido Republicano a la Constitución, puesto que este había “nacido como protesta contra la ampliación de un sistema de esclavitud humana aprobado y mantenido por la mayoría”. Después de todo, el Partido Republicano era el partido de Abraham Lincoln, que había declarado en su primer discurso de toma de posesión que “una mayoría mantenida bajo control mediante el equilibrio de poderes constitucional…es el único y verdadero soberano de un pueblo libre”. Por tanto, el deber del partido no era reformar el sistema constitucional sino “buscar humildemente y con reverencia la fortaleza y la sabiduría para soportar mediante los principios de la Constitución nuestros días de tentación y debilidad”.
Impidiendo que Roosevelt venciera la nominación republicana, estos primeros conservadores salvaron al partido de convertirse en una plataforma para la reforma constitucional radical. Pero también significaba perder las elecciones generales. Taft ganó sólo en dos estados y el demócrata Woodrow Wilson se convirtió en presidente, con Roosevelt quedando en segundo plano.
“El resultado de la Convención era más importante que la cuestión de las elecciones”, comentó Root más tarde. Perder las elecciones generales no cambió su “deber de mantener firmemente al Partido Republicano en el respaldo de nuestro sistema constitucional. A un partido le pueden suceder cosas peores que ser derrotado”.
Root, Lodge y Taft sacrificaron su amistad con Roosevelt y la victoria en las elecciones generales por salvar de la revisión propuesta a la Constitución de nuestra nación. El conservadurismo constitucional empezó salvando al Partido Republicano de Teddy Roosevelt. A día de hoy continúa con la lucha para salvar Estados Unidos de un hundimiento más profundo en el progresismo. Los miembros del movimiento Tea Party son los herederos intelectuales de Root, Lodge y Taft.
Thomas Jefferson expresó que “son las maneras y el espíritu de un pueblo los que conservan el vigor de una república”. En un nuevo ensayo de la serie Entendiendo qué es América de la Fundación Heritage, el presidente Edwin J. Feulner explora los modos a los que está obligado el pueblo americano para conservar nuestra república.
Nos corresponde a nosotros asegurarnos de que continuamos siendo un pueblo virtuoso y libre, comenta Feulner, y estar seguros de que nuestro gobierno se mantiene fiel a los principios sobre los que se fundó.
“Este es un trabajo a partes iguales para la prensa libre y las urnas”, comenta Feulner, “pero no podremos expresarnos y votar para respaldar los principios fundacionales de Estados Unidos si olvidamos cuáles son esos principios”.
Cuando presenciamos las convenciones de los partidos políticos, tenemos el deber de educarnos a nosotros mismo en el papel constitucional del gobierno y compararlo con lo que están diciendo los candidatos. Como dice Feulner, “siempre tenemos la obligación de pasar intacta la herencia de la libertad a la próxima generación”.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
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