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Los políticos multimillonarios de China

El New York Times ha esbozado el retrato de una familia milmillonaria china y resulta bastante preocupante. Se dice que la extensa familia del primer ministro Wen Jiabao, incluido su cuñado, posee $2,700 millones. Como contraste, los ingresos promedio del año pasado en China fueron de menos de $6,000.

31 de Octubre de 2012

El New York Times ha esbozado el retrato de una familia milmillonaria china y resulta bastante preocupante. Se dice que la extensa familia del primer ministro Wen Jiabao, incluido su cuñado, posee $2,700 millones. Como contraste, los ingresos promedio del año pasado en China fueron de menos de $6,000.

Pero los Wen no son los únicos. Anteriormente, Bloomberg destapó los cientos de millones de dólares en activos pertenecientes a la familia del nuevo secretario general del Partido Comunista. Y el Financial Times documentó el éxito financiero de las familias de siete altos cargos chinos. La riqueza familiar de los cuadros superiores del Partido es a la vez el mayor impedimento para una reforma económica y la chispa que podría hacer prender el malestar social.

Wen JiabaoEl impedimento económico surge de la vuelta de China al desarrollo económico dirigido por el Estado. Poco a poco se está reconociendo que China inició una maniobra para alejarse del desarrollo fundado en los principios del mercado mucho antes del golpe de la crisis financiera. De hecho, la vuelta al enfoque estatal empezó a finales de 2002, cuando el actual gobierno de Hu Jintao y su jefe económico Wen Jiabao (y parece que sus familias) asumieron el poder.

Por ejemplo, en 2001 la economía de China estaba balanceada entre inversión y consumo. Desde entonces, ese balance se ha ido inclinando progresivamente cada año a favor de la inversión, una tendencia que a la larga es insostenible.

Entonces, ¿por qué se ha mantenido? Porque el consumo está impulsado principalmente por la gente, mientras que la inversión está impulsada principalmente por las empresas. En China, las empresas responden en última instancia al Partido Comunista que atenaza la competitividad, controla el crédito y posee toda la tierra. En especial, las compañías de propiedad estatal son administradas directamente por cargos del Partido Comunista. Y el sistema está manipulado a favor de las empresas que cuentan con el respaldo del Partido, algo que que ha enriquecido a sus cuadros de mando y las familias de esos cuadros.

Esta situación sería volátil incluso en la mejor de las circunstancias, muy especialmente si la economía china fuese tan dinámica como lo era en 2004. Pero al ser la corrupción y el nepotismo tan importantes en un período de debilidad económica, esto crea un caldo de cultivo para una posible inestabilidad social.

Las protestas que condujeron a la represión en la Plaza de Tiananmen en 1989 empezaron, no con una petición de democracia, sino como reacción a la creciente inflación junto a la percepción de que la corrupción era endémica. Las peticiones de democracia eran el resultado de la creencia de que el Partido era incapaz o no estaba dispuesto a hacer cumplir las leyes precisas entre sus propios cuadros. Y eso ocurrió cuando Deng Xiaoping, un líder de la época revolucionaria, estaba indiscutiblemente al mando y cuando la brecha entre ricos y pobres en China era mucho más pequeña.

A diferencia de Hu y de su predecesor Jiang Zemin, los nuevos líderes políticos no fueron escogidos por Deng. Ahora, un intento por reducir de verdad la corrupción y el nepotismo sería extremadamente complicado. Antes se podía utilizar a Deng para salir de un punto muerto, incluso después de su fallecimiento, mediante aquellos a los que él consagró personalmente en sus puestos. Pero el nuevo grupo de dirigentes tendrá que negociar meticulosamente el cambio dentro de la tendencia natural a las concesiones, los retrasos y el caos. Pero en un contexto de cuadros políticos enriquecidos y una economía más débil, puede que esto no sea suficiente para apaciguar el sentimiento popular.

El Partido elegirá a sus nuevos líderes el 8 de noviembre. Y a principios del año que viene se formará un nuevo gobierno. Se supone que el nuevo régimen, encabezado por Xi Jinping, estará en el poder durante diez años.

De ahí que haya habido intensa especulación acerca de si el nuevo régimen volverá a adoptar la reforma económica y retornará a la política del mercado. La riqueza acumulada por altos cargos del Partido Comunista indica que cualquier maniobra en ese sentido se enfrentará a una airada oposición. Eso es bastante preocupante ya. Y también es posible que, durante el transcurso de la próxima década, el Partido no fuese capaz de responder de forma efectiva al creciente malestar social.
 

La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org

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