Mali: Francia despliega su poder político y militar en el norte de Africa
Los bombardeos en el norte de Mali y la lucha contra el terrorismo. La importancia de la “Françafrique” en la política exterior de París, la fortaleza diplomática del Palacio del Elíseo y el poder militar francés...
Los bombardeos en el norte de Mali y la lucha contra el terrorismo. La importancia de la “Françafrique” en la política exterior de París, la fortaleza diplomática del Palacio del Elíseo y el poder militar francés. Un análisis de los múltiples factores que atañen al conflicto.
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El planeta viaja hacia un nuevo orden mundial. El ascenso de China, Rusia e India -sumado a la crisis económica del denominado “mundo desarrollado”- comienza a gestar cambios profundos en el equilibrio de poder. Estados Unidos prevé un escenario en el cual ya no será la primera economía, posición que -de no mediar contratiempos- será ocupada por China, promediando el siglo XXI. Por otro lado, las naciones europeas se encuentran enredadas en una crisis económica de la que no logran recuperarse.
Si bien este panorama es verídico y comprobable, Francia, la antigua potencia, se las rebusca para seguir mostrándole al mundo su voluntad para intervenir. Es así que París emprendió recientemente -casi de manera solitaria- una ambiciosa ofensiva sobre el norte de Africa y se predispuso a ocupar la escena mundial del naciente 2013. Haciendo uso de su poderío militar y su influencia política internacional, el Palacio del Elíseo consiguió que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobara la intervención sobre Mali y que sea justamente este país el encargado de llevarla a cabo. Inclusive rusos y chinos, enfrentados a occidente en torno a una eventual intervención en Siria, dieron el visto bueno a la operación. Moscú y Beijing reconocen que el Africa Francófona es la esfera de influencia directa de Paris. Es por ello que no vuelcan mayores opiniones sobre lo que los franceses hacen o dejan de hacer en esta región del globo, a la cual, no por casualidad, suele llamársele “Françafrique”.
La diplomacia gala no solo consiguió el apoyo de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, sino que también contó con la cooperación de muchas de sus ex colonias en el norte del continente. Argelia -que por su dimensión es un actor clave en el conflicto- permitió a París utilizar su espacio aéreo para transportar todo el material bélico desde la Francia Metropolitana hacia la región en forma segura. Al mismo tiempo Senegal, Níger, Burkina Faso, Benín y Costa de Marfil (cuyo gobierno está en el poder gracias a París) se han comprometido a enviar tropas para cooperar con las fuerzas galas, que ya se han posicionado dentro de territorio maliense. El apoyo de ECOWAS (Comunidad Económica de Estados del Africa Occidental) también ha sido garantizado por París. Por otro lado, y como suele suceder, los aliados de la OTAN, Gran Bretaña y Estados Unidos, han ofrecido soporte logístico para la operación.
La presencia militar permanente que Francia mantiene en ultramar cobró un rol de transcendencia. La base gala de la ciudad de Yamena, capital de Chad, funciona como centro de operaciones y desde allí partieron algunas de las aeronaves que ejecutaron los bombardeos en el norte de Mali. La operación aérea fue llevada a cabo tanto desde la propia Francia como desde la base en Chad por helicópteros de ataque Gazelle, aviones cazabombarderos Mirage 2000 D, Dassault Rafale y aeronaves de reconocimiento Mirage F1CR, abastecidos en vuelo por C-135. También desde la base de Yamena partieron hacia Bamako (capital de Mali) aviones de transporte con algunos cientos de soldados galos.
Este espectacular despliegue de orden político-militar pone de manifiesto la capacidad que aun tiene Francia para tomar la iniciativa internacional y despeja cualquier duda, a pesar de la crisis económica, sobre su rol como potencia de primer orden planetario.
El objetivo de tan importante operación coincide con el de desplazar a grupos fundamentalistas y terroristas islámicos vinculados a Al-Qaeda del norte de Mail. Los rebeldes se hicieron del control efectivo del norte del país. La avanzada insurgente llegó a capturar la ciudad de Konna, ubicada a solo 600 km de Bamako. Si estos grupos consiguieran tomar el control del aparato estatal nacional, la estabilidad de buena parte del Sahel podría correr serios riesgos. Francia tiene fuertes intereses económicos en la región, sobre todo energéticos. Al mismo tiempo, se contabiliza a más de 30 mil ciudadanos franceses expatriados viviendo en Mali y sus países cercanos. París (y occidente) consideran inadmisible la posibilidad que Mali se transforme en un estado yihadista y que estos grupos fundamentalistas utilicen al país como trampolín para apoderarse de otras naciones cercanas y de estructuras estatales débiles. Si ello sucediera, la seguridad de la propia Europa se vería comprometida.
Se espera que la operación se extienda por varias semanas. Si bien los resultados de los bombardeos han conseguido en solo un par de días hacer retroceder a los rebeldes, en algunas áreas la situación se observa más compleja y la contraofensiva se hace sentir. En la ciudad de Gao, los ataques aéreos franceses han forzado la retirada de los islamistas y, en Timbuktu -geografía en donde se detectaron los mayores abusos desde los terroristas hacia la población civil-, se aguardan resultados similares. Ante la imposición forzada de la ley islámica por parte de los fundamentalistas, los habitantes de la región han manifestado a múltiples medios su apoyo a la operación francesa.
Los rebeldes han prometido luchar "hasta el final" y perjuran que Francia pagará las consecuencias de su accionar. Amenazaron inclusive con provocar atentados en Europa y transformar al conflicto en un nuevo (y costosísimo) Afganistán.
En definitiva, la primara guerra de la presidencia de François Hollande ha comenzado. La alta política internacional estará siguiendo de cerca los acontecimientos de un conflicto de final incierto y que corre el riesgo de extenderse en el tiempo.