ESTADOS UNIDOS: ERNEST ISTOOK

Cómo ganó Obama

Más de cuatro millones de personas que votaron a Barack Obama en 2008 no votaron por él este año. Pero, al aplicar un nuevo enfoque científico sobre los votantes, Obama consiguió arañar suficientes sustitutos para esos votantes en los estados clave (muchos de los cuales eran sufragantes ocasionales, o que votaban por primera vez) como para darle su margen de victoria -acrecentado aún más por el Colegio Electoral-.

03 de Diciembre de 2012

Más de cuatro millones de personas que votaron a Barack Obama en 2008 no votaron por él este año. Pero, al aplicar un nuevo enfoque científico sobre los votantes, Obama consiguió arañar suficientes sustitutos para esos votantes en los estados clave (muchos de los cuales eran sufragantes ocasionales, o que votaban por primera vez) como para darle su margen de victoria -acrecentado aún más por el Colegio Electoral-.

Años de multimillonarias iniciativas ocultas fueron pagados por la izquierda de Estados Unidos para las victorias de 2008 y 2012 del presidente Barack Obama. Al utilizar estos nuevos enfoques para atraer a los votantes primerizos hacia las urnas, las campañas han cambiado al electorado de Estados Unidos, que es el que toma las decisiones del país cuando acude a emitir su voto.

Barack ObamaCon la ayuda de al menos de $5 millones de parte de George Soros, más los millones de otros muchos donantes, se crearon dos instituciones secretas para llevar a cabo esta iniciativa, mediante una investigación centrada en la ciencia del comportamiento. Evidentemente, sus resultados sólo estuvieron disponibles para los progresistas y su causa.

Estos son los descubrimientos del escritor Sasha Issenberg. En una entrevista en mi programa de radio “Istook Live!”, Issenberg puso especial atención en el Analyst Institute (AI), al que describió como “una empresa fundada en silencio en 2007 por responsables del sindicato AFL-CIO y sus socios progresistas”.

El AI se ha estado formando discretamente con científicos del comportamiento, la mayoría doctores o aspirantes al doctorado procedentes de las universidades de mayor prestigio del país (la Ivy League), como Harvard, Yale, Princeton y Dartmouth (con Notre Dame y la Universidad de Chicago incluídas, para compensar). Estas se coordinan con investigadores de mercado para el estudio de diversos productos comerciales. Los materiales del AI se jactan de que el Instituto respalda a “una comunidad de 400 analistas de datos y otros profesionales relacionados para colaborar y compartir sus hallazgos mediante reuniones y retiros mensuales del Grupo de Analistas”.

El libro de Issenberg, The Victory Lab: The Secret Science of Winning Campaigns (El laboratorio de la Victoria: La Ciencia Secreta para Ganar Campañas), nos muestra más detalles de esta historia, como lo hacen sus artículos escritos para Salon.com.

Como me comentó Issenberg, “El gran salto de los últimos cinco o seis años ha venido de parte de los demócratas al recurrir a los mercados comerciales. Las campañas [comerciales] son capaces de ver en el mundo real lo que está impulsando a los votantes a cambiar su comportamiento”. Issenberg explica que esto ha revertido la ventaja de la que disfrutaron los republicanos en 2004, al empezar a emplear microobjetivos para categorizar a los votantes.

Los analistas de la causa progresista buscan “un hueco óptimo entre el electorado”, recogiendo hasta mil puntos de datos sobre cada votante, muchos más que en la mayoría de estudios.

Aunque no se hacen públicos, estos descubrimientos se comparten con la otra organización especial que Issenberg explica que fue creada para aplicar estas investigaciones. Se trata de Catalist, dirigida por el que durante mucho tiempo fuera estratega demócrata Harold Ickes, antiguo jefe de personal de la Casa Blanca con Bill Clinton.

La página web de Catalist describe su finalidad: “Proporcionar a las organizaciones progresistas los datos y servicios que necesitan para identificar, comprender y comunicarse mejor con las personas a las que necesitan persuadir y movilizar”.

Su página web, www.catalist.us, identifica a 237 clientes, incluidos más de cincuenta miembros del Congreso, Planned Parenthood, Rock the Vote, la Asociación de Gobernadores Demócratas, el sindicato AFL-CIO, el Centro de Prioridades Presupuestarias y Normativas, la Campaña por los Derechos Humanos, la ACLU, Emily’s List, el Sierra Club, Families USA… Básicamente, la totalidad del corazón de la Izquierda.

Catalist ayuda a sus clientes a aplicar las investigaciones realizadas por el Analyst Institute. Por ejemplo, un descubrimiento básico fue que el contacto puerta a puerta superaba ampliamente el éxito de cualquier otra forma de comunicación con los votantes. Eso llevó a que la campaña de Obama se centrara de manera intensiva en ese enfoque. Pero aún quedaba una gran cantidad de indicaciones por aplicar. Como Issenberg relató a la audiencia del programa:

La campaña de Obama le firmaba cada mes un cheque de $22,000 al Instituto Analyst; parecía un contrato con una consultora del mismo modo que le pagarían a una consultora de medios de comunicación para que hiciera sus anuncios. El Instituto Analyst estuvo consultando con ellos sobre cómo llevar a cabo experimentos y tuvo un miembro de su personal estacionado a tiempo completo en Chicago… Así, se atiende a todas las funciones y a la cultura intelectual de izquierdas de un centro de investigación política, pero contando con todo el secretismo propio de una empresa consultora. En realidad, no tienen que mostrar quiénes son sus inversores ni llevar a cabo ningún tipo de auditoría.

El AI también pone a disposición de los grupos progresistas lo que sus documentos describen como “memorandos que resumen cientos de experimentos sobre temas que incluyen las campañas de Get Out the Vote (GOTV) [para sacar votos]…la persuasión, la identificación de los votantes a los que se puede persuadir y la prevención de las largas colas del día de las elecciones”.

En 2008, el AI informó de que había “colaborado con decenas de organizaciones para llevar a cabo 44 experimentos de campo a gran escala. Los temas incluían a qué votantes se puede ‘persuadir’ y cómo la ciencia del comportamiento se puede traducir en tácticas de contacto con el votante”.

El AI hizo una lista con sus prioridades investigativas para 2009 y 2010, que incluía:

· ¿Cuáles son los indicadores de la persuasión?

· Incrementar el uso de las comunicaciones basadas en el impacto.

· ¿Qué tácticas de promoción son más efectivas?

· ¿Cómo podemos utilizar mejor la tecnología de las redes sociales?

· ¿Cómo podemos atraer una oleada de votantes?

· ¿Podemos probar de forma experimental y rápida el impacto de los anuncios de televisión?

· Optimizar las habilidades de la comunidad de datos progresista.

Según Issenberg, la financiación para desarrollar esta capacidad de investigación provino de los donantes progresistas descontentos con el dinero “malgastado” en 2004 en las iniciativas para derrotar a George W. Bush, cuando se canalizó una verdadera fortuna a través de 527 grupos distintos.

Issenberg le comentó a la audiencia que esos donantes, entre los que estaba el multimillonario George Soros, “sentían (como puede que estén sintiendo ahora los donantes [republicanos] de Crossroads y Restore Our Future) que su dinero se había malgastado; así que empezaron a centrarse, no en hacer grandes contribuciones para ganar unas únicas elecciones, sino en crear instituciones. Así que se han pasado cinco años invirtiendo; es difícil ponerle un precio a lo que eso conlleva, pero ahora básicamente esas instituciones se están pagando solas… Quieren hacer que los demócratas sean mejores, ganando elecciones”.

Esas inversiones multimillonarias han otorgado una ventaja a la campaña de Obama en el modo de persuadir y producir votantes. Desde 2008, según Issenberg, el Partido Republicano ha estado perdiendo el tiempo en vez de ponerse al día, en parte porque “la presidencia del Comité Nacional Republicano (RNC) ha cambiado tres veces en los cuatro últimos años”. Mientras los demócratas impusieron cuatro años de unidad y a un candidato al cargo bien conocido, “Mitt Romney tuvo que pelear en primarias. En el mejor de los casos, el escenario es que este sólo tendría entre seis y nueve meses para, en cierto modo, tomar impulso. No estoy convencido de que sacaran gran ventaja de esos seis o nueve meses”.

Como comenta Issenberg en The Victory Lab, el trabajo del Instituto Analyst ha “dado un vuelco a gran parte de lo que el mundo político pensaba que sabía sobre cómo funciona la mente de los votantes y ha cambiado profundamente el modo en el que las campañas se acercan a ellos, los engatusan y los manipulan”.

La aplicación de estas investigaciones no supone una garantía para ganar, “pero los conocimientos de esos experimentos podrían decidir las contiendas igualadas, al arañar resultados de dos puntos por acá, seis puntos por allá”. La suma de esas pequeñas ventajas fue lo que le dio a Obama su margen de victoria.

Ernest Istook | Heritage Libertad, The Heritage Foundation