Obama y el Estado de la Unión: ideas progresistas que ya no funcionan
Con alas debido a su reciente victoria en las urnas, el presidente Barack Obama se sintió liberado y pronunció un discurso sobre el Estado de la Nación mucho más progresista y menos centrista en su lenguaje, dejando poco que esperar respecto a la necesaria cooperación entre demócratas y republicanos.
Con alas debido a su reciente victoria en las urnas, el presidente Barack Obama se sintió liberado y pronunció un discurso sobre el Estado de la Nación mucho más progresista y menos centrista en su lenguaje, dejando poco que esperar respecto a la necesaria cooperación entre demócratas y republicanos. Pareciera que, en varias ocasiones, y siempre en la visión del jefe de estado, la totalidad de los presentes en la Cámara compartían su filosofía política y que la Cámara de Representantes no estuviera en manos del Partido Republicano.
El presidente sabe dar discursos. Es elegante y sumamente convincente. Pero sus políticas -envueltas en lindas palabras- siguen siendo las mismas que mantienen al país en una lenta recuperación que nunca parece despegar. Por otro lado, Barack Obama hace caso omiso de la realidad de un gobierno dividido y desde luego que eso no pinta bien para una nación que, desesperadamente, necesita buscar la forma de crear empleos, reducir la deuda nacional y reformar un sistema educativo, entre otras cosas. Y para que esto suceda, el presidente necesitara trabajar con republicanos y demócratas para cosechar varias de sus metas en su segundo mandato presidencial.
Pero, como hemos estado escribiendo en el trabajo www.libertad.org/obama-y-sus-falsas-promesas-en-el-discurso-sobre-el-estado-de-la-union-12929/, el presidente exhibe un terrible historial porque promete y afirma cosas que jamás se llevan a cabo, y que tienen pocas expectativas de cumplimiento. El más claro y lamentable ejemplo nos remite a su promesa de reducir el déficit a la mitad hacia el final de su primer mandato en el cargo. Como bien sabemos, la deuda nacional -en lugar de reducirse- se ha visto catapultada a la escalofriante cifra de 16 billones de dólares.
Aunque habló sobre la necesidad de reformar el Seguro Social, Medicare y Medicaid -pues estos programas son los responsables de gran parte de nuestra deuda- Obama insistió en su idea de subir impuestos y de seguir gastando.
Muchos estamos de acuerdo en que es necesario invertir en el sistema educativo, pero también es necesario evaluar si nuestras inversiones están produciendo éxitos palpables. Por ejemplo, resulta difícil comprender cómo el presidente continúan reclamando fondos para el programa preescolar federal Head Start, cuando el propio Departamento de Salud y Servicios Humanos publicó un informe cuestionando el impacto del programa debido a su prohibitivo presupuesto: más de $180,000 millones desde sus comienzos en 1965.
En el muy aguardado tema migratorio, el presidente demostró su interés en una gran reforma integral. Pero semejante cambio masivo no será fácil de llevar a cabo. Sería mucho más recomendable arreglar el sistema por partes, para así lograr respaldo bipartito. Desde la Fundación Heritage, hemos estado argumentando a favor de más inmigración legal para desalentar la inmigración ilegal a nuestro país. Ello significaría la base para un cambio positivo en este país, construído con el aporte de inmigrantes.
El presidente Barack Obama tiene cuatro años más para hacer realidad las reformas que este país necesita, pero no lo logrará sin la ayuda de todos. Habrá que ver si nuestros políticos ponen al país primero a la hora de decidir lo mejor para el conjunto de los ciudadanos.