La presión impositiva contra empresas está logrando que huyan de Estados Unidos
El periódico Wall Street Journal informa de que el anticompetitivo código tributario empresarial de Estados Unidos está llevando a que las empresas americanas relocalicen sus sedes centrales en otros países. Es decir, unas de las principales razones por las que estas empresas están huyendo de nuestras fronteras son los impuestos.
El periódico Wall Street Journal informa de que el anticompetitivo código tributario empresarial de Estados Unidos está llevando a que las empresas americanas relocalicen sus sedes centrales en otros países. Es decir, unas de las principales razones por las que estas empresas están huyendo de nuestras fronteras son los impuestos.
Cada uno de los países que el artículo cita como lugares a los que las empresas de Estados Unidos han trasladado sus sedes centrales (Reino Unido e Irlanda, por ejemplo) es una nación con un tipo impositivo corporativo más bajo que en Estados Unidos. Esto no es nada sorprendente, dado que Estados Unidos tiene ya el tipo impositivo corporativo más alto del mundo desarrollado. No importa donde relocalice su sede central una empresa americana, allí afrontará un tipo más bajo.
De hecho, el tipo americano (el tipo federal sumado al tipo estatal promedio) es superior al 39%. El tipo impositivo promedio en otros países desarrollados es del 25%. Por tanto, Estados Unidos es un caso extraño yendo en la dirección equivocada. Para volver a ser competitivos, el Congreso y los estados necesitan rebajar el tipo conjunto hasta el 25% o preferiblemente por debajo de esta cifra.
Perder las sedes centrales de las empresas es problemático para la economía y para las localidades que pierden estos componentes principales de sus comunidades. Pregunten si no en St. Louis ahora que Anheuser-Busch es una compañía belga, principalmente debido a motivos tributarios. Sin embargo, al igual que todo eso es problemático debido a nuestro elevado tipo impositivo corporativo, Estados Unidos está perdiendo nuevas inversiones por parte tanto de empresas con sede en el territorio nacional como en el extranjero. Las nuevas inversiones que están haciendo estas empresas están yendo a parar a todos esos países con tipos más competitivos. Y esto le está costando empleos a nuestra economía cada día.
Ya es hora más que suficiente para que el Congreso corrija nuestro anticompetitivo sistema tributario empresarial. Y cuanto antes mejor puesto que, mientras el Congreso se retrasa, las empresas se continuan llevando sus inversiones y los empleos que crean a otros países más competitivos.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.
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