Estados Unidos: ¿qué es el abismo fiscal?
Cuando sólo restan unas cuantas semanas para que acabe 2012, en Washington todos los ojos están puestos en el Congreso y en las negociaciones sobre el “abismo fiscal”. Como de costumbre, el Congreso y el presidente están alargando demasiado algunas cuestiones realmente importantes antes de llegar a un acuerdo, situación que nunca termina bien para los contribuyentes.
Cuando sólo restan unas cuantas semanas para que acabe 2012, en Washington todos los ojos están puestos en el Congreso y en las negociaciones sobre el “abismo fiscal”. Como de costumbre, el Congreso y el presidente están alargando demasiado algunas cuestiones realmente importantes antes de llegar a un acuerdo, situación que nunca termina bien para los contribuyentes.
El presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke acuñó el término “abismo fiscal” a la vez que urgía al Congreso para que evitara una brusca caída de la economía a finales de este año a causa de las subidas de impuestos y de las reducciones presupuestarias automáticas.
Sin embargo, ahora mismo no existe un acuerdo respecto de cómo evitarlo. Cuando el secretario del Tesoro Tim Geithner presentó la semana pasada el plan de la Casa Blanca al vocero de la Cámara de Representantes John Boehner (R-OH), el comentario de Boehner fue: “No pueden hablar en serio”. Hasta ahora, la respuesta del presidente Obama ante el abismo fiscal es una propuesta para subir los impuestos en $1.6 billones y más gasto en nuevos estímulos económicos, así como una ampliación de su poder para elevar el techo de deuda sin la aprobación del Congreso. Por tanto, el presidente únicamente sugiere magnificar las normativas que desde un principio nos llevaron hasta el abismo fiscal.
Los analistas de la Fundación Heritage Romina Boccia, James Sherk y Katie Tubb han respondido a la pregunta: “¿Qué es el abismo fiscal?” y han recomendado algunas soluciones a varios de los problemas más inmediatos. Nuestros analistas indican que los ciudadanos, las familias, las empresas y las fuerzas armadas americanas se verán perjudicadas si la nación “cae al abismo”, por así decirlo, o si se llega a un mal acuerdo en Washington. Aquí tiene algunos de los principales elementos del abismo fiscal.
La suba de impuestos
Los incrementos de impuestos son el elemento central del problema, pues la mayor subida de impuestos de la historia americana está prevista que dé comienzo el próximo 1 de enero. Esta subida de impuestos ha sido apodada como el Armagedón Fiscal. Los autores del artículo desglosan así las distintas partes del problema:
La mayoría de estas gigantescas subas de impuestos proceden de la expiración de las rebajas fiscales de 2001 y 2003 aprobadas por el presidente George W. Bush. También están la reducción del impuesto sobre la nómina, el ajuste del impuesto mínimo alternativo (AMT) y otra cantidad de normativas que expiran con el final del año. Además, está previsto que entren en vigor cinco de las dieciocho subas de impuestos creadas con Obamacare. Entre los hogares americanos, serán las familias las que soporten gran parte del impacto de esta suba de impuestos, con un incremento promedio de más de $4,100.
Aumentar los tributos a quienes obtienen más ingresos afectaría a los creadores de empleo más sólidos de la nación: las pequeñas empresas. Los efectos de esto serían devastadores para la economía. La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) ya está pronosticando que otra recesión nos podría afectar en 2013. El Congreso debería ampliar las actuales normativas tributarias a todos los estadounidenses.
Las reducciones en Defensa
El abismo fiscal incluye unas reducciones obligatorias en el gasto de Defensa. Estos recortes en el gasto en las defensas de Estados Unidos, conocidos como “embargo de fondos” (Defense Sequestration), se suponía que nunca ocurrirían. Pero tendrán lugar debido a que un “supercomité” del Congreso no alcanzó ningún acuerdo sobre las reducciones del gasto, después del acuerdo del verano pasado para elevar el techo de deuda. Ahora, estas reducciones presupuestarias están a punto de dejar a las fuerzas armadas sin preparación, debido a que una negociación previa salió mal en Washington.
El problema recurrente de Medicare
La finanzas de Medicare tienen un grave problema. Hace años, el Congreso decidió reducir el gasto de Medicare, pagando menos a los médicos que trataban a los pacientes adscritos a este programa. Esto resultó ser una idea insostenible, como comprendió más tarde el Capitolio. Así que cada año, en lugar de permitir unas reducciones automáticas de las pagas de los médicos, el Congreso ha creado un parche temporal llamado “doc fix” y que consiste en una compensación más elevada a los profesionales que ejercen dentro de Medicare y que hace que sigan incrementándose sus sueldos, lo que contribuye a retrasar una reforma sustancial de Medicare. Ahora, “A menos que el Congreso improvise otro acuerdo tipo “doc fix” antes del 31 de diciembre, los médicos verán descender su paga un 27%, una situación que hará que para muchos médicos sea económicamente inviable continuar aceptando a los pacientes provenientes de Medicare”.
Después de impedir una vez más las reducciones presupuestarias (lo que es probable que ocurra con cualquier acuerdo), el nuevo Congreso debería llevar a cabo una reforma real de Medicare que eliminase este problema de forma permanente.
La ampliación de los beneficios por desempleo
También está previsto que a final de año expire la financiación federal para los beneficios ampliados por desempleo. Extender nuevamente estos beneficios es uno de los asuntos que está sobre la mesa de negociaciones del abismo fiscal.
Aunque el promedio de duración del período de desempleo es de cuarenta semanas, estos beneficios están disponibles durante setenta y tres semanas. Con una economía en difícil situación, es cierto que mucha gente necesita estos beneficios. Pero “ampliar el Seguro por Desempleo (UI) también lo incrementa y puede perjudicar a quienes en realidad debe ayudar. Ampliar los beneficios durante demasiado tiempo motiva a la persona desempleada a posponer la búsqueda de empleo o a insistir en algo que puede que no sea asequible”. Aunque es probable que un acuerdo amplíe estos beneficios, el Congreso debería establecer los beneficios para un período más realista de entre 52 y sesenta semanas.
En definitiva, se trata de un complejo conjunto de problemas que no se debería pasar por alto con un acuerdo precipitado.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org