El arma secreta contra Ghana
La República Argentina le debe a NML Capital Limited la módica suma de 284 millones de dólares, luego de dos fallos no unánimes que fueran emitidos por la Suprema Corte del Reino Unido.
La República Argentina le debe a NML Capital Limited la módica suma de 284 millones de dólares, luego de dos fallos no unánimes que fueran emitidos por la Suprema Corte del Reino Unido.
Por esa razón, se encuentra retenida la Fragata ARA Libertad (Q-2) en el puerto de Tema, en la capital de la República de Ghana (Ciudad de Accra).
El Presidente de Ghana, era hasta hace tres meses, su vicepresidente. En efecto, John Mahama -actual primer mandatario- asumió por la muerte de John Atta Mills, tan repentina como inesperada, a sus 68 años. Mills gobernaba desde enero de 2009. A Mahama, de 54 años, aún le queda completar su mandato.
La Fragata empezó a construirla el General Perón en 1953 y -como siempre ocurre- la botadura fue llevada a cabo por otro gobierno (el de Aramburu) en 1956. Se trata de barco de instrucción, de tal suerte que solo utiliza sus cuatro cañones del tipo Hotchkiss (calibre 57 mm) para hacer fuego de saludo, mas no para defenderse de un eventual ataque de cerco de una armada como la de Ghana.
Si una República como la de Ghana puede darse el lujo de retener y cercar en un puerto, con su pequeña armada, a un barco de la Armada Argentina y, además, cobrarle por estar retenida, entonces la ARA -que, sin dudas, debería fletar algunos de sus barcos para ir a rescatarla- debería cerrar por vacaciones.
El juez de primera instancia que decidió la captura del barco le dijo a su Jefe, el Capitán de Navío Pablo Lucio Salonio, que pueden irse todos, si así lo desean. Pero que el barquito se queda. La tripulación (promoción 141) se compone de 24 oficiales, 192 suboficiales y 69 guardiamarinas en comisión; quince son mujeres. Con bastante vergüenza, se quedan allí también.
Había zarpado en el 43º viaje de instrucción el 2 de junio, hace ya casi cuatro meses y medio.
La Argentina tiene una embajadora 'no residente'. Por ello, esta señora debió trasladarse de urgencia a Accra, para hacerse cargo del trámite diplomático jurídico. Uno de los rumores que circularon en la ciudad de Accra hacia el jueves por la tarde reportaba que la embajadora se reunió con el juez y que conversaron, amablemente, sobre varios temas. Café de por medio.
He aquí parte de la charla que quien esto escribe ha conseguido:
-"Fíjese Usted: uno de los peligros secretos que tiene este asunto es que me he enterado de que, entre las prácticas religiosas en Benín y en Ghana, ustedes tienen el vudú. De modo que uno de los influjos negativos que puede estar recibiendo la gente de la fragata, es el que emana de muchos de sus raros espíritus adorados, como Agwe (del mar), Ogún (espíritu de la guerra) y Sango (de las tormentas)".
-"Así es, replicó el juez. -Pero existe algo peor, Señora. El dios, Olorun, remoto y desconocido, le digo, es más malo que la peste. No se imagina el daño que les podemos hacer. Así que lo mejor será que paguen lo más rápido que puedan y abandonen el puerto, o empezamos mañana mismo con el rito de vudú".
La Embajadora -casi estupefacta- le contestó: -"Mire, Señor Juez. Nosotros también tenemos un Boudou. Y pienso convocarlo ahora mismo para que venga a conversar unos instantes con Usted".
El juez empalideció de súbito -cual Michael Jackson- y dijo, temblando: -"¿Boudou? Ahhh, no. Boudou, no. Llévense la Fragata!".