Venezuela: Hugo Chávez y el desastre de la refinería
A primera hora del día 25 de agosto, una fuga de gas en una instalación de almacenamiento de la mayor refinería de Venezuela causó una mortífera explosión que, hasta ahora, se ha cobrado 41 vidas y ha herido al menos a otras ochenta personas.
A primera hora del día 25 de agosto, una fuga de gas en una instalación de almacenamiento de la mayor refinería de Venezuela causó una mortífera explosión que, hasta ahora, se ha cobrado 41 vidas y ha herido al menos a otras ochenta personas. El horrible accidente tuvo lugar en la refinería de Amuay, parte del complejo refinador de Paraguaná, uno de los mayores del mundo. Este tiene capacidad para procesar alrededor de 900,000 barriles de petróleo crudo diarios y representa el 75% de la capacidad nacional de refinado de Venezuela.
Muchos argumentan que Chávez y su populista Revolución Bolivariana son virtualmente indestructibles, dados los enormes recursos energéticos de Venezuela y el fácil acceso por parte del régimen a los ingresos de la compañía petrolífera nacional (PDVSA) para sostener sus programas sociales.
Sin embargo, se plantean cuestiones difíciles, especialmente como consecuencia de este desastre. José Bodas, un líder sindical del sector del petróleo, declaró que el accidente era una consecuencia del fracaso de PDVSA a la hora de invertir en mantenimiento. El bloguero del Caracas Chronicle Francisco Toro recordó otros veinte percances anteriores que asolaron PDVSA. The Wall Street Journal observó que: “la politización…y un empuje para nacionalizar la mayoría de los proyectos petrolíferos privados…han causado que la producción general de petróleo en el país caiga hasta los 2.7 millones de barriles diarios actuales desde los 3.5 millones estimados antes de 1999".
Debido a que el “socialismo del siglo XXI” de Chávez y la falta de libertad económica (en el puesto 174 de las 179 economías estudiadas) están destruyendo el sector privado, Venezuela depende cada vez más de la capacidad de Chávez para mantener PDVSA en una trayectoria lucrativa. Aunque su agenda antiestadounidense, los programas de donación de petróleo, la corrupción, el clientelismo y la mala gestión en general están perjudicando gravemente el desempeño de PDVSA y privándola de recursos con el objeto de servir a fines políticos.
Christopher Helman, de Forbes, argumentó que: “un liderazgo racional dispuesto a invertir a largo plazo (y cumplir los contratos con los inversores extranjeros) podría duplicar fácilmente la producción de crudo de Venezuela en el plazo de una década”.
El 7 de octubre, en una contienda presidencial cada vez más ajustada, los venezolanos tienen una oportunidad para cambiar a los dirigentes del estado. El candidato de la oposición Henrique Capriles aboga por restablecer la disciplina, la transparencia y la responsabilidad en PDVSA. Por su parte, Chávez promete mantener el rumbo hacia el socialismo del siglo XXI y hacia futuros desastres.