México: hora de tomárselo en serio
El presidente Barack Obama y el mandatario electo de México, Enrique Peña Nieto, se reunieron en Washington. Cabe esperar que las conversaciones resalten las decisivas relaciones entre nuestras dos naciones.
El presidente Barack Obama y el mandatario electo de México, Enrique Peña Nieto, se reunieron en Washington. Cabe esperar que las conversaciones resalten las decisivas relaciones entre nuestras dos naciones.
En este momento, muchos empresarios e inversores se muestran cada vez más optimistas respecto a México. El potencial para desarrollos positivos en México -argumentan The Economist y otros medios especializados- se pasa por alto con demasiada facilidad en Estados Unidos.
En un artículo publicado en el Washington Post, Peña Nieto afirmaba que es “un error limitar nuestras relaciones bilaterales a las drogas y a la preocupación por los asuntos de seguridad”. El presidente mexicano hizo hincapié en que México es tanto un mercado en crecimiento para las exportaciones de Estados Unidos como una plataforma industrial competitiva, a la vez que cercana.
The Economist predice que, para 2018, Estados Unidos importará más desde México que desde China. Y Estados Unidos también venderá más a México, si la economía de este último continúa creciendo.
Pero aún quedan grandes obstáculos en el camino. México tiene un grave problema de imagen. Los principales medios de comunicación se han centrado ampliamente en los casos de violencia del país, lo que ha ayudado a crear una visión sesgada de los logros de México, tales como su creciente estatus como “sociedad de clase media”.
Desde el crimen al subdesarrollo rural, pasando por la reducción de la pobreza, México afronta numerosos desafíos estructurales. Aún se aguarda el nacimiento de un movimiento de reforma educativa y son muchos los que temen, justificadamente, un retorno de las fallidas políticas de actuación estatistas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Peña Nieto.
Aunque el volumen de inmigración ilegal desde México esté descendiendo, la frontera sudoeste dista de ser segura, por lo que se necesita seguir trabajando (tanto al norte como al sur de la misma) para favorecer el comercio y los viajes legales, a la vez que se impiden los movimientos ilegales de personas, drogas, dinero y armas.
Peña Nieto asume el cargo el 1 de diciembre y su lista de tareas continúa agrandándose. Debería defender el crecimiento económico al mismo tiempo que se fomenta una mayor libertad económica, así como proporcionar una auténtica seguridad ciudadana, declarar la guerra a una cultura de la corrupción endémica y abrir la puerta a unas importantes reformas energéticas, con el fin de atraer a la tan necesitada inversión extranjera.
En cuanto al presidente estadounidense Barack Obama, es el momento de ir más allá de la política electoral de los buenos sentimientos para poder resolver los problemas reales y abordar asuntos tan espinosos como la reforma de las leyes de inmigración, reducir la demanda de droga en Estados Unidos y prevenir otra crisis de seguridad pública como la Operación Rápido y Furioso.
Peña Nieto está dando señales claras de que piensa prestar una importante atención a las relaciones de México con Estados Unidos. Pero queda por ver si Obama, en su segundo período presidencial, está preparado para dedicar el tiempo, la energía y el capital político necesario para estar a la altura y forjar así una relación sobre los sólidos pilares del Estado de Derecho, unas mayores oportunidades económicas y una seguridad compartida.