La danza de las fechas
"Casi todo lo que realice será insignificante; pero es muy importante que lo haga" (Mahatma Ghandhi)
Que gran parte de la ciudadanía terminó la marcha del 13 de septiembre con ganas de seguir es indiscutible, ya que eso se vio desde entonces en todas las redes sociales. Además, pudo comprobarse que muchos, que no se atrevieron a asistir por distintas razones, ahora lo lamentan y exigen la convocatoria inmediata a una nueva manifestación a favor de la libertad y la república, y contra la inseguridad, la inflación y la corrupción. También lo es que gran parte del multitudinario éxito se debió a las palabras de la señora Presidente, cuando recomendó, en cadena nacional, tenerle un poquito de miedo, y a dipsómanos como Abal Medina, Kunkel, Anímal Fernández y Coscia, que ningunearon o insultaron a los asistentes y han servido como fuelles para el fuego que consumirá al “proyecto” oficial.
Estas inquietudes y estas premuras ciudadanas fueron percibidas por las usinas oficiales que, con rapidez, comenzaron a actuar en las redes para desorientar y confundir a quienes quieren continuar, ya mismo, con la protesta, habida cuenta de que la viuda de Kirchner parece no haberse enterado de lo que sucedió en el país entero mientras ella inauguraba una fábrica de la marca Lacoste en San Juan. Raro, ¿no es cierto?, porque hasta el famoso cocodrilo del emblema quedó con la boca abierta.
Internet se pobló, repentinamente, de convocatorias a nuevas marchas, en distintas fechas y lugares, y comenzó una verdadera guerra de mensajes que consideraban a unas u otras las auténticas. La primera es para el 28 de septiembre, en Plaza de Mayo; a priori, me parece falsa porque pretender reunir a una cantidad importante de ciudadanos un viernes a las 19:00 en el centro porteño resulta, francamente, ilusorio.
Hoy, esa danza de fechas tiene dos protagonistas principales: la convocada para el lunes 1º, a partir de las 18:00, en el Monumento de los Españoles, en Palermo, y otra, muy fuerte también, para el 8 de noviembre, en el Obelisco. Contra la opinión de muchos amigos, creo que, por no resultar excluyentes, debemos sostener ambas, ya que dejar transcurrir tanto tiempo puede tener efectos negativos sobre la moral épica de la ciudadanía.
Por otra parte, el 7 de octubre se producirán las elecciones en Venezuela y su resultado, de ser favorable a Capriles, seguramente traerá aparejadas nuevas manifestaciones públicas, dada la importancia que eso tendrá para la Argentina y para la región. Y el 11 ha sido convocada una gran marcha que unirá, por primera vez, a la CGT Azopardo (Moyano), a la CGT Azul y Blanco (Barrionuevo), a la verdadera CTA (Micheli), la Federación Agraria (Buzzi), organizaciones sociales como la CCC y Barrios de Pie, y seguramente asistirá también UATRE (Venegas); creo que, despojándose tanto de miedos cuanto de reservas y antiguos rencores, sería muy importante que la clase media la acompañara porque, al menos circunstancialmente, los reclamos son los mismos.
El 27 de octubre, el agrupamiento oficialista, Unidos y Organizados, pretende recuperar la Plaza de Mayo para conmemorar la muerte de don Néstor; una dura competencia con la ya mencionada marcha del 8 de noviembre, porque resultarán claras las imágenes de muchos colectivos y puestos de “choripán” versus la espontaneidad y la falta de organización. Luego llegará el 7 de diciembre, con la carga de acciones que los spots cruzados entre el Gobierno y Clarín están preanunciando; tal vez, conviertan a ese mes en definitorio para el futuro inmediato.
El jueves 13 de septiembre la ciudadanía llana irrumpió espontáneamente en escena y el Gobierno recibió un sorpresivo golpe que, obviamente, lo hizo trastabillar y, al menos por ahora, congelar su proyecto de modificar la Constitución. ¿Hará lo mismo con el voto a los 16, después de la derrota aplastante que todas las organizaciones de estudiantes K sufrieron en la UBA? Sin embargo, creo que el mayor y más importante aviso de alerta tuvo como destinatario obligado a la oposición, ese circo de infantes personalistas que siguen sin entender el mensaje.
La gente en la calle pidió a sus dirigentes que se juntaran en una sola mesa, no para evitar las competencias electorales o programáticas, sino para dejar explícitamente claro que se oponen a la reforma constitucional, a la falta de libertades, a la inseguridad reinante, al unitarismo que asfixia a las provincias, a la corrupción rampante, a la falta de independencia judicial, a la destrucción de los organismos de control; en suma, a evitar que se convierta a la Argentina en un país como el que nos devuelve el espejo de la Venezuela chavista. En 1972, Perón y Balbín unieron sus fuerzas en una convocatoria similar –“La Hora del Pueblo”- a la que se sumaron los demás partidos y, todos juntos, arrancaron a Lanusse las elecciones libres.
De eso se trata, de dejar la concepción infantil de la política de lado y unirse en ese generalizado reclamo que las multitudes llevaron a la Plaza de Mayo y a todas las plazas del país. Luego, cuando entre todos hayamos desalojado del poder al “proyecto”, habrá tiempo para conquistar, cada uno con sus propuestas específicas, la voluntad del electorado.
Para terminar, otra historia siniestra. Tal como sospechaba cuando escribí que el pago del Boden 2012 –los dólares huyeron del país- beneficiaba principalmente a los tenedores K, este año y el próximo se repetirá una de las mayores estafas a los argentinos: por la baja estimación del crecimiento, comparada con el que realmente se produce, llevamos pagados más de US$ 6.000 millones desde 2005, y el 15 de diciembre de este año, los tenedores del Cupón PBI cobrarán otros U$S 3.500 millones. Es decir, un total de casi US$ 10.000 millones perdidos por “malos” cálculos. En un Gobierno que se precia de su inteligencia, ¿resulta difícil deducir quiénes son los verdaderos tenedores de esos bonos que, en el último año, se valorizaron el 60%?
Espero que los opositores se pongan los pantalones largos y asuman, de verdad, su papel en la sociedad, porque el riesgo que las multitudes movilizadas espontáneamente conllevan se puede traducir, por falta de liderazgo genuino y de generosidad política, en otra crisis institucional que nos retrotraiga al 2001, pero con más violencia aún.