Aprietes, insultos y amenazas por el negocio de los derechos humanos
Se creen iluminados, los dueños de una única verdad. Amenazan y escrachan al que piensa distinto, pero no admiten que se les señalen sus contradicciones. Dicen amar pero, en sus comentarios, aflora el odio. Hablan de libertad y en sus agrupaciones no existe el disenso...
Se creen iluminados, los dueños de una única verdad. Amenazan y escrachan al que piensa distinto, pero no admiten que se les señalen sus contradicciones. Dicen amar pero, en sus comentarios, aflora el odio. Hablan de libertad y en sus agrupaciones no existe el disenso. Ejercen el verticalismo mientras hablan de “todas las voces”. Son la nueva política, pero se nutren de las peores prácticas del pasado. Viven en las redes sociales y comen de jugosos sueldos estatales. Son defendidos a muerte por el gobierno y sus máximos referentes, pero se sienten perseguidos por el poder. Se creen inteligentes y lo único que repiten son lugares comunes. Aquí están, estos son, parte de una centena de jóvenes y no tan jóvenes que creen vivir en guerra.
“Pertenecer tiene sus beneficios”. Ese es el título del último subcapítulo de mi libro “El negocio de los derechos humanos”, en el que termino citando a la Presidenta de “todos” los argentinos para reflejar las increíbles contradicciones de eso que llaman relato. El relato es un cuentito para idiotas, un verso para la gilada, para la tribuna. En las últimas tres páginas de mi libro cito a Juan “Hank” Soriano, conocido por ser el líder del Vatayón Militante. Dice Soriano: “¿Vos te crees que soy tan pelotudo como para preguntarle a un preso si es peronista?”. Punto. No hay opinión. Es un extracto de una conversación que mantuvimos el 29 de julio del 2012 por única vez, luego de que le consultara a un fotógrafo de Télam, que es amigo de Soriano en Facebook, si podía conseguirme una nota con él.
La frase es insignificante, dentro de una charla sin posibilidad de repreguntar por la frialdad del chat. Pero Soriano encolerizó cuando leyó, o le contaron de la existencia del libro. ¿Le molestó que no lo consultara sobre la publicación de esas 16 palabras, o le molestó la existencia del libro? ¿Sintió que alguien podía ser más vivo que el todopoderoso Hank? En el diálogo privado, como explica Soriano, pero que él mismo publicó para escracharme ante sus seguidores, acota: “Este tipo es un GARCA, publica una cosa que dije yo en un chat de FB cuando en realidad me había dicho que lo hacía como “curioso”. ¿Qué esconden, que no se animan a dar la cara ante la prensa que no sea amiga? No me siento orgulloso de haber incluido una frase de una conversación que Soriano aclaró -al comenzar- evitaría tener con fines periodísticos, pero sabía que estaba escribiendo, que era periodista. ¿Para qué respondió a un diálogo con un desconocido quien no le ocultó nada? Le dije donde trabajaba, qué hacía y lo hice con mi nombre real. ¿Sabrá Soriano que ellos mismos se infiltran en manifestaciones “golpistas” para ridiculizar a los manifestantes? ¿Conocerá que programas que se mantienen con recursos públicos persiguen al que piensa distinto y se esconden con nombres falsos como Duro de Domar y 678 en la marcha del 13 de septiembre pasado? ¿Se habrá reído de las notas clandestinas realizadas, sin conocimiento del entrevistado, en CQC durante la época de la Alianza y el menemismo? ¿Causaban gracia? Hace poco, Pablo Kuper, productor de Duro de Domar quien, el 8N, aparece detrás de su movilero sosteniendo un palo de forma amenazante, relató en Ahora es Nuestra la Ciudad (el programa que conduzco en FM Identidad), de los insultos que recibían por “esa gente que dice ser democrática”. Cuando le recordé el robo de una cámara y material al móvil de PPT de Jorge Lanata en Jujuy, en un barrio de Milagro Sala, dijo no recordar el asunto. La prensa oficialista negó los aprietes y el seguimiento que sufrió Lanata en Venezuela, como si allí se viviera en una dictadura. Cara a cara, cuando hablé por primera vez con Kuper, le pregunté si la Ley de Medios podía permitir que el dueño de Radio Cooperativa -ilegal, por cierto- nos apriete en privado y nos levante del aire luego de una nota con el legislador porteño Juan Cabandié (en la foto con el Vatayón Militante). En el 2010, en Cooperativa no se podía hablar mal de Hugo Moyano ni sacar al aire “a los troskos que no representan a nadie”, según el director Adrián Amodio, luego del crimen de Mariano Ferreyra. No lo hicimos y nos fueron. ¿Pensará lo mismo Amodio hoy de Moyano? Cabandié se quejó porque se le preguntó sobre la tapa de Noticias, de febrero del 2010, con la cara de una mujer llamada Quiroga, nombrada como “la otra viuda” de Néstor Kirchner. ¿Sólo se puede hablar de lo que ellos quieren? Hoy, los funcionarios y dirigentes del gobierno solo hablan con sus amigos o sus medios afines. Se retroalimentan entre ellos. No existe un ida y vuelta. Para escribir El negocio de los Derechos humanos, realicé pedidos formales, insistentes llamados telefónicos a los protagonistas del Gobierno Nacional, búsquedas en redes sociales y guías telefónicas y, cuando googleaban mi nombre desistían de hablar. ¿Qué esconden? Soriano, ¿habrá leído el libro más allá de su tapa? ¿Sentirá bronca de los estafados y los despedidos en Sueños Compartidos? ¿A alguno de los que dicen que soy un hijo de puta pensarán lo mismo de las personas que, aún hoy, en noviembre del 2012, continúa una caza de brujas dentro de la Fundación Madres de Plaza de Mayo? ¿Les interesa conocer la historia de Teresa Vera o Miriam Aquino? ¿Les preocupa que ex trabajadores como Luis Aranda y Gastón Salvatierra aún no cobraron su indemnización y les dieron nueva fecha para la mediación para el 24 de marzo del 2013? ¿No les parece una cargada? ¿Sabrán que en la radio de las Madres esta semana enviaron nuevos telegramas de despido pues ingresa “la gente” de la nueva mano derecha de Hebe de Bonafini, el ex productor radial de Víctor Hugo Morales, Daniel Narezo? ¿Estas personas no gozan de derechos humanos? ¿Sabrá Soriano que las víctimas, los excluídos del sistema tienen miedo de presentarse en las secretarias y ministerios oficiales por temor a represalias y acuden a los periodistas? Soriano me acusa de chorear con los derechos humanos. ¿Sabés cuánto gana un escritor por regalías por cada libro que se vende? Monedas. Menos del 10% del precio de tapa. No se puede vivir de esos ingresos, excepto que seas Luis Majul, Jorge Lanata o vendas más de cien mil ejemplares. ¿Sabrá que hace dos años que investigo el tema y que no me moviliza un fin económico? Cómo le confieso en la charla, trabajo en Canal 7; ¿alguien le habrá contado que podría estar muy bien acomodado y ganando muchísima más plata si no hubiese tomado esta postura? En mensaje privado, Soriano siente su desprecio con argumentos: “Sos una porquería de persona, un trucho, un falsario y un garca. Ah, y un SORETE”. Al día siguiente, no conforme, deja su teléfono. Desearía que la conversación fuese pública y que también se anime a darle explicaciones a la familia de Wanda Taddei, que sintió tristeza y humillación cuando vieron al asesino de su hija, Eduardo Vazquez, saliendo a San Telmo a tocar con el Vatayón Militante. ¿Le preocupó los sentimientos de esa familia?
Quieren dar clase de periodismo, y actúan como servicios de inteligencia. Sienten que están fuera del sistema y que están haciendo la revolución pero lo hacen con los fondos de todos. Esa es la discusión. ¿Por qué tienen más derechos ustedes que los que no pensamos como vos? ¿Quiénes se suman en Facebook para insultarme? Además del citado fotógrafo de Télam, está Fabiana Carlotto, sobrina nieta de Estela, y que trabaja en un ministerio; pero ahora dice hacerlo en “La Militancia”. ¿Sabés cuál es la diferencia entre el periodismo “golpista”, “clarinista” o “independiente” con la “pautera”, “alcahuete” o “prensera”? Nosotros buscamos entrevistar a todos. A todos. ¿Sabés cuántos periodistas quisieron hablar de un libro de investigación que, por su envergadura, al menos merece una consulta, debate o crítica despiadada? Ninguno. ¿No te llama la atención, Soriano? El prensa de Hebe de Bonafini, cuando se enteró de la existencia del libro y leyó la crónica de los aprietes que él mismo le hizo a los ex trabajadores de Sueños Compartidos que se presentaron en la Plaza, me amenazó telefónicamente. En vez de preocuparse por pintar los pañuelos de Plaza de Mayo que, supuestamente algunos querríamos manchar, ¿no sería más revolucionario conseguirles trabajo decente a los que hoy están en la calle por una estafa que realizaron otros? A Fabiana Carlotto le pedí una entrevista hace más de un año y sigue siendo amiga en Factbook. Sin embargo, se solidariza con Soriano y escribe: “Qué basura hdp; hace varios meses lo eliminé, porque quería llevarme a una radio a hablar de DDHH. Un chantún HDP”.
Según www.PlazaDeMayo.com, los que piensan distinto o alzan la voz al líder Soriano, la pasan muy mal. Tal vez, por esa nota, otro séquito publicó que, además de hijo de puta, “sos amigo del gordo forro de Levinas” (Gabriel Levinas dirige el sitio Plaza de Mayo). A Enrique Piñeyro, hace poco, le sugirieron que no hablase de Aerolíneas Argentinas en una presentación en Jujuy de su película. Repito: hablan de libertad y pasan sus tristes días de sus vidas armando y reafirmando sus listas negras. ¿No se cansan de escuchar siempre las mismas campanas? El Vatayón organiza actividades constantemente pero, para Soriano, se los pagan entre los compañeros. Eso sí, el grueso de ellos trabaja en ministerios y organismos públicos. Se encuentran con actores famosos, se sacan fotos, organizan fiestas, pintan murales, dan charlas y conforman un gran club de amigos en que es fácil entrar pero no salir. Los políticos del FPV se sienten alagados cuando los invitan. Por ejemplo, María José Lubertino asiste a sus encuentros, pero no conoce ni tiene tiempo de ocuparse de las golpizas y amenazas que recibió y aún recibe Laura Elías, ex mujer de Jose Ottavis. En Ezeiza, hace pocas semanas, una patota de La Cámpora golpeó salvajemente a una joven que se animó a criticarlos frente a frente. Carolina Galarza también me putea y, casualmente, trabaja en el ANSES. Diego Montoto dice que me enojé con él por una crítica al libro –excepto que lo haya hecho con un nombre ficticio, eso jamás sucedió- pero también “milita” en el Vatayón. Rodrigo López es amigo de Víctor Hortel, el jefe político del Vatayón, al frente del Servicio Penitenciario Federal y que le encanta disfrazarse en sus encuentros con los presos. La gorda “Diana Pinasco” es la mujer señalada por reclutar presos en las cárceles por Sergio Schoklender, y la sensual Salomé Glunbatt también trabaja en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Lorena García, otra asistente de los encuentros “militantes” hoy se acomodó en un programa impresentable de Canal 26 conducido por Carlos Polimeni y la chica hot que lee los tweets con Víctor Hugo Morales. El Vatayón juega al fútbol, entre ellos, en el Hospital Borda y critica a la política de Macri, mientras se reúne con Eduardo López, dirigente vinculado con la toma de las escuelas porteñas. Se saca fotitos con actores “comprometidos” y canta con Leo García que, en el contexto actual en el que nadie vende discos, tocan para recitales organizados por organismos públicos con jugosos cachets. Karen Mlakar, otro de los diez que insultan gratuitamente, trabaja en el AFSCA y posa junto con Hank en su perfil de Facebook como si fuese Cristian Favale con su ídola, Sandra Russo o Amado Boudou. Mariano Carabelli habla de cincuenta libros consignados en sus librerías por la editorial que no devolverá. Bingo! También milita en el Vatayón y le encanta posar con bellas y jóvenes mujeres “militando”. Entre la risa y la preocupación de ser atacado por una especie de fanáticos miembros de una secta, encuentro “El Bebé de Rosemary” y me siento identificado con su protagonista. En fin, Pertenecer tiene sus privilegios.
Luis Gasulla es Periodista. Conductor del programa radial 'Ahora, es Nuestra la Ciudad' en FM 92.1, que se emite los viernes a las 21:00 horas. En Twitter: @LuisGasulla