POLITICA: LIC. GUSTAVO ADOLFO BUNSE

Nazismo y descalabro moral

Ya importa poco si existe alguien que se ocupe del país. Ya importa poco si habrá algún milagro que nos ataje en la caída.

05 de Diciembre de 2012

Ya importa poco si existe alguien que se ocupe del país. Ya importa poco si habrá algún milagro que nos ataje en la caída.

En un terremoto, nadie tiene que preocuparse por toda la vajilla de cristal que empieza a estrellarse contra el piso. Ni siquiera podrá verse a alguien que quiera tratar de regresar a un edificio para buscar un medicamento que debe ingerir en media hora.  

El centro de gravedad de todo el escenario es una especie de ruleta rusa en la que puede salir el disparo en cualquier momento. Una injusticia metafísica Twitter, Lic. G. Bunseque nos toca vivir. Se trata de un terremoto psicosocial que nos obliga a estar a bordo de un tren, en algo muy parecido a un descarrilamiento interminable. Ese tren lleva el germen de nuestro destino: la malignidad de una crispación extravagante, llovida sobre cada uno de nosotros. Como si fuera una suerte de obligación defensiva en la que se debe tomar partido por las salvajadas.

O se está a favor de las salvajadas -aceptando todo-, o se debe decir que uno no lo acepta y que se declara en contra. Pasando, en forma automática, a ser un enemigo del Estado (como que el gobierno de ese Estado lo conduce como un armamento de su propiedad).

Quien esto escribe quisiera pensar que esta mujer y la cáfila de depredadores que la rodea padecen alguna confusión muy seria, o acaso un desorden de valores, como consecuencia natural de algún golpe traumático profundamente espiritual, psicológico o incluso afectivo. Pero no. Los síntomas o signos de sus conductas y de sus prácticas morales públicas ofrecen una formidable evidencia de que se trata en todos los casos de su propia determinación... lamentablemente deshonesta.

No puede ella premiar a un enorme depredador como Rafael Correa, socio pleno de Mahmoud Ahmadinejad y de las FARC que financiaron todas sus campañas políticas, conforme documentación hallada por las fuerzas armadas colombianas en varios escenarios de combate. Ni puede premiarlo con los galardones especiales para quienes defienden la libertad de prensa… viéndolo, alegremente, justificar dos masacres que fueron crímenes de lesa humanidad, con 114 muertos en total.

No puede hacer eso. No. No sin antes convertirse en una aliada, cómplice, encubridora y suscriptora firme de esa argumentación absolutamente nazi.

Julio Alak, Cristina Kirchner Wilhelm y Nilda GarréElla y el difunto prócer de la fantasía -con una premeditación casi científica y con fines perfectamente prefigurados- fueron quienes diseñaron, articularon compusieron y decidieron el formato de esta catalepsia, a través de una gran farsa.

Las soluciones que se adoptan en el Gobierno son precisamente las que indica la versión o el rumor que fue engendrado en el pueblo mismo, como si fuera el más lógico escenario esperable para un momento determinado luego de navegar todos en lo irresoluto. Son las claves primarias del descalabro moral.

La incertidumbre y el descreimiento convierten a la sociedad en una masa refractaria que se aísla y se “protege” hasta de la verdad más pura. Esquivando, sin distinciones, lo que viene y lo que va. Y así, por ejemplo, una “desmentida” se toma como confirmación, y una “proclama”, como el aviso del próximo engaño. Un “gesto político”, como burda señal justamente de lo contrario a lo que se diga... o a su sentido normal.
        
Todos se obligan, como una trágica defensa, al fariseísmo, a la apostasía y al cinismo. Un pueblo de ácratas, que reacciona luego de un modo que es una función directa de su mansedumbre, y de su instinto de conservación.

Pero el instinto de conservación colectivo no existe en una Nación sin Estado, y sólo han de prevalecer allí las conductas individuales como estigma de los bordes confusos de la tolerancia y la dignidad.

En cualquier país del mundo más o menos serio, un grave caso como el de Amado Boudou arrasaría con el gobierno.
 
Obligaría a renunciar al susodicho, seguramente empujaría a que, cualquier parlamento decente, se rindiera postrado ante las evidencias de este gran desfalco organizado desde el poder. Y su socia plena, en el cargo de la primera magistratura tendría que regurgitar su retórica plañidera, pero ante un tribunal de jueces honestos. Para que explique cómo rayos ha hecho para ignorar completamente y no ser cómplice natural de la saga criminal de este asalto a las arcas de la Nación.

Es autora del descalabro moral y, ahora, se autoincrimina en un nazismo que ya supera lo retórico y el idioma de los gestos. Es que ella se encuentra aún flotando en esa nube de impunidad que se ha acostumbrado a respirar cerca del ladrón difunto. Su escenario inmediato es una apuesta muy compleja y peligrosa.

Todo lo que se ha venido improvisando, postergando y simulando en la Argentina, todo lo que se ha artificializado y todo lo que se barrió bajo la alfombra, prefigura un escenario que la obliga a subir interminablemente la apuesta de la mentira.

Los errores estratégicos son tan groseros, que resulta inconcebible que ningún asesor se los advierta. La única explicación es que nadie se anima a señalarlo, en virtud del clima de terror que aún cunde en palacio.

En este paroxismo de la mentira y de la incertidumbre, tenemos derecho a creer en cualquier rumor y en cualquier versión, pues la mitómana que nos conduce jamás nos dice nada, mientras que lo poco que nos dice es mentira.

Y tenemos derecho a sostener que el odio nazi que ella  tiene por quienes pensamos diferente es señal absoluta frente a que el descalabro moral... es su objetivo personalísimo.

 

Lic. Gustavo A. Bunse | El Ojo Digital Política