La semana más trágica
"Es un déspota todo aquel que cree que ser opositor al gobierno es ser traidor a la Patria" (Juan Bautista Alberdi)
Visto lo sucedido a partir de la resolución de la Corte Suprema, ratifico que, en los próximos cinco días hábiles, es imposible que el viernes -el fatídico 7D marcado en el calendario de doña Cristina para terminar con el Grupo Clarín- alguna de las partes de la absurda e insólita guerra que ha distinguido a este año, obtenga una sentencia definitiva en Tribunales. Sin embargo, el Gobierno sigue batiendo el parche de una promesa, para cuyo cumplimiento carecerá de instrumentos legales. El viernes 30, por ejemplo, lanzó una nueva campaña, apoyada en una canción horrorosa, en la que se afirmó que, al cabo de una semana, el conglomerado encabezado por Magneto dejará de existir; de la letra se desprende que ese fallecimiento incluirá al propio diario.
Ahora bien, si no tendrá un fallo que le permita cumplir ese prometido objetivo, ¿qué hará la Señora de Kirchner para evitar transparentar su fracaso frente a los fanáticos aplaudidores que la rodean? ¿Cómo hará, por ejemplo, para que la situación no resulte comparable a la inmunda maniobra de imputar a la viuda de Noble el haberse apropiado de sus hijos, o con el ridículo final que impuso el hermano de Graiver al relato oficial sobre los orígenes de Papel Prensa? En la respuesta a estos interrogantes debe rastrearse la razón para el título de esta nota.
Es posible –ignoro con qué grado de probabilidad- que doña Cristina pretenda tomar por la fuerza las instalaciones de las empresas del grupo enemigo, sea valiéndose de las fuerzas de seguridad, sea con las patotas que ha prohijado. Si una idea de ese tamaño está circulando por la cabeza presidencial, no estaría de más sugerirle con mucha intensidad que la descarte. Como ya he dicho, me consta que los mandos medios de Gendarmería y Prefectura han realizado consultas acerca de los alcances de la “obediencia debida” a una orden ilegal, lo cual se suma al descontento que continúa produciendo en su seno el tema salarial y el despido del vocero de la reciente protesta, y una invasión de una muchedumbre de energúmenos, integrada por barra-bravas y activistas entrenados produciría un zafarrancho tal que podría derivar en una verdadera conflagración. Antes de actuar de ese modo, doña Cristina debería recordar cuánto le costaron a Eduardo Duhalde las muertes de Kosteki y Santillán.
En condiciones normales, el mero planteo de una situación como la que describe el párrafo anterior sonaría, obviamente, a disparatado. Pero estamos en la Argentina de 2012. O sea, un país que, además de exhibir su negativa a respetar contratos y fallos y estar aislado y segregado del mundo, se permite encomendar su representación en las cumbres internacionales a un conocido delincuente; un país en el cual sus organismos de derechos humanos se transforman en bandas de estafadores encubiertas bajo la forma de constructoras de viviendas; un país en el cual la campaña de su Presidente fue financiada por laboratorios falsificadores de medicamentos y traficantes de drogas; un país en el cual funcionarios y empresarios -que se roban impunemente los subsidios destinados al transporte público y a la construcción de caminos- causan la muerte de miles de conciudadanos; un país que encarga la impresión de su moneda a una sociedad fantasma, atribuida a su Vicepresidente; un país en el que sus jueces exhiben anillos inexplicables o propiedades destinadas a la prostitución; un país en el cual, a metros de las fastuosas residencias de sus gobernantes, los chicos mueren todos los días de desnutrición y hambre; y miles de etcéteras.
La Señora Presidente, una vez más, se vio obligada a cancelar su presencia en la cumbre de UNASUR. La información acerca de su salud, cuyo secretismo sólo es comparable a la forma en que se maneja igual tema en Cuba o Venezuela, es de enorme trascendencia institucional. Nótese que hasta el Señor Hermes Binner, en su condición de médico, hizo suya la primigenia recomendación pública de Nelson Castro, que sugiriera un urgente descanso a nuestra primera magistrada. Pero, claro, un régimen tan personalista como el que nos rige, en el cual sólo existe una persona en su vértice, no permite delegar el mando; por lo demás, si la ciudadanía se enterara que Guita-rrita Boudou o Beatriz Rojkés de Alperovich quedan a cargo de la Casa Rosada, saldría de inmediato a la calle a manifestar su descontento y su hartazgo.
Pero la soledad presidencial, que describí en una nota reciente –“Adán en el Día de la Madre"- se agravó esta semana, tal vez debido al cuadro psicológico -¿o psiquiátrico?- que afecta a la viuda de Kirchner, cuando ésta comparó, por su enésima Cadena Nacional, a los denostados fondos-buitre con los jubilados, que infructuosamente demandan en los tribunales que se les pague sólo lo correcto, siempre más que sus actuales salarios de hambre. No se detuvo la señora Presidente en ese infausto comentario sino que, a renglón seguido, expuso: “es muy fácil hacer socialismo con la plata del Estado, con la plata del Estado todas hacen socialismo y justicia social”; lo absurdo es que la haya pronunciado quien ha usado y abusado, tantos años, de ese recurso en su propio beneficio. A la enajenación de toda la clase pasiva –con la natural exclusión de quienes fueron beneficiados sin haber realizado aportes- se sumó la indignación, al saber que la madre de doña Cristina (Ofelia Wilhelm), de edad muy inferior a la de muchos reclamantes, no sólo hizo juicio a la ANSES sino que, milagrosamente, logró cobrar lo que la sentencia ordenó.
El documento de la Iglesia, difundido esta misma semana, puso los puntos sobre las íes, y lo mismo hicieron los jueces de la Cámara Civil. Sean bienvenidas todas esas advertencias y quejas, aún cuando hubieron podido y debido ser formuladas hace mucho tiempo: ni los fantasmas del enfrentamiento civil y de la disolución nacional, ni el atropello a la Justicia son una novedad; es más, con sólo revisar el curriculum de los Kirchner se comprueba que no han cambiado nada desde los ya lejanos días de Santa Cruz. En el mismo sentido, aunque también muy tarde, Luis Bameule llamó a sus colegas empresarios a la reflexión, recordándoles que los modelos prebendarios, de los que tanto disfrutaron, producen atraso y pobreza.
En fin; la Argentina entró en la recta final, camino a un disco envuelto en la bruma. Qué encontrará el viernes 7D, cuando llegue a él, sólo lo sabe la Presidente más poderosa y más solitaria de nuestra historia reciente.