La panacea de Obama sobre las operaciones de paz de Naciones Unidas
Sobre la efectividad de las operaciones de mantenimiento de paz de Naciones Unidas.
Aquellos que buscan reducir la política exterior de los Estados Unidos, gustan de la idea de tercerizar cada vez más a las misiones de paz. Podría no ser un mal negocio si Estados Unidos obtuviese valor a cambio de divisas, pero éste no siempre es el caso. Aún cuando la Casa Blanca apunta cada vez más su discurso sobre el "botón de las fuerzas de paz" de Naciones Unidas, existen señales perturbadoras que ilustran que Washington no está haciendo lo suficiente para distinguir un dólar bien gastado de un carísimo placebo.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el mundo ha esperado que Naciones Unidas den el paso adelante y desempeñen un rol fundamental en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. La Guerra Fría, con bastante rapidez, transformó esas expectativas crecientes en un falso amanecer.
Pero, cuando la Guerra Fría llegó a término, la fe volvió a renacer. El despliegue de los "Cascos Azules" -las fuerzas de paz de la ONU que portan cascos de color azul bebé- se expandieron en forma exponencial. Y algunos muchachos -tales como los que trabajan dentro del Human Security Report (Reporte de Seguridad Humana)- creen que eso es magnífico.
Como centro de estudios independiente de Canada, el Human Security Report Project liberó un trabajo fechado en 2005, refiriéndose a la declinación de la violencia política a nivel mundial desde la caída del Muro de Berlín. El informe concluyó: "(...) la explicación simple y más convincente para estos cambios se encuentra en el surgimiento sin precedentes del activismo internacional, motorizado por Naciones Unidas". Pero existe más fe que razón en esa conclusión que remite a "causa y efecto".
John Hillen examinó lo hecho por las fuerzas de paz de la ONU durante una década en su libro Blue Helmets: The Strategy of UN Military Operations (Cascos Azules: la Estrategia de las Operaciones Militares de Naciones Unidas). Encontró que, "desde 1989, se vio un incremento exponencial en el número, la cantidad, la complejidad y la fuerza de lo que comúnmente se denomina 'mantenimiento de la paz'". Lo que el autor no halló era, precisamente, la evidencia que funcionaba mucho mejor. Concluyó, de manera llana, que un sitio como Naciones Unidas "no puede formar, competentemente, los medios necesarios para acciones militares significativas".
Una variedad de ejemplos flagrantes probaron que él tenía razón -especialmente, luego de sucedida la masacre de 1993 en un "área segura" de la ONU en Bosnia, y del caso del 'lomo de burro antivelocidad' de la ONU en 1994 en Ruanda.
Muy a pesar de ese registro, Naciones Unidas continúa llevando a cabo una creciente cantidad de misiones; no menos. Si el presupuesto de la ONU sirve como indicador, puede decirse que sus operaciones para el mantenimiento de la paz se esbozan en una industria en crecimiento. El presupuesto de la ONU acaba de rematar en una década de crecimiento sin precedentes, en tanto que los Estados Unidos de América continúan siendo uno de sus aportantes de mayor peso. Y el mantenimiento de la paz ha sido gran parte de esa porción. Desde 2003 hasta 2008, el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de Paz de Naciones Unidas y su personal se han triplicado. El presupuesto de 2012 fue de US$ 7.23 mil millones, con EE. UU. poniendo la "parte del león": más de un 27 por ciento.
A pesar de todo, y aún con presupuestos cada vez más grandes, es difícil apuntar que la ONU ha mejorado a la hora de mantener la paz. Considérese la Misión para la Estabilización en la República Democrática del Congo (MONUSCO). Desde 1999, la misión se ha consumido más de US$ 11 mil millones. Pero, no obstante todo ese dinero -de haber sido el contingente más importante que la ONU ha desplegado- y de su mandato para "emplear todos los medios necesarios" para proteger a los civiles, las fuerzas de paz huyeron cuando el grupo rebelde M23 atacó la ciudad de Goma durante el pasado noviembre. Los civiles en la ciudad fueron abandonados a su suerte: a las violaciones, secuestros y ejecuciones.
Con toda esta contabilización en crudo, es probable que Washington vuelva a firmar sobre lo mismo. Después de todo, ello le permitiría a Estados Unidos mantenerse en la ficción de que está "haciendo algo" para mejorar la estabilidad global, mientras se preocupa por minimizar la huella de sus propias fuerzas armadas en el exterior y reducir la capacidad de defensa de las fuerzas estadounidenses.
Este podría ser el motivador racional detrás del reciente testimonio brindado por Johnnie Carson -Departamento de Estado- ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes en diciembre. El Secretario Asistente para la Oficina de Asuntos Africanos hizo poco más que ofrecer excusas para los errores de cálculo de MONUSCO. "Debemos permanecer realistas en relación a lo que se espera que MONUSCO pueda lograr" -explicó el Señor Carson- "con su mandato y recursos, a lo largo de un país que tiene la extensión de Europa Occidental".
Antes que convocar al despliegue de una misión poco realista o una fuerza con chances realistas para completar una misión, el Departamento de Estado pareció contentarse con permitirle a los Cascos Azules seguir adelante -y que los congoleños los aguanten. Poco control sobre los errores de juicio de Naciones Unidas y más cheques en blanco parecen ser la fórmula de lo que continuaremos viendo en el futuro.
Las audiencias de confirmación para el Senador John Kerry como Secretario de Estado podrían ofrecer más pruebas en lo que concierne al intento de la Administración Obama por seguir pagando por más operaciones de mantenimiento de paz. Kerry fue el instrumento elegido a la hora de presionar para el despliegue de fuerzas de paz en el Sudán. El incluso ha sido un férreo defensor del "poder inteligente", que incluye el empleo de instrumentos internacionales como Naciones Unidas para solucionar la mayoría de los problemas.
Pero no es tan inteligente para Estados Unidos seguir arrojando dinero a cada problema que reclama una fuerza de paz. Una vez concedidas, no todas las misiones de la ONU terminan en fracasos, en tanto que otras fuerzas de estabilización han devuelto resultados. La Misión de la Unión Africana en Somalía, por ejemplo, ha producido resultados concretos y, durante el último año, la ONU decidió -correctamente- ampliar el apoyo para la operación.
Por otro lado, solo porque las fuerzas de mantenimiento de paz de Naciones Unidas pueden resultar más económicas que las fuerzas militares estadounidenses, eso no significa que siempre sean un buen negocio. Es más barato tomar una aspirina que someterse a una operación del corazón pero, si Usted está teniendo un infarto masivo, la aspirina no suele representar una buena ganga.
Si los intereses nacionales más vitales no se encuentran en juego, existen alternativas entre invadir y no hacer nada -opciones preferibles a meter "más cascos azules". Como dijera en su oportunidad Brett Schaeffer -analista experto sobre Naciones Unidas en la Fundación Heritage- al Senador Kerry en una audiencia de comité celebrada en 2008: "La presión para 'hacer algo' no debe opacar a aquellas consideraciones sensitivas respecto de si una presencia de elementos de Naciones Unidas mejorará o desestabilizará un escenario...". La clave se basa en el empleo criterioso de la fuerza, con claros objetivos que se complementen con los recursos necesarios para hacer el trabajo. Ello implica ser más -y no menos- selectividad al momento de optar por misiones de los cascos azules.
Aún está por verse si acaso la Casa Blanca comenzará a utilizar más seguido a las fuerzas de mantenimiento de paz como si fueran analgésicos -y si Kerry se convertirá en el "gastador a cargo". Las próximas audiencias podrían ofrecer algunas pistas importantes en relación a la prescripción médica que la Administración Obama empleará para los problemas derivados de las fuerzas de paz de la ONU.
El Dr. James Jay Carafano es vicepresidente de estudios en política de defensa y política exterior en la Fundación Heritage (The Heritage Foundation)
Traducción al español: Matías E. Ruiz
Link a la publicación original en National Interest: http://nationalinterest.org/commentary/the-presidents-peacekeeping-panacea-7990?page=1