ESTADOS UNIDOS: AMY M. PAYNE

Estados Unidos debe dejar de asistir a conferencias sobre cambio climático

La 18ª Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático concluyó hace dos días. Y, tal como sucedió en las diecisiete conferencias anteriores, las naciones en desarrollo exigieron que Estados Unidos y los demás países desarrollados les paguen por los efectos del cambio climático.

11 de Diciembre de 2012

La 18ª Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático concluyó hace dos días. Y, tal como sucedió en las diecisiete conferencias anteriores, las naciones en desarrollo exigieron que EE. UU. y los demás países desarrollados les paguen por los efectos del cambio climático.

En pocas palabras, que se ríen de Estados Unidos. Por eso, las conferencias de la ONU son cada vez más irrelevantes.

Las naciones pobres, incluídas las pequeñas naciones insulares, están buscando un nuevo “mecanismo internacional” para hacer que las naciones Protocolo de Kioto, contaminacióndesarrolladas paguen por los daños que las tormentas causan en sus países. Ello se basa en la presunción de que el calentamiento global es la causa de que los huracanes, tifones y demás tormentas de este tipo sean más fuertes, algo que aún no se ha probado.

Los analistas de la Fundación Heritage Brett D. Schaefer (investigador de Asuntos Regulatorios Internacionales adscrito a la Donación Jay Kingham) y Nicolas Loris (investigador adscrito a la donación Herbert y Joyce Morgan) tienen un sencillo mensaje para los líderes políticos de Estados Unidos: “Estados Unidos está malgastando millones de dólares del contribuyente financiando y acudiendo a estas conferencias”.

El principal resultado de la conferencia de este año fue la ampliación del Protocolo de Kioto, el acuerdo internacional sobre el cambio climático que ha estado en vigor desde 1997 y que continuará estándolo hasta 2020. Estados Unidos jamás ha firmado este acuerdo, que restringió las emisiones de gases de efecto invernadero de 37 países industrializados.

Sin embargo, el acuerdo de Kioto nunca ha impuesto restricciones a China o la India (dos países densamente poblados con economías en crecimiento) ni a otras naciones con economías emergentes. Schaefer y Loris observan que “incluso con un cumplimiento impecable y la participación de Estados Unidos, Kioto no frenaría de modo significativo el calentamiento global previsto”.

Canadá, Japón, Nueva Zelanda y Rusia decidieron la semana pasada no participar de esa nueva ampliación. Associated Press informa que eso significa que ahora el tratado “sólo cubre alrededor del 15% de las emisiones globales”. Como explican Schaefer y Loris:

Su enfoque básico no es viable. El Protocolo de Kioto hizo recaer prácticamente toda la carga económica que conlleva abordar el cambio climático sobre una docena escasa de países, mientras que no les exige nada a más de 150 países. Quizás eso tendría sentido si los países industrializados por sí solos pudieran abordar el asunto reduciendo sus emisiones, pero es imposible.

…Por varias razones, incluido la ralentización de las economías y un cambio hacia unas fuentes de energía (como el gas natural, la nuclear o las renovables) que producen menos emisiones de gases de efecto invernadero, la mayoría de los países industrializados han visto cómo sus emisiones se estabilizan o disminuyen. En realidad, las emisiones de Estados Unidos están en su nivel más bajo desde 1996, según la ONU.

Mientras que Estados Unidos ha reducido sus emisiones, otros países están ocupados en aumentar las suyas, a pesar de lo cual están exigiendo que Estados Unidos pague los daños causados por las tormentas en todo el mundo. China superó en 2006 a Estados Unidos como el mayor emisor y para 2009 sus emisiones ya eran un 45% más altas que las de Estados Unidos.

En lugar de continuar con este ejercicio inútil, Estados Unidos debería llevar a cabo por su cuenta otras medidas más importantes, indican Schaefer y Loris. Washington debería:

· Emprender iniciativas independientes para determinar con mayor precisión la gravedad del cambio climático y verificar las afirmaciones de la ONU.

· Trabajar con un reducido grupo de naciones mediante acuerdos informales, como el Foro de Grandes Economías, para comprometerse a tomar medidas apropiadas que sean efectivas tanto por su costo como a la hora de reducir el calentamiento global.

· Abstenerse de acudir a futuras conferencias de la ONU sobre el cambio climático y pedir una moratoria sobre las conferencias que ponen su énfasis en las transferencias financieras y refuerzan la metodología fallida e ineficaz del Protocolo de Kioto.

· Resistir y acabar con los intentos de abordar el cambio climático unilateralmente. Esto incluye retirar las onerosas e innecesarias regulaciones sobre los combustibles fósiles que hacen subir el costo de la energía, detener los derrochadores e ineficaces intentos de subsidiar las fuentes de energía libres de carbono e impedir la puesta en marcha de un impuesto sobre el carbono. Intentar abordar el asunto de los gases de efecto invernadero unilateralmente conlleva un gran costo para el contribuyente y el consumidor de energía, a cambio de ningún impacto medioambiental significativo.

Durante demasiado tiempo, Estados Unidos ha seguido los términos de Naciones Unidas respecto al cambio climático. Este es el momento de abandonar esas fallidas negociaciones, de centrarse en proteger a los contribuyentes americanos y de rechazar estas conferencias que presentan unos planes tan poco serios.

 

Amy Payne | Heritage Libertad, The Heritage Foundation