En Santiago de Chile, el próximo 28 de enero, el nuevo cuerpo regional denominado 'Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe' o CELAC, le pasó la presidencia rotativa al dictador cubano, el General Raúl Castro. El CELAC, de acuerdo a uno de sus primeros impulsores, Hugo Chávez (Venezuela), es parte de un proyecto histórico para construir una unión latinoamericana y caribeña que, conscientemente, excluya a los Estados Unidos y Canada. Esta empresa, sin embargo, afirma que el CELAC existe para promover la democracia y los derechos humanos.
La cumbra del CELAC en Santiago incluso incluye planes para una cumbre entre el grupo confeccionado por las naciones que la componen y la Unión Europea, con miras a fortalecer los lazos transatlánticos, y con América Latina apareciendo -por ahora- con la carta económica más alta.
José Miguel Vivanco -de Human Rights Watch- calificó la selección de Castro como presidente del CELAC como un desastre en materia de derechos humanos: "Envía un mensaje a los gobiernos de la región frente a que no podría importarles menos el paupérrimo registro de los derechos humanos y la carencia de libertades fundamentales en Cuba".
Por su parte, Andrés Oppenheimer -del Miami Herald- se preguntó: "¿No es acaso una broma que una organización regional dedicada a la democracia elija como nuevo presidente a ningún otro que el último de los presidentes de facto de la región?".
Tristemente, la respuesta es negativa. En poco tiempo, la cumbre del CELAC significó una ganancia neta para la tiranía, a expensas de la libertad.
Uno se pregunta cómo es que la fallecida embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Jeane Kirkpatrick, hubiese reaccionado frente a la noticia. En su histórico ensayo de 1979, intitulado 'Dictaduras y Dobles Estándares', Kirkpatrick criticó la política exterior del entonces presidente Jimmy Carter frente a su presunción de que el cambio revolucionario respaldado por la Unión Soviética ofrecería un mejor camino hacia la modernización y el desarrollo nacional que los tradicionales dictadores autoritarios no comunistas, tales como el Shah en Irán o Anastasio Somoza Debayle en Nicaragua. Ella desafió esta presunción que rezaba que era el deber histórico de los Estados Unidos posicionarse del lado del cambio revolucionario y, a veces, progresista.
En aquel ensayo, la embajadora Kirkpatrick predijo:
En esta instancia [1979], existe una gran probabilidad de liberalización progresiva en los gobiernos del Brasil, la Argentina y Chile, antes que en el gobierno de Cuba; en Taiwan, antes que en la República Popular China; en Corea del Sur, antes que en Norcorea; en Zaire, antes que en Angola; y así, sucesivamente.
Esa predicción se convirtió en realidad cuando Brasil, la Argentina y Chile terminaron gobernados por dictaduras militares. Y, mientras la Unión Soviética colapsaba y la Guerra Fría tocaba a su fin, la fuerte tenaza del comunismo -modificado para encajar en los cambios económicos- persiste.
El tratamiento real brindado al General Castro y el coro de rechazos en perjuicio del "criminal bloqueo imperial" a Cuba aplican presión adicional sobre la Administración Obama, en el sentido de que confeccione un política hacia Cuba que encaje en las expectativas de latinoamericanos y europeos. Ambos han hecho las paces con el vetusto comunismo cubano y han arrojado a aquellos que demandan libertad, derechos humanos y oportunidades para el pueblo cubano, debajo del autobús diplomático.
Claramente, los debates que hacen a la política exterior actual podrían emplear una "acción intelectual" como la utilizada en su momento por Jeane Kirkpatrick, con el objetivo de referirse a la amnesia histórica y los flagrantes dobles estándares.
El Doctor Ray Walser es Analista Senior de Políticas para América Latina en el Centro para Estudios de Política Exterior Douglas y Sarah Allison (Douglas and Sarah Allison Center for Foreign Policy Studies), división del Instituto de Estudios Internacionales Kathryn y Shelby Cullom Davis (Kathryn and Shelby Cullom Davis Institute for International Studies), en la Fundación Heritage.
Traducción al español: Matías E. Ruiz